La parroquia de San Julián se prepara para vivir la fiesta de su patrón

La diócesis celebra la festividad de san Julián, y será la parroquia que lleva su nombre la que acoja una solemne eucaristía que presidirá el arzobispo de Burgos. De este modo se recordará la figura de este gran santo burgalés que fue obispo de Cuenca y vivió entregado a los más pobres y necesitados.

 

san julian

San Julián y Lesmes.

 

Hoy la parroquia de San Julián celebra la festividad de su patrón, el santo burgalés que fue obispo de Cuenca desde el año 1198 al 1208.

 

Los actos religiosos comenzaron el pasado 25 miércoles de enero con un triduo en honor al santo que ha estado predicado por el vicario general de la diócesis, Fernando García Cadiñanos, mientras que ayer por la tarde tuvo lugar el oficio de vísperas en honor de san Julián. Para esta tarde, además de las misas de las 10:00 y las 11:00 horas, se celebrará a las 20:00 horas una solemne eucaristía presidida por el arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, y que contará con asistencia del Ayuntamiento en cumplimiento con el voto hecho por la ciudad de Burgos  a san Julián en el año 1600. Al finalizar esta, habrá una procesión del santo y veneración de su reliquia.

Un apóstol incansable

La tradición afirma que Burgos fue la ciudad que se convirtió en cuna de san Julián cuando nació allá por el año 1128, y será en Burgos donde aprenderá las primeras letras para después trasladarse a estudiar a Palencia las disciplinas que le correspondían. Será allí donde ejercerá como profesor de manera brillante durante 12 años, hasta que la muerte de su madre le lleve a desear la soledad y entrega a Dios, retirándose a un eremitorio de anacoretas en la vaga del Arlanzón, en compañía de su fiel criado Lesmes.

 

Se ordenó sacerdote en el año 1166, dedicándose por entero a la predicación del Evangelio, primero entre sus paisanos de Burgos y posteriormente por toda España. Al morir el primer obispo de Cuenca, recién conquistada a los musulmanes, el rey Alfonso VIII «obliga» a Julián a aceptar la dignidad episcopal, convirtiéndose en el segundo obispo de Cuenca en el año 1198. Durante 10 años se aplicó co todas sus fuerzas y medios a remediar las carencias de aquella diócesis, y sobre todo, a socorrer a los pobres y necesitados. En el convencimiento popular quedará para siempre como «padre de los pobres», llegando incluso a trenzar cestos para ayudarles. Sin embargo, el hecho de los cestos y cestillos no deja de ser anecdótico, siendo realmente importante en san Julián su talla intelectual y de apóstol infatigable de Jesucristo.

 

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