Vocaciones de allí, formándose aquí

El domingo 25 de abril, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de oración por las vocaciones nativas. Eric Hatungimana, natural de Burundi, prepara en Burgos su camino hacia el sacerdocio.

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La Iglesia celebra el domingo 25 de abril la Jornada Mundial de oración por las vocaciones nativas. Lo hace bajo el lema «¿Para quién soy yo?». La Iglesia de Burgos ha tendido la mano y ha sido un impulso en la vocación de muchos jóvenes llegados de otros países.

 

En camino hacia la santidad

 

Nació en el país africano de Burundi, pero Eric Hatungimana lleva más de dos años estudiando Teología en el Seminario de Burgos. Se crio junto a sus diez hermanos en un ambiente familiar y parroquial. «El amor generoso y servicial experimentado en mi familia y fomentado en la parroquia han sido los pilares de mi camino vocacional».

 

Desde pequeño deseó ser sacerdote. «A los diez años jugaba a celebrar misa con otros niños». Gracias a la catequesis, los movimientos de la Acción Católica o los grupos de monaguillos, su vocación se acrecentó y a los 18 años pidió el acceso al Seminario menor. «Durante toda esta travesía todo no ha sido fácil. Ha habido momentos de dudas y crisis que he superado gracias a Dios».

 

Después de tres años de formación en el Seminario Interdiocesano Santo Cura de Ars, de Burundi, la admisión en los estudios de Teología le obligó a renunciar a su entorno natural y aterrizó en Burgos. «Recuerdo la frase de ánimo que me dijo un padre espiritual africano. Que lo importante en el camino hacia la santidad no es saber dónde se va, sino saber que se va bajo la mano guiadora de Dios».

 

Este joven seminarista cree que la formación humana, intelectual, espiritual y pastoral que está recibiendo en Burgos le ayudará mucho en su vida sacerdotal. «Todo lo que me está aportando esta formación me favorecerá a ser más humano, santo y a ayudar a los demás a serlo. Cada día crece más mi vocación, ha merecido la pena venir a Burgos para estar con Jesús, conocerlo y ser su testigo fiel siempre».

 

«Doy gracias a los primeros misioneros que llevaron el evangelio de Cristo a mi país y entregaron su vida»

 

Si todo va bien, en otoño, cuando finalice la formación teológica, volverá a su país de origen, donde la iglesia aún está desarrollándose. «Burundi tiene una de las Iglesias más jóvenes de África. Más del 90% de la población es cristiana. Se están fundando nuevas parroquias y son necesarios los apoyos de todo tipo para crecer más y cooperar en la misión universal de la Iglesia», cuenta. La misión en Burundi está orientada con más fuerza en «la reconciliación de las almas» debido a las heridas causadas por las guerras en el país.

 

La mayor parte de la sociedad burundesa tiene mucha descendencia familiar y eso impulsa a muchos jóvenes a ingresar en los seminarios. En ocasiones, debido al límite de recursos económicos en las familias, se establecen unas condiciones de selección a la hora de acceder. «En mi país de origen faltan medios para aprovechar las vocaciones en el momento, sin embargo, aquí sobran sitios y faltan vocaciones», lamenta. «Creo que mi presencia en Burgos es un intento cooperativo y generoso para resolver esta paradoja. Cada Iglesia particular está llamada a abrirse a las necesidades de la Iglesia universal».

 

Desde su llegada a Burgos, lo que más ha sorprendido a este joven seminarista ha sido la falta de jóvenes en las parroquias. «Pocos se acercan a los sacramentos. Muchas parejas prefieren casarse civilmente», afirma. A diferencia de su país, cree que en España la visión que tiene la sociedad del seminario es la de «un lugar sin libertad, sin risas». Considera que la Iglesia en Burgos posee un rico patrimonio, «la catedral es una maravilla de Dios», y que la liturgia aquí es mucho más meditativa.

 

Adaptarse al clima de nuestra ciudad y alejarse de su familia no ha sido fácil para Eric, pero su vocación nacida en el país de las mil colinas, ha sido lo que le ha impulsado cada día. «Doy gracias a los primeros misioneros que llevaron el evangelio de Cristo a mi país y entregaron su vida», concluye. Porque gracias a ellos, Eric ha respondido a la llamada de fe.

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