Los peregrinos de la diócesis concluyen su viaje a Lourdes

Ya han regresado a Burgos los numerosos peregrinos que marcharon a Lourdes el pasado 17 de septiembre, en la cita anual en el santuario de convoca la Hospitalidad diocesana de Lourdes. Allí participaron en diversos actos religiosos como eucaristías, procesiones, el Vía Crucis, etc. Han sido para todos ellos unos días de convivencia y fraternidad de los que han vuelto con la fe reforzada.

 

La peregrinación diocesana a Lourdes ha sido de nuevo un éxito en su 34ª edición. Hasta doscientas veinte personas no dudaron en ponerse en marcha el pasado 17 de septiembre, en un viaje que concluyó este pasado domingo 20. La peregrinación, organizada por la Hospitalidad diocesana de Lourdes, contó además con la presencia del  arzobispo, Francisco Gil Hellín, quien presidió una misa en la gruta del santuario el día de la llegada.

 

La peregrinación contó con la colaboración del Ayuntamiento de Burgos, y por este motivo, tanto el alcalde de la ciudad, Javier Lacalle, como el presidente de la Diputación Provincial, César Rico, se acercaron el día en que comenzaba el viaje hasta la estación de autobuses para despedir a los participantes en esta cita anual. Ambos han coincidido en destacar la importancia de este movimiento solidario, que ya se ha convertido en una tradición en Burgos.

 

procesion de antorchas

Una procesión de antorchas recorre el santuario de Lourdes.

El grupo lo componía una cincuentena de enfermos, varios con movilidad reducida  a los que han atendido un centenar de voluntarios, además de personal sanitario, varios sacerdotes y otros cincuenta peregrinos de todas las edades. Todos ellos participaron en diversos actos religiosos adaptados a las características de cada grupo (Eucaristía en la gruta de las Apariciones, Procesión eucarística, Participación en la Misa internacional, Rosario de las Antorchas, Vía crucis, celebración penitencial…). Además ha habido tiempo para conocer los diversos santuarios y lugares más destacados de Lourdes, de dialogar con el arzobispo y de compartir momentos de fiesta y fraternidad.

 

Para los participantes supone una ocasión de encuentro con María y con la Iglesia en un enclave privilegiado, además de experimentar el servicio y la atención para con el necesitado. Una vivencia que muchos repiten año tras año y que recomiendan a personas de toda edad y condición.

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