In memoriam Resti García Navarro
Resti, hermano sacerdote, amigo.
Una vez más me has sorprendido. La noticia de tu muerte me ha llegado cuando estaba preparando una excursión a los Alpes que, luego, como sabes, pensaba contarte. Tu muerte ha roto mis cálculos de volver a encontrarnos y poder narrarte mis andanzas por estas tierras de Baviera. Nunca pensé que el 8 de Julio cuando me despedía de ti iba a ser la última vez que nos veíamos.
Resti, lo sabes, alguna vez te lo he dicho, has sido uno de los curas que siempre he admirado. Tu saber estar, tu silencio, tu escucha atenta, tu jamás criticar ni chismorrear de nadie, tú callar, sí, tu callar en silencio y no expresar lo que pudiera herir… y, sobre todo, poder sentirte y sentirme como amigo tuyo.
¡Cuanto, desde que tuviste aquel infarto, hemos hablado estos últimos años,!… La dignidad con que has llevado tu enfermedad, sin manifestar una queja, disimulando el dolor que tenías, que era mucho, siempre agradecido a los que te cuidaban y se preocupaban de ti, a los que te visitaban, …, ha sido una escuela para mí.
Me vas a permitir que, en tu nombre, de las gracias a tus hermanos que han estado siempre a tu lado. Debes estar orgulloso de ellos. También nosotros, como sacerdotes, se lo agradecemos pues vemos que un hermano nuestro ha estado atendido maravillosamente. Amelia, Pilar, Javier, Gracias. También, me hago eco de tu sentir y agradezco a aquellos que te han visitado, a los de tus pueblos, a Andrés Maté, kantiano semanal, también, de forma especial a Ángel Sáiz, con él te lo pasabas bien, cuántas veces habéis pasado lista y rememorado los años juveniles… Ya sabes, cosas de Ángel cuya memoria y atención todos admiramos.
Resti, has muerto, tu vida ha estado ligada siempre a Adrada de Haza, formas parte de su historia, sobre todo de esa historia que tú aquí, sacramentalmente anticipabas, que se vive plenamente, fuera de la historia y en la que tú has entrado a formar parte para siempre, sin duda, muchos te habrán reconocido, recibido, y agradecido, como su sacerdote.
Resti, hermano sacerdote, amigo, hace unos años, en este, tu pueblo, hubo un sacerdote memorable, D. Zacarías que a muchos jóvenes os encandiló y orientó al sacerdocio. Tres de aquellos nos habéis dejado, Eloy, José Luís, tú, hoy, os pedimos que, desde la otra orilla, nos echéis una mano para que, de este pueblo, y de otros, sigan saliendo sacerdotes, anunciadores de la Buena noticia del Evangelio de la vida.
Resti, hermano sacerdote, amigo,
Descansa en paz
Jesús Yusta Sainz