“Sólo Dios basta”

 

2015 05 24 mensaje arzobispo de Burgos pdf

 

El próximo domingo, 31 de mayo, celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad y la Jornada de la Vida religiosa contemplativa. Este año, al coincidir con la celebración del quinto centenario de la gran contemplativa castellana, Teresa de Jesús, lleva por lema el conocido verso de la santa de Ávila: “Sólo Dios basta”.

En un mundo tan marcado por la técnica y el progreso, tan hambriento de disfrutar de nuevas experiencias, tan proclive a despreciar lo que no sea producción material y física, quizás alguno se sienta impulsado a darle la vuelta al verso de santa Teresa, poniéndole en interrogante: “¿Sólo Dios basta?” De hecho, yo mismo he escuchado en más de una ocasión algo parecido a esto: ¿Qué hacen estas chicas jóvenes en un convento de monjas? ¿No estarían mejor cuidando pobres y enfermos, en lugar de perder el tiempo en rezos?

Quienes vivimos en la diócesis de Burgos sabemos bien que “esas monjas” no pierden el tiempo y que están muy bien donde están. Nuestra diócesis, en efecto, es muy rica en conventos de clausura y en monasterios. Los tenemos de hombres y de mujeres y están esparcidos por todos los puntos cardinales de nuestra geografía: Medina de Pomar, Aranda, Lerma, Belorado, Castrojeriz… En la ciudad y alrededores hay monjas Carmelitas, Agustinas, Franciscanas, Bernardas, Trinitarias, Clarisas, etc. Tenemos la suerte de contar con monasterios como la Cartuja, Silos y San Pedro de Cardeña.

Estoy seguro de que a ningún burgalés se le ocurre pensar que estos hombres y mujeres “pierden el tiempo con sus rezos”. ¡Cuántas veces las personas de las poblaciones donde están enclavados esos conventos y monasterios se han acercado a los tornos y locutorios a pedir la ayuda de sus oraciones para solventar un problema familiar, para encontrar consuelo, para buscar un remanso de paz, para hablar con alguien que le escuche con amor!

Decía san Juan Pablo II que Europa necesitaba dos pulmones para sobrevivir: Oriente y Occidente, la vida activa y la vida contemplativa, el trabajo y la oración. Posiblemente no iríamos descaminados si decimos que esos dos pulmones los necesitamos todas las comunidades humanas y todas las personas. Las comunidades de vida contemplativa son uno de esos pulmones. No tanto porque los demás cristianos no tengamos que rezar y ser contemplativos en medio del mundo, sino porque ellas hacen de despertadores para que no lo olvidemos.

La tentación que nos ronda a los cristianos que vivimos en medio de la calle, es vivir sin más horizonte que el trabajo, el placer y el poseer. ¡Con qué facilidad nos olvidamos de Dios y de volver a él nuestra vida y actividad! Necesitamos que los monjes y las monjas de vida contemplativa nos recuerden con su vida, lo que enseñaba y sabía por experiencia santa Teresa de Jesús: “Sólo Dios basta”.

Sería interesante que, al celebrar la Jornada de la Vida religiosa contemplativa, hiciéramos la experiencia de acercarnos a alguno de los muchos monasterios y conventos de la diócesis para conocer a los monjes y monjas que viven allí, para participar en sus celebraciones litúrgicas y para pedirles la ayuda inapreciable de sus oraciones. Esto vale muy especialmente para quienes sienten que en su alma hay un “no sé qué” que les atrae hacia la vida de esos conventos y monasterios o, sencillamente, que en lo más íntimo de su ser hay una especie de vacío que nada ni nadie es capaz de llenar. Quizás encuentren allí la respuesta que buscan. Sea como fuere, la Jornada de la Vida religiosa contemplativa es una oportunidad de oro para recordar estas palabras del Vaticano II: los religiosos y religiosas de vida contemplativa “ofrecen a la comunidad eclesial un singular testimonio de amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen, con una misteriosa fecundidad apostólica, al crecimiento del Pueblo de Dios”.

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