Lema y Escudo


“He venido para que tengan vida y la tengan abundante”

(Jn 10, 10). En estas palabras de Jesús se inspira el lema que está en la base del escudo: “PARA QUE TENGAN VIDA“. Es el lema de mi ordenación sacerdotal que me ha seguido acompañando en el ministerio episcopal. Vuelvo a retomarlo con nuevo significado e impulso ahora, cuando pongo mi vida junto al Buen Pastor para amar y servir con Él, por Él y en Él a quienes conforman el Pueblo de Dios en Burgos al que la Iglesia me envía.

“los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo”

En el centro del escudo sobresale la figura de un puente. Está situado en medio de la corriente, en contacto con la realidad que fluye cada día con “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo” (GS, 1). Es un puente tendido entre una y otra orilla, signo de unión, de acogida, de servicio, de paz, de cercanía fraterna, y de cuanto deseo vivir en mi entrega pastoral, a fin de intentar seguir siendo puente de ida y vuelta entre Dios y los demás. Y es un puente anclado en la profundidad del Manantial, Jesucristo, Fuente perenne de Agua Viva, en quien se apoya mi debilidad como en su más básico cimiento.

“estrella de la mañana”

En la parte superior del escudo la estrella de ocho puntas sobre el fondo azul simboliza a la Virgen María, como “estrella de la mañana” que anuncia el Día Nuevo. En Ella se encarnó y se nos dio Jesucristo, Vida, Luz y Esperanza de la humanidad y de la historia. A Ella, Madre de la Iglesia, patrona de Burgos en su advocación de Santa María la Mayor, encomiendo el caminar de esta Iglesia diocesana con filial confianza en su maternal protección.

“pan de Dios… que baja del cielo y da vida al mundo”

La espiga de trigo, a la vez que recuerda los campos de la recia y fecunda tierra de Castilla donde nací, se presenta en el escudo como símbolo de comunión, de resurrección y de vida. Significa la riqueza de la unión y de la comunión en la fe, como los granos que, unidos a un tallo común, hacen posible la espiga. Expresa el misterio de muerte y resurrección que nos salva, como el grano sencillo que se entrega en el surco para dar, cuando muere, una espiga nueva y una feliz cosecha. Nos habla del trigo que se hace pan y el pan que se hace vida. Es símbolo de Jesucristo, Pan de Vida en la Eucaristía, “pan de Dios… que baja del cielo y da vida al mundo” (Jn 6,33). Y quiero que sea para mí y para la Comunidad cristiana que se me ha confiado, una llamada a entregar la propia vida como pan repartido y compartido con todos en la mesa de la fraternidad.

“fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús”

En el centro del escudo, en la parte superior, hay un camino. “Es tiempo de caminar”, dice Santa Teresa de Jesús, y su voz resuena con acento especial al iniciar esta etapa en la Diócesis castellana a la que se me envía. Pero, además, el símbolo me remite a lo que aquí es y significa el Camino de Santiago: camino de fe que se recorre con pasos esperanzados de peregrino, con deseos de búsqueda y de encuentro, con la fuerza de caminar juntos, con la alegría de la Buena Noticia del Evangelio. Me gustaría vivir también ese espíritu del Camino de Santiago en la misión pastoral que se me ha encomendado, siguiendo humildemente las huellas del Buen Pastor. Y deseo que caminemos juntos, como Iglesia que peregrina en Burgos, “fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús” (Heb 12, 2).

“las marcas de Jesús”

Por último, la cruz atraviesa el escudo como el símbolo radical de la total entrega y el amor más grande. No es signo de muerte, sino de alianza, de luz, de esperanza, de salvación y de gloria. Recuerda que es la señal del discípulo, que para serlo ha de encarnar el estilo de vida del Maestro y llevar impresas en su cuerpo “las marcas de Jesús” (Gal 6, 17). En esa cruz quiero que se siga apoyando el lema de mi episcopado. Pues en ella, en Jesús Crucificado y Resucitado, en quien creemos y a quien predicamos, buscaré cada día la vida, la fuerza y la sabiduría de Dios (cf. I Cor.1, 24).