Cardenal Miguel Ángel Ayuso: «Las religiones forman parte de la solución de nuestros problemas»

El presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso inaugura esta tarde el primer Foro de la Concordia, que se celebrará en la Catedral hasta el viernes.
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Nacido Sevilla 1952, Miguel Ángel Ayuso fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1980. Este misionero comboniano trabajó en Egipto y Sudán hasta 2002. Se licenció en Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Pisai de Roma en 1982 y se doctoró en Teología Dogmática en la Universidad de Granada en 2000. El 30 de junio de 2012, Benedicto XVI lo nombró secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Posteriormente, fue nombrado por el papa Francisco como obispo titular de Luperciana para presidir dicho dicasterio, y fue consagrado en marzo de 2016. Habla varios idiomas, entre ellos, árabe, inglés, francés e italiano. Hoy acude a Burgos para inaugurar esta tarde el Foro de la Concordia de la Catedral.

 

¿En qué consiste su trabajo?

Soy el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, uno de los dicasterios de la curia romana que se ocupa de la promoción del diálogo con los seguidores de otras tradiciones religiosas. Es un trabajo sensible, delicado, que requiere la atención a personas, instituciones y grupos de distintas realidades interreligiosas con las que promovemos el diálogo, el entendimiento y el clima de respeto y fraternidad y concordia para que podamos trabajar por el bien común.

 

¿Por qué es importante la implicación de las religiones en el desarrollo de una cultura de la concordia?

Es fundamental, porque tenemos que sentirnos todos miembros de la misma familia; todos somos criaturas de Dios y por tanto, desde nuestras diferencias doctrinales, cada uno de nosotros vivimos bien enraizados en nuestra identidad religiosa. Desde ahí nos abrimos a los demás. Nosotros vivimos nuestra fe cristiana pero sabemos que también hay ovejas que no son de este redil y abrirnos a ellas es también llevar el evangelio para que Jesucristo sea conocido en todos los lugares. Lo hacemos desde el respeto, porque otras tradiciones religiosas también tienen semillas del Verbo y desde ahí colaboramos con ellas para buscar el bien común. No hay renuncias de lo que somos, nunca decimos que todas las religiones sean iguales para caer en relativismos o sincretismos, sino que reconocemos la existencia de varias religiones y desde nuestro mensaje universal nos abrimos y nos acercamos a los demás para buscar la promoción de los valores comunes para promover la cohesión social y trabajar por el bien común.

 

¿Qué ha cambiado para que las religiones, enfrentadas a lo largo de la historia y en muchas ocasiones motivo de guerras, se puedan sentar ahora en una mesa a dialogar?

Tenemos un pasado rico en historia y también rico en confrontación y diferencias y luchas y guerras que tienen que quedar en el pasado. La Iglesia católica, desde la declaración Nostra Aetate del Vaticano II, ha abierto las puertas a este diálogo interreligioso en nuestro mundo contemporáneo. San Pablo VI promovió el diálogo con el mundo; san Juan Pablo II promovió el diálogo a favor de la paz; Benedicto XVI el diálogo de la caridad para buscar la Verdad, y el papa Francisco está promoviendo el diálogo y la fraternidad. En este ultimo siglo, en la apertura a la globalización, aparte de los problemas existentes de resistencia y conflicto e integrismo o terrorismo, el conjunto de los creyentes han experimentado un cambio respecto al pasado y hay un compromiso concreto para promover el bien común. Hoy fácilmente vemos cómo todas las comunidades religiosas e Iglesias promueven este diálogo y colaboración: sentirnos partícipes de la única plataforma de la humanidad y que construimos todo lo que nos permite colaborar a sanar las heridas del mundo es fundamental.

 

«Hay temor y miedo del otro y el miedo es el mayor enemigo de todo diálogo». «Desde nuestra identidad hemos de abrirnos al otro con la sinceridad de nuestras intenciones»

 

Ese compromiso entre los católicos y cristianos en general, ¿existe en otras religiones?

En todas las tradiciones religiosas con las que nosotros nos encontramos hay un gran movimiento de apertura a vivir en un mundo globalizado en un clima de respeto y colaboración. Algunas veces sí hay ambientes más tímidos o resistentes o, por contra, personas que están demasiado abiertas con el peligro de un fácil sincretismo o relativismo que hay que evitar. El estar juntos, el vivir y crear clima de concordia requiere equilibrio y seriedad desde las diferencias para buscar espacios comunes. Pero hay que trabajar sin desfallecer por promover los valores verdaderos y llamar a la comunidad internacional para que resuelva los problemas que se viven en muchos lugares del mundo.

 

Si todas las religiones parten del presupuesto de ser la verdadera, ¿cómo es posible llegar al entendimiento sin caer en el fundamentalismo o el relativismo? 

No hay que decir que todas las religiones son iguales; lo que hay que decir es que en el mundo existen muchas tradiciones religiosas. Desde esta diferencia nosotros intentamos construir esta plataforma de concordia a pesar de las diferencias para colaborar un clima de cohesión social para que nuestra convivencia sea pacífica a beneficio de la entera humanidad.

 

Y en Occidente, donde lo religioso no tiene cabida, ¿por qué las religiones son necesarias para buscar el bien común de la sociedad?

Hoy se tiende a estigmatizar las religiones, como si sus líderes fueran los responsables de los males de la sociedad, pero esto no es verdad. Las religiones forman parte de la solución de nuestros problemas. Hoy hay que saber conjugar el ámbito sociopolítico con la mirada hacia el mundo intercultural e interreligioso, sabiendo que a partir de este diálogo se pueden percibir valores que ayudan a construir un beneficio social para todos. Hay que estar dispuestos a colaborar en la sociedad por la creación de esta plataforma de entendimiento y colaboración para resolver los problemas existentes.

 

¿Cómo valora el Santo Padre la descristianización de Occidente y el auge del fundamentalismo islámico, que pasa de Oriente Medio a África?

Nuestra preocupación ha de ser la de vivir fuertemente enraizados en nuestra propia identidad. En Occidente se teme mucho a ciertas colectividades religiosas y hay temor a una islamización de Europa. Pero el problema es la descristianización y la pérdida de los valores y raíces cristianas del continente. Hay que recuperar en nuestras sociedades una serie de valores que nos permitan decrecer para que podamos construir una sociedad mejor en colaboración basada en la concordia. Hay temor y miedo del otro y el miedo es el mayor enemigo de todo diálogo. Por tanto, más que señalar hay que señalarse y ver cómo podemos revalorizar el patrimonio que hemos recibido. Yo no temo a los demás, el mundo está globalizado y el que haya más budistas o musulmanes o menos no debería crear problemas, pero si somos cristianos más que temer al otro hay que analizarnos a nosotros mismos y digamos que el Señor es nuestro pastor y nada nos falta, tenemos que estar tranquilos y él se encargará de mantenernos.

 

¿Podemos pasar del moros y cristianos a una fraternidad efectiva y real?

El mundo ha cambiado y nuestras valoraciones del pasado hay que superarlas. Hemos de buscar las raíces de nuestra convivencia en el pasado y que hoy el mundo ha cambiado y que hay una gran apertura al otro y esto es fundamental. Desde nuestra identidad hemos de abrirnos al otro con la sinceridad de nuestras intenciones, porque si no somos sinceros entramos en un mundo que no puede llevarnos a la auténtica concordia.

 

¿Qué papel puede jugar la Fratelli Tutti en todo esto?

Es un documento estupendo. El papa se dirige a todo el mundo y trata de hacer revivir la doctrina social de la Iglesia y habla con la política, el mundo social, el diálogo interreligioso… Debería de ser un instrumento de trabajo a nivel de catequesis y educación: hay que leer, compartir y pensar sobre los contenidos de la encíclica, que son muy acertados para el mundo de hoy.

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