Preparados para recibir un “don inmerecido”

El próximo sábado 27 de junio, tendrá lugar en la catedral las ordenaciones de tres sacerdotes y cinco diáconos. Eduardo Dorado y Luis Renedo cuentan cómo se preparan para este día y cómo ha sido el camino que ha seguido su vocación.

 

El próximo 27 de junio, la diócesis vivirá un gran momento de alegría: será el día en que varios jóvenes reciban las órdenes sacerdotales y de diácono. El arzobispo, Francisco Gil Hellín presidirá la ceremonia en el altar mayor de la catedral, que comenzará a las 11:00 horas, y en ella tres jóvenes serán ordenados sacerdotes y cinco, diáconos.

 

Uno de estos futuros diáconos es Luis Renedo, natural de Melgar de Fernamental y de 24 años. Cuenta que desde pequeño participaba en la misa dominical, y que después de hacer la comunión, un sacerdote le planteó ser monaguillo. “Aunque al principio me cuesta, acepto; y al final del curso sólo quedamos otro compañero y yo”. Las monjas de su pueblo le animaron entonces a ser sacerdote, “y como muchas veces me lo ha recordado un profesor, ya desde pequeño afirmaba que quería serlo”. Así, ayudado por los ánimos de personas de su entorno, decidió empezar a estudiar la ESO en el seminario, donde entró junto con su hermano Eusebio y un primo.

 

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Eduardo y Luis ante la catedral, que este sábado acogerá el acto en el que serán ordenados sacerdote y diácono.

 

Van pasando los años y en el año sacerdotal (curso 2009/10), pasó al seminario mayor. “Ahí es donde voy siendo más consciente de que yo no quiero ser sacerdote, sino que es Dios quien me regala esa vocación. El cambio del yo al Tú parece una tontería, pero es el que da sentido a ese don inmerecido”. Luis cuenta que en este camino le ha ayudado enormemente la misericordia que experimenta en el sacramento de la confesión, y que en esta etapa última se siente arropado “con y por la Iglesia”.

 

Una vez que sea diácono, Luis podrá proclamar y predicar la Palabra; ser servidor de los pobres y de la mesa del altar. Además, también podrá bautizar, casar e incluso presidir funerales. Y de todas estas funciones, hay una que espera con especial ilusión: “Por mi forma de ser: el servicio, la caridad, y ya no tanto de forma personal, sino en nombre de toda la Iglesia. Además, el predicar ‘oficialmente’ con palabras y obras también lo deseo con ilusión”.

 

La amistad con Dios

Junto con Luis estará Eduardo Dorado, que se ordenará sacerdote. Cuenta que vive los días previos al evento con entusiasmo, “porque ha sido un camino en el que vas viendo la meta para volver a empezar a caminar; y ahora que se va acercando el día, con algo de nervios, pero muy contento por este don que se nos va  a regalar. Son también días de preparación, con misas de acción de gracias, “pero sobre todo preparamos nuestro corazón para esta misión que se nos va a encomendar”. Además de los años de formación académica, humana y espiritual que ha recibido en el Seminario –tanto en el Menor como en el Mayor–, Eduardo también destaca la importante formación que ha supuesto la proporcionada por las parroquias donde han estado de pastoral, “en las que vas viendo que este es tu camino y en las que el Seminario se hace presente y conocen a los seminaristas y futuros sacerdotes”.

 

Eduardo recuerda cómo fue descubriendo su vocación, que nació cuando él era pequeño: “Era monaguillo en mi parroquia la Real y Antigua de Gamonal, y  aunque con 12 años entré en el  seminario, la verdad que no era muy consciente de que el Señor te estaba llamando. Por eso tendrán que pasar unos añitos hasta que empecé a escuchar la voz del Señor más claramente. Fue en  4º de  ESO, en unos ejercicios espirituales, cuando la voz del Señor “sonó con claridad en mi corazón y más concretamente por la cruz”. Ahí fue donde empezó de manera consciente este camino que ya desde que era un niño había empezado a caminar. “Otro momento que hizo pararme a pensar más mi vocación fue cuando me hicieron esta pregunta: ¿Quién es Jesús para ti?, me dejó parado y me costó responderla, porque en ese momento respondía con lo que me habían contado de Él, no lo qué yo sentía por él, y ahora cada día me lo sigo preguntando, ¿Quién es Jesús para mí? E intento darme una respuesta que salga de mí, de mi relación de amistad con Jesús”.

 

Una amistad que sin duda, va a crecer y a dar muy buenos frutos, pues según Eduardo, tal y como expresa, “en esta nueva etapa que va a comenzar, espero dejarme sorprender por la grandeza del sacerdocio, disfrutar y gozar como sacerdote, vivirla con mucha alegría, trabajar con muchas ganas y sobre todo servir a la Iglesia y a Dios allí donde se me mande”.

 

Ante un acontecimiento así, Luis anima a seguir orando, “y pidiendo al Dueño de la mies que nos conceda santas vocaciones a la vida consagrada (un especial recuerdo en este Año de la vida consagrada a todos los religiosos y religiosas) y sacerdotal”.

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