Sacerdotes hermanos: una entrega doble
No es frecuente, pero tampoco insólito. Los hermanos Dorado Pardo han escogido el mismo camino, el del ministerio sacerdotal. Es indiscutible que, como hermanos, han vivido en sintonía, han crecido en la misma parroquia, la Real y Antigua de Gamonal, y han sido un ejemplo el uno para el otro. Hace siete años, Eduardo, el mayor de los dos, se ordenó sacerdote. Desde bien pequeño, supo que quería entrar en el seminario. «Una vez, fueron al colegio en el que estudiaba, el Rodríguez de Valcárcel, los Legionarios de Cristo y nos invitaron a una convivencia en Cantabria. Sentí que allí, en Ontaneda, era tan feliz, que quise instalarme con ellos. Entonces, los curas de mi parroquia me aconsejaron entrar al Seminario de Burgos. Ya en bachillerato, en unos ejercicios espirituales, sentí que el Señor me llamaba para el sacerdocio», recuerda Eduardo con entusiasmo.
Hijos de madre catequista y padre creyente pero no practicante, con su ordenación han acercado aún más la Iglesia a su familia. «Están muy orgullosos de nosotros. Mi madre está inmensamente feliz y mi padre ha dado un paso grande», cuenta el mayor de los hermanos.
El mismo camino
«Siento alegría y sobre todo emoción al ver cómo el Señor ha hecho camino y vida en mi hermano. Supongo que fui un ejemplo para él», manifiesta Eduardo visiblemente emocionado. Pablo, a sus 29 años, se va a ordenar sacerdote junto con otros cinco diáconos el sábado 26 de junio (recibió el diaconado el pasado mes de noviembre, en pleno estado de alarma). «Sabía que Dios me necesitaba, tuve una época difícil y abandoné el Seminario menor a los 18 años. Sentía que, teniéndolo todo, no tenía nada. Cuanto más me alejaba de Dios, más vacío me notaba, más infeliz era», expresa Pablo.
Este joven, amante del deporte, disfrutaba de cada momento en la Iglesia. «Teníamos un grupo en la parroquia que se llamaba Misión Imposible del que solo tengo buenos recuerdos. También del coro y los ensayos, haciendo comunidad en todo momento. Y en el colegio, un acto que guardo con cariño era llevarle flores a una imagen de la Virgen en el mes de mayo. El Señor me estaba preparando y diciendo: Algún día tú me ayudarás donde te necesite».
Los días previos a la ordenación, el estrés se apodera de Pablo, pero inmerso en toda esa dispersión, Dios y las palabras de compañeros, familia y sacerdotes son momentos de calma en medio de una tormenta que valen oro. Los primeros años de sacerdocio no son fáciles. Así lo expresa Eduardo, que traslada un consejo a su hermano: «Hay cosas para las que solo te prepara la vida pastoral, pero a pesar de todo, como nos dijo un año don Francisco: «vale la pena»». Pablo espera ser un buen sacerdote, con sus limitaciones y sus defectos, sabiendo que el Señor lo ha elegido. Contando las horas para su ordenación, agradece a todos los que se han cruzado en su camino. «Tener a mi hermano dando los pasos que luego he dado yo ha sido una enorme ayuda porque, gracias a él, he podido observar el sacerdocio desde otro punto de vista. Él siempre ha estado a mi lado, aunque en ocasiones no lo he sabido apreciar. Mi sacerdocio solo depende de seguir a Jesús, pero tener a mi hermano cerca ha sido un estímulo y un consuelo».
Será la primera ordenación de don Mario Iceta como arzobispo de Burgos. Tendrá lugar el sábado en la Catedral y podrá seguirse en directo a través del canal de YouTube de la archidiócesis de Burgos. Junto a Pablo Dorado, recibirán el segundo grado del sacramento del orden los diáconos Javier Caballero, Víctor López, Donaldo Iván Medal, Francisco Antonio Nestares y Norberto Penagos