Formación humana, teológica y espiritual para acceder al diaconado permanente

La diócesis sigue difundiendo en qué consiste el diaconado permanente ya que los primeros candidatos serán ordenados próximamente. En esta ocasión, se de a conocer cuál es la formación y los requisitos que deben cumplir los candidatos a recibir el primer grado del sacramento del orden sacerdotal.

 

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David (izquierda) y Enrique han sido admitidos por el arzobispo a ser diáconos permanentes al servicio de la diócesis.

 

El diaconado es el primer grado del orden sacerdotal y, por lo tanto, como los presbíteros, el diácono debe prepararse para llevar a cabo la misión que le es encomendada.

 

Durante el primer año, el aspirante al diaconado debe discernir, acompañado del director para el diaconado y del director espiritual, su vocación. Tras este primer año, denominado propedéutico, el aspirante puede solicitar al obispo su admisión a órdenes. Una vez admitido como candidato al diaconado permanente empieza su preparación como diácono. Esta se desarrolla en tres ámbitos: académico, sectorial y espiritual.

 

Académicamente el candidato debe estudiar la diplomatura en Ciencias Religiosas. Son tres años que se cursan en la Facultad de Teología, preferentemente de forma presencial, aunque pueden realizarse online. El candidato debe tener la formación necesaria para poder acceder a estudios universitarios. El diácono debe estar debidamente formado para responder a las cuestiones teológicas y morales que se le puedan plantear.

 

Sectorialmente, mediante reuniones periódicas, el candidato recibe una formación más específica a la misión diaconal: analizará los principales documentos sobre el diaconado permanente, conocerá la estructura de la diócesis y las principales delegaciones y sus cometidos, aprenderá las funciones litúrgicas que como diácono va a desempeñar (en la eucaristía, la celebración de la Palabra, el bautismo, el matrimonio, las exequias…), y diferentes aspectos importantes para el diácono (espiritualidad matrimonial, diaconal y sacerdotal). A día de hoy estas reuniones son mensuales.

 

Respecto a la dimensión espiritual, el candidato nunca debe descuidar su formación en este ámbito. Para ello mensualmente, todos los candidatos y aspirantes, celebran un retiro que les ayuda en su relación con el Señor.

 

El diaconado no es un reconocimiento o un título honorífico es una vocación y una misión. Para poder ser ordenado como diácono hay que estar debidamente preparado para responder a las preguntas que el mundo te pueda lanzar. Hay que conocer la Iglesia a la que has de servir. Y, sobre todo, hay que formarse para configurarse con Cristo siervo.

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