¡Por tierra, aire y mar, sea con nosotros san Lesmes abad!

Miles de burgaleses, así como miembros de la corporación municipal, se acercaron ayer hasta la iglesia de San Lesmes para rendir homenaje al patrono de la ciudad. Fue el culmen de una semana de actividades pastorales y lúdicas con la que la parroquia ha querido rendir homenaje al santo francés.

 

san lesmes

El arzobispo recibe las ofrendas al santo. Foto: burgosconecta.es

 

La iglesia de san Lesmes volvió a quedarse ayer pequeña ante la presencia de cientos de burgaleses que quisieron acercarse para honrar al patrono de la ciudad. Era la primera vez que el arzobispo, Fidel Herráez Vegas, celebraba la fiesta del santo francés en una eucaristía a la que asistieron también miembros de la corporación municipal y embajadores de la ciudad francesa de Loudum, localidad natal del santo. Con palabras pronunciadas incluso en francés, el arzobispo invitó a los presentes a imitar en sus vidas las actitudes del santo, siendo capaces de «servir mejor a los demás porque somos un poco más hermanos».

Fiesta parroquial

La de ayer no fue sino la jornada grande de una serie de actos que se vienen celebrando desde hace algunos días. La parroquia más grande de la diócesis abrió el novenario en honor del santo haciendo especial hincapié en la necesidad de practicar y hacer vida las obras de misericordia para vivir de forma coherente al estilo de Dios.

 

A la puerta de su monasterio, en el hospital de peregrinos y en su vida monaca, el santo francés vivió a la perfección la regla benedictina del «ora et labora». Por esa razón, la parroquia ha querido hacerse eco de este servicio de entrega mostrando la vida del patrono como digna de imitar. «Hoy, tan necesitados de maestros, san Lesmes puede seguir siendo actual en su modo de estar en el mundo», cuenta sor Isabel Vique, una de las religiosas Teatinas que colaboran con la parroquia.

 

Los actos han contado también con un concurso literario y de dibujo. Además, ha habido tiempo también para una tarde lúdico-catequética teniendo talleres de cestos de mimbre y de pan, chocolatada, entrega de premios y la proyección de una película.

 

El triduo, predicado por Carlos Navarro, vicario parroquial, volvió a incidir en tres obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar posada al peregrino y rezar por los vivos y difuntos. En palabras suyas al finalizar el triduo se recordaba: «En esta época nuestra donde se vive “tan aprisa”, y donde parece que el tiempo “escasea”, ojalá sepamos “perder tiempo” –que en el fondo es ganarlo– en aquello que nos devuelve la mirada a lo esencial, al sentido de nuestra vida, a la alegría del encuentro. En el espacio habitado de nuestro ser es donde nos encontramos con Quien sabemos nos ama y nos devuelve la presencia constante de nuestros prójimos».

 

La tarde-noche del 29 fue el tiempo del pregón y el concierto a cargo del laureado Orfeón Burgalés. El sábado 30, misa concelebrada en la fiesta litúrgica del titular. Culminaron los actos ayer domingo con la fiesta de la ciudad. Miles de fieles pasaron a lo largo del día por su sepulcro para honrar y rezar a su patrón.

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