Veinticuatro horas para rezar y confesar

2015 03 08 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

Manuel Rochina llevaba 25 años sin confesarse. Cuando la víspera de su boda se acercó al confesonario, sintió que dejaba atrás toda una vida de pecado y de tristeza. “Salí de aquella confesión exultante de gozo. Me había quitado un peso de muchos años. Sentía que Dios me quería. Me había perdonado todo, y no fue tan traumático como imaginaba”. La historia de Manuel es una de tantas historias que se repiten cada día, especialmente durante el tiempo de Cuaresma.

El papa Francisco lo sabe bien. Por eso, el año pasado nos sorprendió –vía Pontificio Consejo para la nueva Evangelización- con una propuesta rompedora y llena de fe en Dios: dedicar 24 horas ininterrumpidas a adorar al Señor en la Eucaristía y a facilitar confesores a los fieles para reconciliarse con Dios. La premura con que fue anunciada nos llevó a elegir la parroquia de san José Obrero, dado que en ella existe desde varios años la Adoración Perpetua. Luego se unió la parroquia de san Juan Evangelista, en Gamonal.

Este año el Papa ha vuelto a proponernos la misma iniciativa y su deseo de que los días 13 y 14 de este mes de marzo sea una Jornada de Adoración y Reconciliación en todas las diócesis del mundo. Burgos quiere acoger con amor filial esta propuesta y ampliar la oferta del año pasado. Por eso este año cada arciprestazgo de la ciudad contará con una parroquia abierta 24 horas ininterrumpidas: desde las 18,30 del día 13 de marzo a las 18,30 del día 14. Las parroquias son éstas: Nuestra Señora de Fátima (Gamonal), La Anunciación (arciprestazgo del Vena) y san José Obrero (arciprestazgo del Vega). Por su parte, Aranda tendrá una parroquia al efecto: la de San José y Miranda otra, San Nicolás. Pero no obsta, al contrario, sería muy deseable que otros arciprestazgos o parroquias hagan su propia propuesta.

Antes me he referido a ese chico que llevaba 25 años sin acercarse a la confesión y que, cuando lo hizo, se encontró con que era mucho menos traumático de lo que se había imaginado. Santa Teresa de Jesús, que era tan lista y tan santa, ya previno contra la imaginación, considerándola como “la loca de la casa”. Parece mentira, pero muchas veces los cuerdos tomamos en serio las locuras de la imaginación y pensamos como Manuel. No hace falta que llevemos tantos años sin confesar. Don Alberto, hoy confesor oficial de la catedral de Madrid, cuenta que cuando era adolescente le costaba acercarse a confesar. “Me daba mucha vergüenza. En una ocasión lo primero que le dije al cura fue esto: Yo estoy aquí porque la Iglesia manda confesarse una vez al año, pero no creo en los curas. Él me dijo: Pues mira, coincidimos, porque yo tampoco creo en los curas, sino en nuestro Señor Jesucristo”.

Volvamos al papa Francisco. El año pasado dio la vuelta al mundo una fotografía en la que aparecía escapándose al confesonario de un sacerdote, cuando todos pensaban  que iba a ponerse a confesar a los que se le acercaran. También lo hizo, pero después de haberse confesado él primero. Él ha dicho en alguna entrevista que se confiesa cada quince días. No es extraño que con esta experiencia  personal tenga la fuerza profética que manifiesta cuando invita a todos, sin cansarse, a acercarnos a confesar. Yo me uno a esta invitación amorosa. Y quiero dirigirla especialmente a los que haga muchos años que no se confiesan. Les aseguro que su vida será otra. Quizás vuelvan a cometer esos u otros pecados, pero quitarán de las espaldas de su conciencia un peso siempre pesado y, con frecuencia, rebosante de tristeza. El sacramento de la Reconciliación es siempre un sacramento de alegría. Vale la pena experimentarlo. Esta Jornada de “24 horas de Adoración y Reconciliación” puede ser una buena oportunidad.

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