La Semana Santa burgalesa vista desde el sentimiento cofrade

La procesión del Encuentro es una de las más populares de Burgos. Ilustre Archicofradía del Santísimo Sacramento y Jesús con la Cruz a Cuestas.
Burgos ha comenzado su puesta a punto para acoger a los miles de fieles de la diócesis que acudirán a las procesiones para vivir la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Ya el pasado Viernes de Dolores se revivieron el Rosario Penitencial en el Barrio de San Pedro y la procesión del Silencio. Ayer, la barriada de Juan XXIII volvió a vivir su procesión penitencial. Y hoy, la procesión de la Borriquilla y el Cristo de las Santas Gotas marcarán los desfiles en esta jornada de Domingo de Ramos.
Diecisiete Hermandades y Cofradías son las encargadas de organizar los diferentes actos y desfiles procesionales en la ciudad de Burgos. Con el paso de los años, han mantenido viva una tradición de belleza serena y profundo recogimiento.
Felipe Nebreda es un burgalés perteneciente a la Archicofradía del Santísimo Sacramento y Jesús con la Cruz a Cuestas. Cofradía que nació en noviembre de 1794 en la parroquia de San Cosme y San Damián, con el fin de adorar al Santísimo Sacramento en la Eucaristía. Y posteriormente en 1940 se añadió la rama penitencial para procesionar el paso de Jesús con la Cruz a Cuestas. Nebreda define su cofradía como “eucarística y penitencial”. La cofradía cuenta con unos 300 miembros de los cuales salen en procesión unos 200, de ellos 35 son de la agrupación musical, 66 portadores de andas y el resto nazarenos y cofrades con mantilla.
Felipe llegó a ser cofrade siendo pequeño siguiendo el ejemplo de sus padres, que pertenecían a la cofradía. Lleva casi 50 años de cofrade, algo que según él es “ser cristiano y por lo tanto seguidor de las enseñanzas de Jesucristo”.
La Semana Santa es para Felipe “un tiempo de reflexión y recogimiento recordando la muerte y resurrección de nuestro Señor, rememorando lo que sufrió y lo que hizo por nosotros”. La procesión del encuentro, la vive con “la emoción de acompañar a Jesús con la Cruz a Cuestas portado en andas, al encuentro con su Madre en un lugar tan emblemático como es la catedral de Burgos”.
Una doble devoción
Santiago Puigdomenech y Eduardo Sáez son dos burgaleses pertenecientes a la Real Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y Nuestra Señora de los Dolores. Hermandad fundada como la «Cofradía Noble de la Sangre de Cristo» en 1592 en el convento de la Trinidad, para extender y perpetuar la devoción al Santísimo Cristo y sagradas reliquias. A pesar de ser muy crecida en sus principios, en 1770 se extinguió por falta de hermanos. Y no será hasta 1944 cuando volvió a resurgir adoptando la denominación actual. La espiritualidad de esta Hermandad viene proclamada por la doble devoción, al Santo Cristo y a la Virgen María. La Hermandad cuenta con 160 cofrades, de hábito o de medalla, varones y mujeres, de varias parroquias de Burgos, incluyendo los 46 de la banda, que también son cofrades.
Santiago lleva siete años en la cofradía. “Empecé siendo monaguillo en la parroquia, y también salía en las procesiones con el cirial”, recuerda. A este burgalés entrar en el seminario no le supuso dejar de ser cofrade. Santiago comienza sus ensayos tocando el fliscorno a principios de octubre del año anterior para poder preparar las nuevas marchas. Participa en varias procesiones, la de la Borriquilla, la del Santísimo Cristo de Burgos y en la del Santo Entierro. Pero es la procesión del Encuentro la que vive con mucha devoción. “Se saca en procesión a Nuestra Señora de los Dolores y como componente de la hermandad es un orgullo poder formar parte de esta procesión tan especial para la cofradía como para la ciudad de Burgos”, afirma.
El mayor acto de amor
La Semana Santa para Santiago es “un recordatorio del mayor acto de amor que ha habido en la historia: la entrega de su propio hijo por parte de Dios para salvar a los hombres y así recordar que tanto amo Dios al mundo que entrego a su único hijo”.
Por su parte, Eduardo lleva diecinueve años en la banda de la cofradía. Actualmente lleva una banda de tambores y cornetas de 30 niños entre 3 y 10 años. Para este burgalés ser cofrade significa ser cristiano, ya que “tienes que dar testimonio del Misterio Pascual, la muerte y la resurrección de Jesús”. Al igual que Santiago, Eduardo comienza los ensayos a principios de año, y participa en todas las procesiones.
Tanto Eduardo, Santiago como Felipe animan desde su experiencia a todos los burgaleses a vivir la Semana Santa con devoción. Eduardo recomienda hacerlo de una manera “más intensa e involucrándose con una cofradía”. Santiago cree debe vivirse “con pasión y devoción y para ello pueden acudir a procesiones menos conocidas como algún rosario penitencial o algún vía crucis”. Felipe sugiere a los burgaleses que “vean ese Vía Crucis que forman las procesiones y que reflexionasen sobre de lo que Jesús hizo por nosotros”.