Un apostolado seglar centrado en hacer llegar el amor y la amistad de Dios
Un año más, la delegación diocesana de Apostolado Seglar ha inaugurado un nuevo curso que tendrá dos temas como ejes: «Recuperar el sentido original de la fe cristiana como encuentro personal y comunitario con Jesucristo, verdadera novedad que responde a las expectativas de los hombres en cada nueva época», y «encontrar los lenguajes adecuados para hacer llegar el amor y la amistad de Dios a un mundo sin esperanza, a un mundo que ha perdido incluso la conciencia de la nostalgia de Dios». Quien así lo expresa es Jesús Andrés Vicente, delegado diocesano de apostolado seglar.
«Antes de hablar de ‘los nuevos lenguajes’ y los ‘nuevos símbolos’ que hay que utilizar con nuestros contemporáneos, está el tema del mensaje a comunicar. ¿Qué tenemos que decir los cristianos? ¿Cuál es nuestra aportación original al discurso social, moral y religioso de nuestra sociedad? La respuesta podría ser demasiado evidente: ¡Jesucristo! Pero ¿qué Jesucristo? Cristo Resucitado, una persona viva, contemporánea, a quien es posible encontrar y tratar; que siempre que le encontramos en nuestra existencia ‘sucede algo’… Una transformación, una experiencia de gozo y de paz, una amistad profunda… Un deseo de entrar en su Iglesia y ponernos a su servicio, al servicio de los hombres, del conjunto social».
Así, la inauguración arrancó el pasado 10 de noviembre con una misa en la Facultad de Teología presidida por al arzobispo Francisco Gil Hellín, para a continuación proceder a la asamblea en la que que tuvo lugar la exposición de la programación del curso y la elección de los miembros del Apostolado Seglar para el Consejo Diocesano de Pastoral que se renueva este año.
‘Laboratorio de fe’
Durante la sesión también se habló de la Escuela Diocesana de Evangelización, un proyecto que arrancó el año pasado con la formación de un equipo de trabajo y que este curso entra en su primera fase del proyecto, bajo el título «Una experiencia piloto». «Para evangelizar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, en especial a los más alejados u opuestos al cristianismo, -comenta Jesús Andrés- no basta la buena voluntad. Hemos de cultivar una experiencia creyente que pueda ser ofrecida y compartida con humildad y lucidez, en una relación de diálogo y amistad. La ‘Escuela’ no es un curso estructurado, sino un ‘laboratorio de fe’ donde las vitaminas espirituales se ensayen antes en los voluntarios. Ya tenemos doce inscritos, un número adecuado para empezar».