In Memoriam Teófilo Casado Casado. Sacerdote.

La historia, generalmente, no la han hecho quienes figuran en los libros de historia, la historia la han forjado personas anónimas que, en sencillez, entrega, tesón, han gastado su vida, sin otras miras que cumplir con su deber allí donde están.

Esta mañana moría un hombre, Teófilo Casado, sacerdote. Si miramos su vida nada sobresaliente excepto el dolor, el mucho dolor, que le ha acompañado a lo largo de sus años. Sufrimiento reforzado al tener que vivirlo en soledad, sin poder compartirlo con nadie.

Pero, Teófilo, en su sencillez, con su silencio, con su mucho hacer y con su muy bien saber estar, allá donde estuvo dejó una huella de bondad. No estuvo en parroquias que le catapultaran a la popularidad. Supo amar y servir a las gentes que, lejos de su tierra, Cilleruelo de Arriba, en la Bureba, se le encomendaron: Galbarros, Caborredondo, Vallarta de Bureba, Zuñeda, Berzosa, Aguilar, La Vid, Bañuelos y que, supieron captar su bondad, acogerle y agradecérselo.

Hoy Teófilo descansa en paz, vive en nuestro recuerdo, pero, sobre todo, vive en el recuerdo de Aquél que le llamó a la vida y al sacerdocio y que le acompañó, sobre todo, en los días tristes, que fueron muchos, pero que, hoy, desde la otra orilla, desde donde se ven las cosas como realmente son, habrá entendido muchas cosas que estos últimos días daban vueltas en su cabeza.

Doy gracias a Dios por haberte conocido, admirado y acompañado. Tu amistad ha sido una escuela para mí.

Teófilo, amigo, hermano: ¡descansa en paz!

Jesús Yusta

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