Ecumenismo… en zapatillas

Arantxa y Ana son dos hermanas de sangre que viven su fe, respectivamente, en la confesión católica y evangélica. En la semana de oración por la unidad de los cristianos hablamos con ellas sobre el modo en que viven el ecumenismo bajo el mismo techo.

 

ecumenismo burgos

Arantxa (izquierda), es católica y su hermana Ana es evangélica.

 

El pasado 19 de enero de 2015, la parroquia de San Martín de Porres acogió una charla-coloquio con el título «Ecumenismo en Zapatillas: cuando el otro vive en la misma casa», a cargo de las hermanas Ruiz Sánchez. Estas dos hermanas de sangre viven su fe cristiana de un modo diverso: Arantxa es católica y Ana es evangélica. Tuvimos ocasión de entrevistar a sus protagonistas:

 

1. ¿Por qué profesáis distintas confesiones? 

[Ana] Porque cada una es fiel a su conciencia.

 

2. ¿Cómo han sido vuestros recorridos de fe? 

[Arantxa] Somos hermanas y ambas fuimos educadas en un contexto católico. En determinado momento de nuestras vidas tuvimos cada una un encuentro personal con Dios, y con su Palabra y descubrimos que había cosas de Dios y de su Palabra que entendíamos de manera diferente.

 

3. ¿Se nota la diferencia de vuestras creencias en el día a día? 

[Ana] Lo que se nota en el día a día es precisamente la convergencia de nuestras creencias. Claro que los domingos asistimos a servicios religiosos diferentes, pero de manera cotidiana compartimos nuestra pasión por Dios, oramos juntas, estudiamos juntas la Biblia y trabajamos de manera conjunta en proyectos de evangelización y de servicio a la sociedad, y en todo aquello que nos viene a la mano.

 

4. ¿Qué piensa de vosotros el resto de la familia?

[Arantxa] En nuestra familia está completamente normalizada la existencia de diferentes sensibilidades, no solo religiosas. Muchos años de convivencia y cariño hacen que el diálogo sea el pan de cada día, como lo son también el compartir muchas lecturas que nos ayudan a entender al otro.

[Ana] Hace muchos años, sobre todo a los miembros de más edad de la familia, educados en un contexto católico, les fue difícil comprender que alguien de su propia familia optara por una confesión protestante. Pero el cariño y el diálogo han ganado la batalla sobre las diferencias o las incomprensiones.

[Arantxa] En nuestra casa recibimos muy a menudo huéspedes de muy diferentes sensibilidades de pensamiento. Esta pluralidad cotidiana, el compartir mesa y conversación, y conocer las preocupaciones, esperanzas y proyectos de gente completamente diferente a ti es una de las experiencias que más enriquece nuestra vida, y es el contexto en el que queremos educar a nuestros hijos y sobrinos.

 

5. Si en la misma casa hay diferencias, ¿creéis que se puede lograr la unidad a nivel mundial?

[Ana] Digamos que en nuestro caso hay «unidad en la diversidad reconciliada». Esta es la propuesta a gran escala entre las iglesias en diálogo a la búsqueda de la unidad visible. La ventaja para nosotras es que vivimos en un ámbito cotidiano donde no tenemos la responsabilidad de llegar a consensos sobre dogmas y otras cuestiones teológicas. Eso es responsabilidad de los teólogos expertos de cada confesión. Lo nuestro es la acción. Nuestro ecumenismo es un ecumenismo espiritual y de acción.

 

6. ¿Hay discusiones teológicas en casa?

[Arantxa] Sí, claro. Intensas, emocionantes y muy documentadas (ambas se ríen). En nuestra casa, el argumento del otro siempre es un desafío que te invita a buscar respuestas, leer más y formarte más. Le damos mucho al coco. Pero también a la oración y al discernimiento.

[Ana] Desde hace un par de años hacemos en casa una tertulia, la llamamos Café con Coco. Asisten unas 40 personas, todas ellas de muy diferentes confesiones, sensibilidades y trasfondos culturales. Invitamos a un ponente y los coloquios son tan jugosos y de tan diversas posiciones que a veces parecemos el Concilio Vaticano III (más risas). Al final siempre servimos un piscolabis. ¡Mejor merendar juntos que merendarnos unos a otros! (más risas).

 

7. Vosotras seguro que os conocéis bien. ¿Creéis que los católicos y los evangélicos nos conocemos mutuamente? ¿Qué habría que hacer para conocernos más y mejor?

[Arantxa] En general no nos conocemos. Más bien nos tememos y nos juzgamos. El cardenal Mercier, representante de los diálogos de Malinas entre católicos y anglicanos que se produjeron en el primer cuarto del siglo XX, ofreció un principio muy práctico: ‘Para unirse hay que amarse, para amarse hay que conocerse, para conocerse hay que encontrarse, para encontrarse hay que buscarse’. Podemos visitarnos con frecuencia, orar juntos más a menudo, estudiar juntos la biblia, y sobre todo pasar tiempo juntos. Por ejemplo ¿Por qué no comer juntos de vez en cuando?

[Ana] El Evangelio además nos advierte con contundencia de que la unidad es clave para que el mundo crea. Hay retos de la actualidad cotidiana, nacional y mundial que todos los cristianos deberíamos afrontar juntos. Temas sociales en nuestro entorno, manifestaciones por la paz o de ayuda a la iglesia perseguida, acciones solidarias para atender a situaciones de necesidad… No deberíamos desperdiciar más tiempo, somos cristianos del siglo XXI, no del siglo XVI.

 

8. ¿Cómo vivís la Semana de Oración? ¿Pensáis que sirve para algo? No sería mejor hacer ecumenismo todos los días y no solo una semana?

[Arantxa] Para nosotras la Semana de Oración por la unidad es «temporada alta» en cuestión de agenda y a nivel espiritual. La oración es el soporte de todo el trabajo por la unidad y la Semana ayuda a visibilizar el trabajo constante hecho a lo largo del año. El movimiento ecuménico es uno de los grandes regalos que el Espíritu Santo ha hecho a las iglesias en el siglo XX. Cualquier momento es bueno para recordar esto. Si además la Semana se sostiene sobre el testimonio diario de convivencia en armonía, la Semana de Oración se convierte en una auténtica fiesta de hermandad.

 

Fuente: Parroquia San Martín de Porres

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