La Catedral estrena una cruz con reliquias de santos vinculados a Burgos
El pasado viernes, en el marco de la celebración de la vida consagrada, el arzobispo, don Mario Iceta, bendijo un nuevo relicario que formará parte del patrimonio de la Catedral. Se trata de una cruz de madera dorada, bruñida y con un estofado en tonos rojos en señal de martirio, en la que hay incrustadas setenta tecas con reliquias de otros tantos santos y beatos vinculados a la archidiócesis de Burgos, bien porque nacieron aquí, desarrollaron parte de su actividad apostólica o porque la congregación que fundaron tiene casa en la provincia.
Con la colocación de este relicario en la capilla de las Reliquias de la Catedral, concluyen años de trabajo en la búsqueda, petición y recolección de las reliquias de estos santos. Una idea que nació en el marco de las celebraciones del Año Jubilar de la Catedral, cuando CONFER, la confederación de religiosos en Burgos, solicitó que la vida consagrada tuviera algún tipo de presencia en la Catedral.
En el brazo vertical se han incrustado las reliquias de santos y venerables fundadores y en el palo horizontal las que se han podido recuperar de mártires de la persecución religiosa del pasado siglo. De esta manera, la cruz alberga reliquias desde san Agustín a santa Genoveva Torres, pasando por san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, santo Domingo de Guzmán, san Juan Bosco, san Vicente de Paúl, san Antonio María Claret, santa Carmen Sallés o santa Cándida María de Jesús. Además, algunas órdenes religiosas también han aportado reliquias que, por su volumen o cantidad, se exhibirán en otros relicarios. Es el caso de una costilla del hermano san Rafael Arnáiz o mártires paúles y los mártires de Argel.
«Ha sido un largo trabajo de años llamando a cada congregación» hasta conseguir las reliquias, que son de primer grado (hueso o telas usadas por los santos). «Algunas congregaciones, por ejemplo, se han desprendido de ellas o han compartido los pocos restos que tenían de sus fundadores», relata el canónigo Agustín Burgos, uno de los coordinadores de la iniciativa. Las reliquias han llegado desde diversos lugares del mundo, como Alemania o Italia, y todas ellas han tenido que contar con el beneplácito de los responsables de sus fundaciones y, en algunos casos, del obispo local. Todas estas reliquias son nuevas, pues no existían hasta hoy entre las que alberga la catedral desde el siglo XI y que se custodian en una capilla destinada a tal fin desde 1763. Como explica Burgos, la siguiente fase del proyecto sería recopilar las reliquias de otros santos que no hayan sido fundadores de congregaciones religiosas.