Entrevista del Diario de Burgos a D. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos

«La renuncia del Papa ha marcado un precedente.
Pero no debe convertirse en una obligación»

H. Jiménez / Burgos domingo, 14 de abril de 2013

Francisco Gil Hellín • Arzobispo de Burgos

En el cargo hasta 2015. Gil Hellín (La Ñora, Murcia, 1940) ha cumplido en marzo 11 años al frente de la Diócesis burgalesa y prevé continuar hasta que cumpla los 75. De momento se siente con fuerzas.

Había ido a Roma por otros asuntos y la fumata blanca del 19 de marzo, que convirtió en Papa Francisco a Jorge María Bergoglio, le pilló en la Plaza de San Pedro. De esos momentos recuerda los ríos de gente en el Vaticano y la emoción de quienes allí estaban, incluso sin ser católicos

Usted ya conocía a Bergoglio antes de convertirse en el cabeza de la Iglesia. ¿Qué impresión tiene de él?

Yo le conozco desde que era arzobispo de Buenos Aires porque luego fue miembro del Comité de Presidencia del Pontificio Consejo para la Familia, donde yo era secretario. Nuestra relación era muy sencilla y muy natural. En él noté la sencillez de un jesuita pero además con la coherencia y la rectitud de haber sido elegido para ser responsable de una comunidad tan grande como la bonaerense. Ahora yo también soy miembro del Comité de Presidencia y luego hemos coincidido casi todos los años, aunque últimamente ha faltado en algunas ocasiones.

¿Se lo imaginaba como Papa? ¿Usted también lo metía en las quinielas previas?

Recientemente se había oído y leído que en el anterior cónclave se había retirado, insistiendo en que no se le votara a él. Pero yo creía que era cosa del pasado, hacía 8 años de aquello. Él no tiene una edad especialmente joven como se apuntaba en esas cábalas… Y en mi imaginación, que siempre se hacen cálculos aunque uno no quiera, había pensado en alguien más joven. No necesariamente italiano. Pero quién sabe… Sólo Dios…

En estos primeros días el Papa está haciendo una serie de gestos ¿Cómo los interpreta usted?

A mí me ha encantado el análisis que hizo de la misericordia del Señor. En mi escudo episcopal yo llevo «Es eterna la misericordia del Señor» y él la lleva de otra manera, pero yo que he sido también confesor penitenciario en la diócesis de Valencia y me he dedicado a ello, ayudando y atendiendo, creo que es una de las cosas que debemos tener en cuenta los sacerdotes. No debemos ser duros. Aunque la doctrina de Cristo en algunas cosas sea exigente, pero no se hace presente con dureza de corazón, porque en algún momento podríamos asemejarnos a los que rechazó Cristo de la Antigua Ley. Cuando el Señor toca el corazón del pecador, venga de donde venga, tiene el corazón abierto.

Ratzinger tenía la imagen de un intelectual y la de Bergoglio es la de un hombre más humilde y más cercano a los pobres.

Exactamente, es así.

¿Qué puede suponer eso para el conjunto de la Iglesia?

Son rasgos específicos de la riqueza de la Iglesia. Según el Espíritu Santo, fue conveniente o necesaria la figura de Juan Pablo II, un hombre que estaba tan cerca de las muchedumbres. Luego la reflexión serena y profunda del profesor y maestro Benedicto. Y ahora nos hace falta el pastor cercano a las ovejas que sale al encuentro. Benedicto XVI era finísimo, delicado, casi tímido, y le costaba más salir. Este, sin embargo, se ha encontrado de otra forma desde el principio, quizás porque no viene desde la cátedra, sino de una población como Buenos Aires donde han pasado momentos especialmente difíciles desde el punto de vista económico y de las necesidades.

¿Y esas medidas que ha tomado, renunciando a lujos concretos, cómo los ve?

No son gestos para la galería, sino de la naturalidad del pastor que llega y continúa siendo coherente habiéndose trasladado de sede y teniendo una repercusión mucho mayor que la de antes, aunque esa forma de ser ya la conocían sus fieles. Igual que su relación con la prensa. Eso no se improvisa. Ya era así.

¿Tiene algún significado especial para la iglesia española su carácter latinoamericano?

Su psicología, la de un argentino, puede estar más cercana a nosotros que la de un alemán. Pero no sabría especificar otras coincidencias.

Bergoglio fue obispo de la desaparecida sede de Auca, la antigua Villafranca Montes de Oca, y los monjes de Silos han hecho pública su deseo de que conozca el monasterio. ¿Va a tramitarle una invitación formal para que el Papa venga a Burgos?

En cuanto tenga la oportunidad quiero preguntarle si conoce la ciudad y le recordaré su título de obispo auxiliar de Auca. Lo intentaremos, pero este momento inicial será un enjambre de invitaciones e intentarlo será casi casi ocioso. Habría que pasarlo a un momento más adelante, cuando por lo menos pueda atender lo que se le expresa. Para él España será la madre patria y lo vivirá, seguro, de una manera especial porque también tuvo unos años de formación en Alcalá de Henares. Sería raro que no conociera nuestra Catedral, pero no tenemos el dato y tendrá que ser él quien nos lo explique.

¿Qué balance hace del papado de Benedicto XVI?

Nos ha hecho un análisis muy crítico de la autosuficiencia de Europa, de una actitud de arrogancia que tenemos ante la fe y ante otros valores humanos. Nos hemos creído el ombligo del mundo y tenemos que ir bajando la cerviz para respetar a todos los pueblos y no tratar de transmitirles las enfermedades que nosotros hemos engendrado. Europa tiene unas raíces indudablemente cristianas, al menos desde el punto de vista sociológico, y eso ni siquiera lo ha reconocido el parlamento. Ese escepticismo nos lleva a descomponernos como hombres y él lo ha resaltado, Benedicto ha puesto el dedo en la llaga.

¿Cómo valora su renuncia?¿Es un gesto de debilidad o de grandeza?

De grandeza, sin duda, pero además es complementaria a la de Juan Pablo II. Su antecesor mostró que en el dolor, la enfermedad y la debilidad también se puede ser maestro y representante de Cristo, pero eso no es necesariamente algo que se tiene que imponer a cada Papa. Actualmente, con tanta facilidad para mantenernos en vida aunque sea de una manera artificial, no debe convertirse la vejez de un Papa en un corsé, una cadena, que debilite el papel del magisterio. Benedicto ha sabido hasta prescindir de sí mismo. Sigue siendo sacerdote, obispo, cristiano, pero caminando tras el sucesor de Pedro que ahora es Francisco.

¿Será esa decisión un precedente para futuros Papas, a la vista de que la esperanza de vida cada vez es mayor?

Sí, creo que sí. Lo que hay que tener cuidado es que no se convierta en una presión. Se debe partir totalmente de la libertad, y el Papa debe evaluar la situación en cada momento.

En el caso de usted, manifestó hace tiempo que quería seguir siendo arzobispo de Burgos hasta los 75 años y renunciar en ese momento. Quedan solo dos años para eso, ¿Mantiene esa opinión?

¡Por supuesto! Llegado el momento presentaré la dimisión y estaremos a lo que diga el Papa. Porque la decisión final no depende de uno, por muy bien que esté. Me encuentro bien, pero estar aquí me ha dado mucha libertad interior y estoy encantado de estar aquí. Siempre lo que Dios quiera, ojalá me respete la salud y pueda estar en activo hasta el último día.

La Diócesis de Burgos, como el resto de la sociedad, lleva varios años afectada por la crisis. ¿En qué manera les influye?

En los ingresos, por ejemplo, de las ayudas o las colectas. Ya no pueden contribuir todos los que antes lo hacían. Es verdad que quienes no han perdido el trabajo siguen teniendo más o menos lo mismo, pero hay un porcentaje desempleado que lo pasa mal… Y nos afecta mucho el mal presente de los jóvenes y ese futuro aún peor, porque también influye en la integración en la comunidad cristiana. Gracias a Dios nuestros sacerdotes pueden seguir trabajando y cada vez están más abiertos a las necesidades. Yo les he repetido que ninguna necesidad de las que llegan a las parroquias debe quedar sin atención. A lo mejor una parroquia concreta no puede, pero entonces debe acudir a otra, o a Cáritas. Somos especialmente responsable de los cristianos, pero también de todos, y en las atenciones sociales que hacemos desde Cáritas, o los religiosos, nadie pregunta si las personas a las que se ayuda son cristianos o de otras religiones y cada vez es más frecuente que quienes han venido de otras culturas puedan ser de otras confesiones.

Cáritas es quien está en primera línea de la lucha contra la crisis ¿Se ha encontrado desbordada en algún momento?

A nivel nacional parece que sí, aquí parece que todavía pueden llegar, aunque no sé si en la cuantía que sería deseable. Ha habido una respuesta muy potente y el corazón de los fieles es muy sensible. Y a la hora de destinar unos ahorros confían en Cáritas porque tiene instrumentos adecuados de conocimiento y distribución.

¿Cuáles son las principales necesidades que le trasladan a usted?

Lo más perentorio es la falta de comida. Incluso en el caso de familias que sufren una situación vergonzante al verse en un problema y que nunca pensaron que podía afectarle a ellas. Pero también hay necesidades para el alquiler, para la luz, para la calefacción… Y sobre todo tenemos la desesperanza ante un futuro totalmente incierto que se les plantea. Cáritas tiene mucho mérito, también en la formación que están dando a las personas que no tienen conocimientos para capacitarles para poder trabajar y poder encontrar un puesto de trabajo.

Ya estamos metidos en la Campaña de la Renta y la Iglesia siempre recuerda en los últimos años la invitación a marcar la casilla de la iglesia.

¿Se sigue comportando mejor Burgos en este sentido que otras provincias españolas?

Sí, el porcentaje es superior a otras. Ha bajado el total pero no en proporción al problema económico general en España. Hemos ido aumentando la conciencia de responsabilidad y la de descubrir que la Iglesia se mantiene con las aportaciones voluntarias de quienes hacen la declaración además de las aportaciones concretas a las parroquias.

¿Harán también este año un recordatorio?

Sí, supongo que sí. No lo llevo directamente pero eso funciona todos los años y el administrador es muy sensible en esto.

En los últimos años se ha n cuestionado más que nunca el estatus de la Iglesia Católica y los privilegios que tiene en cuestiones como la casilla de la Renta o la exención del IBI en sus propiedades ¿Cómo se siente frente a esas polémicas?

Vamos a ver. Hay que aclarar que en el IBI no tenemos ningún privilegio, porque es lo mismo para otras confesiones o para otras entidades sin ánimo de lucro. Y en cuanto a la casilla de la Declaración de la Renta es una decisión de cada persona. Se puede aportar o no aportar. El Gobierno simplemente lo permite, y el que no quiere no lo marca.

¿Rechaza entonces que exista un privilegio?

No tenemos privilegio. Es un modo de ayudar socialmente a una institución que tiene repercusiones sociales benéficas.

¿Es buena su relación con el Ayuntamiento de Burgos?

Hombre, por favor… Sí, claro. Tenemos una relación de normalidad, como es obligado. No puedo menos que respetar a una autoridad designada por el pueblo.

Lo pregunto por episodios recientes como la polémica por la titularidad de la parcela de Juan XXIII o la discusión de si el Ayuntamiento debe seguir pagando la electricidad de la Real y Antigua de Gamonal.

No, no, estas cosas hay que resolverlas y tratarlas, porque que haya una buena relación no quiere decir que no haya contenciosos. En esos casos se sonríe y se buscan soluciones. En el caso de Gamonal, por ejemplo, pues hay que actualizar, lo que no se puede es estar conviviendo con una norma arcaica y que ahora no nos dice nada.

El Cabildo de la Catedral también ha tenido una ‘pelea’ con Patrimonio por el suelo radiante ¿Cuál es su postura en ese conflicto?

Yo mantengo siempre un argumento:¿Quién ha creado esa joya que hoy se reconoce como Patrimonio de la Humanidad? El Cabildo. Y ahora parece que es incapaz. ¿Se ha hecho niño para no poder decidir por sí mismo? Hombre, Patrimonio puede estar al tanto de lo que se hace y dar indicaciones, pero no incapacitar… Eso no. A lo largo de los años se han derribado capillas para hacer otras, se han cambiado muchas cosas, y tenemos la joya que tenemos. La solución es el suelo radiante, cualquier otro método de calefacción se nos va a ir a las nubes de la Catedral y va a calentar a los ángeles. Lo que necesitamos es tener los pies calientes, los dos metros de altura que normalmente ocuparon. Pero es un problema parecido al del altar o al trasaltar. Hace 5 o 6 años nos dijeron que iban a hacer unos sondeos para buscar solución al mal de la piedra y ahí está todavía, desmoronándose.

¿Y usted puede intervenir o ha intervenido en el conflicto?

Lo he hecho. He hablado especialmente con Enrique Saiz (director general de Patrimonio). Lo hice en su momento, hace tiempo que no. Yo ya he dicho suficiente.

El caso es que las dos partes afirman tener voluntad de entendimiento pero no llegan a una solución. ¿Estamos en un punto de bloqueo?

El Cabildo ha acercado posturas teniendo en cuenta las recomendaciones de la administración autonómica. Han introducido mejoras y gracias a ello hubo votos favorables al suelo radiante en la Comisión de Patrimonio. Pero ahí entra un poco el complejo de que no se quieren sentir responsables de la decisión y se remiten siempre a la Unesco. Que si puede decir una cosa, la otra, que no se obra bien… El informe previo de hace años indispuso a las partes y está enredado, pero ojalá se vaya aclarando.

Decía hace poco Andrés Picón, vicario general, que el Patrimonio acaba siendo una losa para ustedes por su alto coste de mantenimiento. ¿Lo suscribe?

Es imposible mantener la riqueza patrimonial que tiene la iglesia en Burgos. Aunque dedicáramos a eso todos nuestros ingresos. Se puede mantener mínimamente, lo que Vicente Orden Vígara (expresidente de la Diputación) llamaba «el convenio de las goteras». Yo en alguna ocasión les he dicho a feligreses de alguna población que me pedían arreglos: mire, ese templo significaba que aquí había una comunidad cristiana. Mientras la haya y sea suficiente, se mantendrá. Cuando no, ¿nosotros para qué lo queremos? No nos podemos convertir en mantenedores de todo, cuando los propios habitantes han abandonado ese lugar.

¿Y si ese templo abandonado para el culto tiene un gran valor histórico o artístico?

En ese caso, precisamente, en el convenio Iglesia-Estado está el compromiso de la administración para contribuir a la restauración del patrimonio, porque se reconoce que son bienes para el pueblo español.

¿Llegó a entrevistarse con los vecinos de Tañabueyes tras la polémica por la no devolución de su retablo restaurado?

No, yo no hablé con ellos, pero una representación sí que habló con Andrés Picón. Y vieron que había una buena disposición. Porque sin la actuación del arzobispado ese retablo no estaría hoy lo bello que está. Siendo propiedad de esa parroquia, tenemos como finalidad ser la entidad que proteja esos bienes. Eso es de Tañabueyes, no lo duda nadie, lo hemos expresado gráficamente, pero si hubiera quedado en el pueblo hubiera sido robado, dañado, perdido. Y eso sería una pena.

Esa recuperación era una de las finalidades del Museo del Retablo cuya sostenibilidad económica complica su apertura.

Ese Museo del Retablo se inició en un momento con mucha ilusión pero sin prever los gastos de mantenimiento que luego iba a generar. Hay que tener allí a alguien que vigile o muestre las riquezas que tenemos. Y en Burgos tenemos tanto, tantísimo Patrimonio, que nos llega a agobiar.

¿Hay planes de volver a abrirlo en verano?

Por supuesto, siempre que haya ayudas a las iglesias que cada Diócesis determina, sin duda. Y ojalá se puedan seguir restaurando otros retablos. Porque es una pena hacer retablos de ladrillo si tenemos riquezas maravillosas que pueden ser utilizados.

Mencionaba pueblos pequeños que se abandonan y ustedes al mismo tiempo cada vez tienen menos sacerdotes para atenderlos. ¿Se puede mantener una comunidad de fieles con una sola eucaristía cada dos semanas?

Lo que pasa es que tiene que haber comunidades básicas en sitios céntricos que agrupen a varias, aunque haya atenciones puntuales a las pequeñas poblaciones. Hay lugares en los que solo hay una familia. Y se deben sentir parte de una comunidad más allá de su pueblo o su círculo. No somos feligreses de una sola parroquia en la que vivimos, tenemos que formar comunidades cristianas más amplias en las que puede alimentarse la fe.

El relevo generacional de los sacerdotes depende de unas vocaciones que actualmente brillan por su ausencia ¿Le preocupa?

Me preocupa, y mucho. Sobre todo por lo que supone. Porque en los hogares cristianos no hay la riqueza que había. Y la limitación del tamaño de la familia hace que las previsiones sobre los hijos sean como más humanizadas, y no se abra a la libertad de la grandeza de las posibilidades. Una madre que sufre porque su hijo se va al seminario… Todas han sufrido, cuando somos pequeños, pero no hasta enfermar. Y hoy eso ocurre tanto que les resulta más difícil entrar a los seminaristas menores que a los mayores. ¡Es que de hecho tenemos más chicos en el mayor que en el menor! Al haber menos hijos los padres sienten más su posesión, y es más difícil la determinación de los pequeños. Gracias a Dios, Don Enrique está haciendo una labor vocacional maravillosa entre los más pequeños, y de ahí es de donde puede surgir el proceso, sobre todo si los padres lo ven con naturalidad.

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