50 años de gratitud y misericordia

El pasado 30 de junio el arzobispo de Burgos, don Francisco Gil Hellín, celebraba una eucaristía en la catedral para conmemorar sus 50 años de sacerdocio acompañado de fieles, sacerdotes, religiosos, religiosas y familiares.

Ayer fue un día especial para la diócesis burgalesa, ya que su arzobispo, Francisco Gil Hellín, celebraba con los fieles una eucaristía en la catedral para conmemorar el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal. “No estaba en mis cálculos tener una celebración especial por esta fecha tan significativa para mi, pensaba que con el homenaje que tuvimos en el día de san Juan de Ávila era suficiente. También en Murcia, mi diócesis de origen, festejamos este aniversario. Sin embargo, algunos de vosotros (refiriéndose a los numerosos sacerdotes concelebrantes) me convencisteis de que esta ceremonia no suponía ningún obstáculo”, comentó en su homilía Gil Hellín.

Ante los presentes, expuso dos ideas “que se sobreponen a todas las demás: gratitud y misericordia. Gratitud al Señor por haberme elegido para ser pastor de una porción de su pueblo, esta querida diócesis de Burgos. Y quiero apelar a la misericordia infinita de Dios porque hubiera querido responder siempre como el pueblo quería y necesitaba. Le pido perdón. Soy el primero que necesito aplicarme las palabras consoladoras del Señor cuando perdona”.

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Una larga y fructífera trayectoria

A la ceremonia acudieron numerosos laicos, religiosos y religiosas, sacerdotes, seminaristas… ante los cuales monseñor Gil Hellín narró su trayectoria  como sacerdote, desde sus comienzos hasta su incorporación, por recomendación de san Juan Pablo II, al Pontificio Consejo de la Familia, así como su posterior traslado a Burgos para ejercer como arzobispo. También destacó la importancia de la Eucaristía y la Penitencia como dos instrumentos vitales para la salvación de los fieles.

El cabeza de la Iglesia burgalesa también tuvo unas emotivas palabras para su familia. Así, recordó a su madre, viuda y con tres hijos a su cargo, y cuyo ejemplo fue crucial para transmitirle la fe. “Ahora que está en el cielo, quiero agradecérselo públicamente”, afirmó Gil Hellín, que también agradeció la presencia de su hermana Consolación, que acudió acompañada de su marido.

Al finalizar el acto, monseñor Francisco Gil Hellín recibió de manos de Andrés Picón, vicario general, un presente especial: el busto de san Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes españoles. Después tuvieron lugar las felicitaciones de todos los asistentes a la ceremonia, para quienes el arzobispo expresó su agradecimiento pos su presencia.

 

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