Día de la Iglesia diocesana: «Miles de historias… gracias a ti»
«La diócesis es una porción del pueblo de Dios cuyo cuidado pastoral se encomienda a un obispo con la cooperación del presbiterio, de manera que, unida a su pastor y congregada por él y en el Espíritu Santo mediante el evangelio y la eucaristía, constituya una Iglesia particular en la cual y verdaderamente está presente la Iglesia de Cristo, una, santa, católica y apostólica». Así define el Código de Derecho Canónico la diócesis o Iglesia local. Pueblo, obispo, presbiterio, Espíritu Santo, evangelio, sacramentos e Iglesia son los elementos que no deben faltar para que a un determinado territorio se le pueda llamar diócesis. La de Burgos cuenta con todos ellos y, a mediados del mes de noviembre, celebra que sigue cumpliendo con su misión evangelizadora. El 15 de noviembre, coincidiendo con el día de la Iglesia diocesana, todos los miembros de la Iglesia burgalesa celebran una jornada en la que toman conciencia de su pertenencia a la misma y, como ocurre con las grandes instituciones, la diócesis da a conocer la labor realizada en el último año, da cuenta del estado de sus finanzas y de cómo ha administrado el dinero y hace balance del trabajo realizado y su repercusión en la sociedad.
Una labor que no sería posible sin la colaboración de todos los cristianos burgaleses. De hecho, el día de la Iglesia diocesana lleva como lema este año «Miles de historias gracias a ti», con el que se quiere hacer hincapié en la importancia de la participación –tanto económica como de colaboración directa– de todos los cristianos para llevar adelante la misión evangelizadora de la Iglesia. «Porque son los recursos económicos, pero sobre todo las personas, los que facilitan que la Iglesia pueda cumplir con su misión», tal como asegura Vicente Rebollo, ecónomo diocesano. En estos días, él es el encargado de presentar cuentas y hacer balances sobre el modo en que la diócesis ha llevado a cabo su labor celebrativa, asistencial y pastoral en el último año.
Las cuentas claras
Una de las razones de tal ejercicio de transparencia es el de mostrar a la opinión pública cómo se ha utilizado el dinero que cientos de personas confían a la Iglesia para desarrollar su importante labor. Y es que, tal como asegura Rebollo, «nosotros no somos propietarios, sino meros administradores de ese dinero. Si alguien nos lo ha confiado debemos en justicia mostrarle cómo lo hemos empleado». Así, del balance económico se desprende que la diócesis cerró el año pasado con un superávit de algo más de 300 mil euros «no porque nos estemos lucrando sino porque no se han llevado a cabo dos obras que estaban presupuestadas por razones que no nos competen, sino que se deben a retrasos de la administración pública». Se trata del centro parroquial de Ibeas de Juarros y de la parroquia de San Juan Pablo II, todavía en espera de ejecutarse a falta de las autorizaciones.
Con todo, para Rebollo «estas cifras nos hablan de vida», de una ingente actividad pastoral y asistencial que llevó el año pasado a la atención directa de más de 16 mil personas en el campo de la caridad –entre Cáritas, Atalaya, los Hermanos de San Juan de Dios y otras instituciones caritativas– y otras tantas en la formación en las parroquias y centros de enseñanza de la diócesis. Es mucho el trabajo asistencial que realizan miles de cristianos implicados en diferentes organismos y estructuras presentes en la diócesis. La atención a los empobrecidos, los enfermos, inmigrantes o las personas privadas de libertad, las que carecen de hogar o intentan superar su drogodependencia son acompañadas por una muchedumbre de voluntarios a los que también se quiere rendir homenaje en este día de la Iglesia diocesana. Junto a ellos, la otra cara de la moneda la aporta la labor celebrativa y pastoral. El año pasado, se celebraron en Burgos casi 2.000 bautizos, 1.600 confirmaciones, casi 2.200 primeras comuniones y 423 bodas.
Toda una labor evangelizadora que no se podría llevar a cabo sin la aportación económica de tantas personas que, siendo católicas o no, colaboran con el sostenimiento económico de la Iglesia. Para Rebollo «es significativo que la aportación de los fieles en el capítulo de ingresos es cada año mayor, superando a lo que recibimos de la casilla de la declaración», lo que indica que lo que aporta el IRPF a las arcas de la diócesis supone apenas un 16% del total de ingresos.
En la cuenta de gastos las mayores partidas son las destinadas al pago del personal seglar que trabajan en organismos de la Iglesia burgalesa (la inmensa mayoría en los colegios diocesanos), a la atención pastoral y asistencial – casi 6 millones de euros– y al cuidado y reparación del basto patriomonio diocesano –algo más de 9 millones–.
Todos suman
Con todo, Rebollo desea focalizar la atención en la generosidad de los burgaleses: «Todos somos y formamos parte de esta gran familia que es la diócesis de Burgos. Gracias a la colaboración de todos podremos contribuir a crear una sociedad mejor y más justa, posibilitando que la Iglesia pueda seguir estando al lado de todos», indica. De hecho, y tal como indica el lema de la jornada de este año, «cada uno de nosotros puede ser el artífice de la creación de miles de historias de crecimiento personal y de un futuro mejor». Una llamada a la colaboración y participación de todos.