Aranda honra a la Virgen de las Viñas en el Año de la Misericordia

Ayer comenzó la novena en honor a la patrona de Aranda, que en este año jubilar girará en torno a las obras de misericordia espirituales y corporales. La ermita de la Virgen de las Viñas ha sido designada como templo jubilar en el tiempo que dure la práctica de piedad.

 

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Aranda homenajea a su patrona, la Virgen de las Viñas.

 

Bajo el lema «Con María aprendemos a ser misericordiosos» comenzaba ayer en Aranda de Duero la novena en honor de la Virgen de las Viñas, patrona de la localidad. Un ejercicio de piedad que se prolongará hasta el próximo viernes para dejar paso a los actos centrales de las fiestas, como la ofrenda de flores a la Virgen –que tendrá lugar el sábado 10– y la solemne eucaristía en su honor –el domingo 11 de septiembre a las 11:00 horas–, que estará presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas.

 

A lo largo de los próximos días, y en cuatro ejercicios diarios de la novena –a las 8:00, 9:00; 19:00 y 20:00 horas– los arandinos están reflexionando en este Año de la Misericordia sobre las obras de misericordia espirituales y corporales. Cada día, una de las parroquias o comunidades de religiosos de la ciudad se encarga de prepararlo todo, viviendo con especial intensidad la eucaristía de las 20:00 horas. Además, este año se está prestando especial atención al sacramento de la penitencia, al haber sido designada la ermita de la Virgen de las Viñas templo jubilar hasta el próximo día 11.

 

«Se nota la afluencia de gente; hay algo especial», comenta José Luis Guijarro, párroco de Santa María y responsable de la ermita. «Hay mucha afluencia de gente a todas las horas y se nota un trasiego de personas que acuden a saludar a la Virgen», comenta. Y es que, según él, «los arandinos quieren mucho a la Virgen de las Viñas; aquí se siente algo especial por ella».

Venerada imagen

Según la leyenda, un labrador vivió hace siglos una aparición de la Virgen al ir a cuidar sus viñas, que sin embargo fue desestimada por todas las autoridades de la localidad y sus vecinos. El labrador se lamenta ante la Virgen de la incredulidad de sus paisanos, y ésta le ofrece, como prueba, un racimo de uvas maduras, algo imposible en una época del año en que éstas no crecían. Con esta prueba, las autoridades ceden y deciden desenterrar ahí donde el labrador les indica, saliendo a la luz una  imagen de la Virgen que había sido enterrada por cristianos en época del avance musulmán. Es entonces cuando se levanta la ermita que acoge a todos los arandinos y visitantes devotos de esta imagen.

 

A sus pies se encuentra la figura del Mediquín, que recuerda una curiosa historia que tuvo lugar en tiempos en los que a peste diezmó la población. Un sacerdote decidió implorar ayuda a la Virgen de las Viñas. Al poco apareció por la localidad un joven, casi un niño, que prometió al sacerdote ayudarle en lo que le fuera posible. Así, el cura y el joven empezaron a visitar a los enfermos y éstos comenzaron a curarse ante la presencia del chico. El «Mediquín», como así le llamaban, empezó a ser conocido en todo Aranda, que se vio libre de la enfermedad al poco tiempo. Sin embargo, el «Mediquín» desapareció. El sacerdote se quedó sólo y todos comprendieron que su joven acompañante había sido un ángel enviado por la Virgen y que había realizado el milagro de la curación. Desde entonces, la figura del «Mediquín» acompaña a la de la Virgen de las Viñas.

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