El arzobispo visita a las comunidades de los valles de Valdivielso y Manzanedo

Don Fidel prosigue su visita pastoral a la unidad de atención pastoral de Villarcayo. Además de participar en varios actos comunitarios, este fin de semana recorrió 21 pequeñas parroquias.
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Palabras como intensidad, comunidad, Iglesia, alegría, sonrisas, celebración, oración, servicio, cariño y cercanía pueden definir a la perfección la visita del arzobispo, don Fidel Herraéz Vegas, el pasado sábado a las comunidades del valle de Valdivielso. La jornada comenzaba con la oración y el saludo a los fieles en la ermita de la Virgen de la Hoz. Este acto daba el pistoletazo de salida para visitar diferentes pueblos como Valdenoceda, Quintana de Valdivielso –donde fue entrevistado por una radio local– El Almiñé, Puentearenas, Quecedo, Arroyo y Hoz de Valdivielso. En todos ellos el obispo saludó tanto a bebés, niños y jóvenes como a adultos y ancianos y compartió con ellos palabras cercanas de ánimo y agradecimiento. No se fue sin hacer una oración por los difuntos de cada localidad y una fotografía para ilustrar el momento.

 

Pasado el mediodía, don Fidel presidió la Eucaristía en el templo de Población de Valdivielso, que estaba totalmente lleno de fieles del Valle. A continuación le esperaban alrededor de ochenta vecinos de los distintos pueblos en Condado de Valdivielso para compartir una comida popular. Ya por la tarde visitó la iglesia de Toba y subió a la ermita de la Virgen de Pilas, donde se celebró un acto mariano. Completó la intensa jornada visitando cinco pueblos de  la Merindad de Castilla Vieja: Incinillas, Villalaín, Bisjueces, Barruelo y La Aldea.

 

El domingo, el arzobispo conoció de cerca el valle de Manzanedo y a sus gentes. Después de un café recién hecho en Cidad de Ebro para comenzar la jornada, don Fidel visitó las localidades de Vallejo, San Miguel de Cornezuelo –donde quedó fascinado por su templo románico– y Argés, cuya iglesia ha sido reconstruida con la ayuda de los vecinos. Entre localidad y localidad también tuvo tiempo para disfrutar de la rica naturaleza de la zona. A mediodía el arzobispo llegaba a Rioseco, donde le esperaban voluntarios implicados en el proyecto de recuperación de este antiguo monasterio cisterciense para recorrer sus muros y vistas en una visita guiada y compartir con él lo que supone en la zona este trabajo que une a tantos vecinos. Allí don Fidel plantó un olivo que representa la paz y esa unión de las personas en busca de un objetivo común.

 

Para concluir la visita a este valle, se celebró la Eucaristía en la parroquia de Manzanedo y a la salida se compartió un pequeño aperitivo para tener un momento cercano y alegre con don Fidel. Antes de emprender el viaje de regreso a Burgos compartió familiarmente la comida con un grupo de vecinos del valle.

Comentarios

Comentarios: 2

  1. Begoña

    El arzobispo muy sencillo y humano fue una jornada bonita y emotiva muchas gracias


  2. Casana

    Gracias, Don Fidel. Gracias, Juanmi y demás acompañantes. Una visita inolvidable.