«Buscar a Cristo dentro uno mismo es una aventura apasionante»
Patricio Esteban Jara Arias nació en Valparaiso (Chile) en 1985 y tiene dos hermanos varones. Se ordenó sacerdote carmelita en 2016 en su país y ese mismo año fue destinado a España, primero en Ávila y después en Burgos donde desarrolla actualmente su misión en la atención a los frailes mayores de edad y enfermos. Es técnico de enfermería de profesión y estudia Teología Espiritual en Burgos, donde también elabora una tesina titulada «Herida y sanación en San Juan de la Cruz», que espera culminar próximamente.
Patricio empezó a sentir la llamada a su vocación entre los 17 y los 22 años, «fue sobre todo después de recibir la Confirmación cuando comencé a participar en un grupo misionero de carmelitas, MILPA, que me enganchó por la alegría en el anuncio del mensaje de Jesús y también por su dimensión social en la atención a los más vulnerables», una situación que daba sentido a su vida.
Según Patricio, este carisma es fruto de la evolución a lo largo del tiempo, «con la intervención clave de los fundadores Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz». «Lo más destacado -continúa- y que a mi me atrae mucho es la importancia de la vida interior y la búsqueda de Cristo dentro de uno mismo, lo que supone una aventura apasionante, porque en realidad solo nos conocemos en parte y lo más importante está por descubrir».
El trabajo que lleva a cabo cuidando a los carmelitas de mayor edad es algo que le aporta «una sensación de plenitud»: «Estoy contento porque veo a estas personas, que pese a sus limitaciones, están felices, han recorrido gran parte de su camino en la vida y lo han hecho bien, con satisfacción. Yo les admiro porque supieron cultivar un orden de vida con disciplina y entrega a Dios y a los demás, en unos tiempos en los que había menos libertad que ahora».
Reconocer las heridas espirituales
Sobre su tesina, Patricio explica que trata de abordar y comprender comprender el proceso de transformación de la herida espiritual, hasta su curación. «La clave es reconocer la herida, ser dócil a la acción de Dios y después iniciar un proceso de sanación basado en el amor a Jesús. También es importante darse cuenta de cómo se va curando la herida. Dios sana amando». Y es que, tal y como cuenta Patricio, las heridas espirituales son más complicadas que las del cuerpo, «porque como no son visibles no se pueden reconocer inmediatamente, y luego; cuando logramos reconocerlas, no sabemos como podemos curarlas. Si primero no reconocemos nuestro pecado de soberbia no podemos sanar. Lo primero es reconocer la herida y luego someterla a la acción de Dios».
En cuanto a su estancia en Burgos, este joven reconoce que se siente bien acogido y que le gusta´ria quedarse, pero es consciente de tener una misión pendiente en Chile, «y debo cumplir con mi deber, el que me pidan mis superiores».