El dinero es el dios del actual sistema económico

Cope – 29 septiembre 2013

El pasado domingo, el Papa visitó la isla de Cerdeña. Si a la de Lampedusa había ido para denunciar la tragedia que sufren muchos emigrantes y refugiados, ahora lo ha hecho para denunciar la falta de trabajo a que se ven sometidos, sobre todo, los jóvenes. Como ocurre siempre, el Papa llevaba una homilía escrita para pronunciarla en la Misa. Pero al ver las lágrimas de la gente y el espectáculo de tantos hombres y mujeres acuciados por la falta de trabajo, entregó los papeles al obispo de la diócesis e improvisó unas palabras que le salían de lo más hondo de su corazón. Fueron palabras contundentes. Más aún, proféticas. Porque denunció con enorme claridad y fuerza que el sistema económico actual ha quitado del centro al hombre y la mujer –criaturas de Dios– y ha colocado un ídolo: el dinero. «Este sistema sin ética ha colocado en el centro un ídolo y este mundo se ha vuelto idólatra del dinero».

Cuando Dios creó el mundo, quiso que el hombre y la mujer ocupasen el centro de todo lo creado y que hiciesen progresar la creación mediante su trabajo. Sin embargo, el actual sistema económico ha destrozado el plan de Dios y ha implantado un plan donde países y generaciones enteras se ven condenados a no poder trabajar. «Éste no es sólo un problema de Cerdeña, de Italia, de Europa. Es la consecuencia de un sistema económico que conduce a esta tragedia. En este mundo, mandan las ganancias, manda el dinero, manda el ‘dios-dinero’».

El Papa ha ido más lejos. «Para defender este ídolo, todos se arremolinan en el centro y caen los extremos. Caen los ancianos, con la eutanasia oculta, caen los jóvenes, que no encuentran trabajo». A los primeros, se les deja sin protección; a los segundos, se les roba el futuro y la esperanza.

Frente a esta situación, no vale cruzarse de brazos. Es preciso reaccionar, porque un mundo así «no tiene futuro», «no tiene dignidad». ¿Qué son un hombre y una mujer sin trabajo y sin esperanza? Por eso, el Papa ha añadido: «Queremos un sistema justo. No queremos este sistema globalizado que nos hace tanto daño. Hay que volver a colocar en el centro al hombre y a la mujer, no al dinero».

Para lograrlo, el Papa ha hechos tres propuestas. En primer lugar, rebelarse contra este sistema injusto, inhumano: «luchemos para que en el centro no esté un ídolo sino la familia humana». Pero «seamos astutos. El Señor nos advierte que los ídolos son más astutos que nosotros. Llamemos las cosas por su nombre». En segundo término, coraje, no rendirse, tener esperanza. «Es fácil decir no perdáis la esperanza», ha reconocido el Papa. Pero ha añadido: «no os dejéis robar la esperanza. La esperanza es como las brasas bajo las cenizas. Ayudémonos con la solidaridad, soplando para que venga la esperanza». Finalmente es necesario rezar con más intensidad pidiendo trabajo. El Papa ha animado a rezar así: «Trabajo, trabajo, trabajo». Bonita oración. Es una versión actual del «pan nuestro de cada día», que ahora tantos y tanto necesitamos. Porque «trabajo quiere decir llevar el pan a casa, amar, dignidad».

El Papa había recordado un hecho entrañable e íntimo. Él es hijo de un emigrante italiano, que marchó a Argentina «para hacer las Américas y surgió la terrible crisis y lo perdió todo. Yo oí en mi casa hablar de este sufrimiento, que conozco bien». Al final improvisó esta hermosa y sentida oración: «Señor, a ti no te faltó el trabajo de carpintero. Fuiste feliz. Señor, a nosotros nos falta trabajo. Los ídolos quieren robarnos la dignidad. Este sistema injusto quiere robarnos la esperanza. Señor, no nos dejes solos». Bonita oración para que la repitamos todos, tengamos o no tengamos trabajo. Es un buen comienzo para el nuevo curso que acabamos de iniciar.

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