Cuando el 15 de enero se convierta en fiesta…
Justamente hoy, hace 79 años, el sacerdote burgalés Valentín Palencia Marquina moría martirizado en un monte en Ruiloba, cerca de Suances, en Cantabria. La acusación: celebrar la eucaristía a pesar de tenerlo prohibido. Junto a él, cuatro jóvenes, sus mejores amigos y discípulos, quisieron correr su misma suerte a pesar de no estar condenados: Donato Rodríguez, Zacarías Cuesta, Emilio Huidobro y Germán García. Son el ejemplo supremo de su fidelidad a Jesucristo hasta dar su sangre por él y muestra máxima de fidelidad a un amistad incondicional nacida en una obra social y asistencial a favor de los niños pobres y huérfanos del Burgos de los años 20: el Patronato de San José, del que fue promotor y fundador el mismo Palencia.
Su ejemplo heroico es motivo sobrado para que la Iglesia los declare beatos en una solemne eucaristía que tendrá lugar en la catedral el próximo 23 de abril y que estará presidida por el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato. A pocos meses de la beatificación –la primera que se celebrará en Burgos la historia de la diócesis– y coincidiendo con el aniversario de su muerte y futura fecha de su fiesta en el calendario de los santos, hacemos un breve repaso por la biografía de estos jóvenes burgaleses.
Valentín Palencia Marquina
Nace el 26 de julio de 1871. Es hijo de Cipriano y de Victoria. Desde pequeño mostró su deseo de ser sacerdote, hecho que se vio consumado el día de su ordenación el 21 de diciembre de 1895. El cardenal Fray Gregorio María Aguirre lo nombra director, capellán y profesor del «Patronato de San José para la enseñanza y educación de niños pobres», ubicado en la actual iglesia de San Esteban.
En dicho centro llegó a cobijar a 110 muchachos, 40 internos y unos 60 o 70 externos, a los que ayudaba, también, en un comedor de invierno. Su secreto para poder conducir a tantos niños era la pedagogía activa y una educación en la responsabilidad. Procuraba que la instrucción fuese alegre para hacer hombres de provecho y orientarles hacia el amor de Dios, siguiendo el modelo de las escuelas del Ave María del también sacerdote burgalés Andrés Manjón. Dormía al lado de los niños, aseaba a los pequeños, les enseñaba a rezar, a estudiar, a ejercitarse en oficios manuales y jugaba con ellos. Soñaba con una escuela profesional, pero tuvo que conformarse con un pequeño taller. Refuerza la instrucción escolar con dibujo para la habilidad manual; teatro para educar en la expresión, y música para refinar el espíritu. Tenía un coro y formó una banda de música, actuando en conciertos y procesiones.
En verano, a un grupo de sus músicos y a los niños pequeños que no tenían dónde ir, los llevaba una temporada de descanso a Suances. Pero el 18 de julio de 1936 se declaró la Guerra Civil. La iglesia fue convertida en garaje y le prohibieron celebrar la misa a partir de la Asunción de la Virgen (15 de agosto). Un alumno indisciplinado, por no haber recibido la propina de una peseta de plata, lo acusó al Frente Popular de Torrelavega de continuar haciéndolo. La noche antes de su martirio reservó una hostia consagrada para comulgar antes de que lo mataran.
Fueron seis los muchachos mayores llamados a declarar. De ellos, dos volvieron, pero otros cuatro, al conocer la suerte que iba a correr don Valentín y por fidelidad a él y a Jesucristo, decidieron acompañarlo en el martirio. Entregaron su vida por Cristo en el monte Tramalón de Ruiloba (Cantabria) el 15 de enero de 1937
Donato Rodríguez García
Nació en Santa Olalla de Valdivielso el 27 de enero de 1911. Caminaba con muletas a causa de una poliomelitis infantil. Dada su minusvalía fue recibido en la Casa de Asilo de Burgos para estudiar música. Al salir de allí, don Valentín se interesó por él y le encargó tomar las funciones de maestro, «estando muy contentos los niños con él», según testimonio del propio Palencia. El 19 de noviembre de 1934 recibe el diploma de capacidad en la enseñanza de piano por le Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Llegó a ser el director de la banda de música que Valentín creó en el Patronato de San José. Uno de sus alumnos en el Patronato, aseguraba de él: «Era un buen pedagogo; para enseñar música, parecía que te hipnotizaba, te transmitía su ilusión. Enseñaba solfeo e instrumentación, de suerte que nosotros, con doce años, leíamos con gran facilidad las partituras a primera vista. Era muy cariñoso con los chavales; nos reprendía con la mirada si estábamos distraídos».
Zacarías Cuesta Campo
Zacarías Cuesta Campo nació el 10 de junio de 1916 en Villasidro. Se quedó cojo a los cinco años. Sus padres, al tener amistad con don Valentín llevaron a su hijo al Patronato de San José para que aprendiera el oficio de sastre y zapatero. Allí también aprendió música. Su hermana Herminia recuerda de él que era «alto, fuerte y cojo» y su otra hermana, Restituta, confiesa: «Mi hermano y yo nos queríamos mucho» a la vez que le describe «siempre cojo, con una pierna más delgada y en la que tenía mala circulación y por los inviernos se le abría y le hacía llorar». Su hermano Elpidio Cuesta aseguró de él que «era serio y responsable y cuando los chicos hacían rabiar a las chicas y se metían con ellas, mi hermano siempre las defendía. Mi hermano era de buenos sentimientos, como toda la familia. De niños íbamos al Rosario, y él era simpático y alegre».
Germán García García
Germán García García nació el 30 de octubre de 1912 en Villanueva de Argaño. En 1923 ingresó como junior en el colegio de los Hermanos Maristas de Arceniega (Álava). Al curso siguiente es trasladado al colegio de Gruliasco, en Turín. En 1927 hace el postulantado y noviciado, llegando a realizar el escolasticado en 1929. En 1930 es enviado a Río de Janeiro (Brasil), donde da clases hasta causar baja –se cree que por enfermedad– y regresa a Burgos. En 1933, dados sus conocimientos de idiomas, comienza a trabajar en un hotel de la capital y, en 1934, se ofrece voluntariamente a prestar sus servicios en el Patronato de San José.
Emilio Huidobro Corrrales
Emilio Huidobro nació el 9 de agosto de 1917 en Villaescusa del Butrón. Al fallecer su padre Íñigo, su madre Agapita se casó en segundas nupcias con Florentino, quien lo maltrata. Al morir Agapita, su abuelo lo llevó al Patronato junto a su hermano Aníbal.
Don Martín Izquierdo Fuente, asegura que «Emilio era el director de la orquesta cuando no podía don Donato. Era de complexión alta y fuerte y muy bondadoso. Una persona de gran humanidad física y moral. Muy alegre. Pacificador: cualquier discusión la apaciguaba. Era respetado. Hacía las suplencias en la dirección de la música. Era muy religioso. La verdad es que todos íbamos a misa, y ellos eran los principales ayudantes en la convivencia». «Tocaba casi todos los instrumentos: trompeta, bombardino, trombón… Tocaba muy bien todos los instrumentos de viento y cuerda. Además, aparte, nos daba lecciones de geometría».