Las delegaciones de Familia y Vida celebran su encuentro regional anual

El obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, animó a impulsar en todas las diócesis un proyecto reconocible de preparación al matrimonio y acompañamiento de los nuevos matrimonios.
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El pasado sábado 16 de febrero se celebró en Valladolid el encuentro anual de delegaciones de Familia y Vida. Desde Burgos acudieron los delegados Laura Pérez y Jorge Lara y el consiliario, Julián Palencia. En la reunión participó el obispo auxiliar de Valladolid y secretario de la Conferencia Episcopal, don Luis Argüello, que animó a la continuidad de estos encuentros de comunión de las iglesias de Castilla y León, que se vienen haciendo también en otros sectores, y a impulsar en todas las diócesis un proyecto reconocible de preparación al matrimonio y acompañamiento de los nuevos matrimonios.

 

Partiendo de la cuestión antropológica de nuestra época, clave en el diálogo con la sociedad, don Luis destacó que la Iglesia tiene una comprensión católica de este mundo y una llamada misionera, evangelizadora, para ofrecer esa comprensión que se traduce en un estilo de vida y que nace de la revelación del Amor de Dios, al que respondemos con la conversión personal y la salida misionera con una dimensión de anuncio y otra de combate (iglesia militante), entre otros aspectos, contra ideologías que no respetan la antropología adecuada del plan original de Dios.

 

Constató a continuación la triple dimensión o perspectiva de la persona humana, reflejo de la persona divina: 1) el yo, la conciencia; 2) la relacional, ambiental, alianza; 3) la institucional. La Iglesia desarrolla esta comprensión a través de la doctrina social de la Iglesia (DSI), que sale al paso del individualismo tanto colectivista como neoliberal. Por eso en los temas de la familia (atención a la familia, acompañar a novios, esposos jóvenes, atención a los conflictos matrimoniales, hijos…) no se puede desvincular la preocupación por el sujeto, ni sus relaciones cercanas, de las cuestiones sociales que afectan también al ser de la persona, de la familia, del matrimonio. El despliegue de una antropología adecuada a una experiencia humana elemental, ya que somos persona (dignidad de la persona, de la vida, en todo su recorrido); somos morada (la familia, la casa, la economía, las relaciones…) y somos pueblo (la convivencia, las instituciones, la dimensión política, la organización de la convivencia, el bien común, la justicia, y un principio de la DSI clave, el de la subsidiariedad).

 

Trabajar por proyectos

 

Ese planteamiento, en la práctica, se está intentando materializar en una organización eclesial menos parcializada, como con los nuevos dicasterios de Laicos, Familia y Vida y el de Desarrollo Humano Integral, o encíclicas como Laudato si, que no es una encíclica ecologista, sino de una antropología ecológica, donde tienen cabida las cuestiones de la justicia, de la dignidad de la vida, de la casa común, de la alabanza al Creador; de forma gráfica, una encíclica verde, pero también roja, azul y blanca.

 

Esta llamada debemos vivirla también en nuestras diócesis, haciendo que nuestras delegaciones trabajen codo a codo con educación, catequesis, apostolado seglar… cuidando la dimensión social de la fe. Como nos plantea el último documento del Sínodo de Jóvenes (nº 141), «a trabajar más por proyectos que por oficinas».

 

Tras el diálogo con el obispo auxiliar de Valladolid, los participantes en el encuentro dedicaron el resto de la jornada a poner en común el trabajo de las delegaciones y a intentar unificar criterios y enriquecerse con las experiencias de las distintas diócesis, así como a detectar los problemas comunes para también ir proponiendo soluciones en común y en comunión.

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