Nulidad matrimonial: «Un proceso para buscar la verdad»

Que si es caro, que si es muy largo, que si solo la consiguen los famosos… Mitos y leyendas sobre la nulidad matrimonial existen muchos. A raíz de la publicación del motu proprio del papa Francisco «Mitis et misericors Iesus» sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio, nos acercamos hasta el tribunal eclesiástico de Burgos para conocer realmente qué es una nulidad matrimonial.

 

nulidad matrimonial

Los procesos de nulidad buscan descubrir si el día de la boda hubo realmente o no matrimonio.

 

Hay mucho de leyenda. Los escarceos de los famosos, las portadas de la prensa del corazón y los rumores que pululan en el ambiente acerca de los «elevados costes» o los supuestos «largos procesos» hacen que haya mucho desconocimiento acerca de lo que es y lo que supone realmente una nulidad matrimonial. Con el reciente motu proprio del papa Francisco «Mitis et misericors Iesus» sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio, el revuelo en torno a la temática ha estado de nuevo en boca de la opinión pública, haciendo que vuelvan a surgir dudas y rumores acerca de la verdad de los procesos de nulidad.

 

Nadie mejor para esclarecer las dudas que Donato Miguel Gómez Arce. Es el vicario judicial adjunto del arzobispado y, junto con Pablo González Cámara, vicario judicial, se encarga de los procesos de nulidad matrimonial que se presentan en Burgos. Desde 1976 han tramitado unos 2.000 procesos, haciéndolo «desde la caridad» y «como un servicio que ofrece la Iglesia que busca siempre la verdad».

 

Y es que un proceso de nulidad no busca otra cosa sino «esclarecer la verdad de lo ocurrido; declarar que el matrimonio nunca ha existido, que el compromiso que hicieron en su día las partes de prometerse amor, realmente no ha tenido lugar». No se trata por tanto de un «divorcio eclesiástico» ni un «divorcio encubierto, como algunos se afanan en difundir», sino un acto judicial que determina que, el día de la boda, nunca existió verdadero matrimonio entre los novios. Así visto, «se trata más bien de un proceso de sanación» que «hace justicia al determinar que dos personas en realidad no se han casado» haciendo que no tengan que «fingir» durante toda la vida llevar adelante una condición de esposos que nunca ha existido.

 

Las razones que atestiguan que un matrimonio nunca ha tenido lugar pueden ser variadas, y es tarea de Pablo y Donato determinar si alguna de ellas ha imposibilitado que exista verdadero matrimonio. Pueden oscilar desde «la falta de libertad o consciencia» –por condicionamientos, presiones familiares, incapacidad para echarse atrás una vez iniciados todos los preparativos de la boda, etc.–, al «ocultamiento de ciertas cualidades de la persona, como una enfermedad grave» o incluso «a incapacidades de naturaleza psíquica», entre una larga serie de posibilidades.

 

Bajo estos presupuestos, una media de unos veinte casos se resuelven cada año en el tribunal eclesiástico de Burgos en un proceso que comienza siempre con una entrevista personal: «Recibimos a la gente que acude solicitando el proceso de nulidad con un primer encuentro en el que intentamos dilucidar si existen o no indicios de que no ha habido matrimonio. En tal caso, comenzamos el proceso». Se pone así en marcha una maquinaria judicial en la que una de las partes presenta una demanda a través de un abogado, solicitando respuesta a la parte demandada. Acto seguido, se articula el por qué se solicita la nulidad matrimonial y se prueba mediante testigos, diversos documentos y valoraciones de peritos especialistas si ha habido o no matrimonio. Una vez determinada la causa de la nulidad, se publican los autos y se pueden presentar la alegaciones correspondientes. Si no existen, el juez emite la sentencia. Se trata, en definitiva, de un proceso judicial similar al de la justicia civil, en el que también se pueden presentar alegaciones o apelar a un tribunal superior de segunda e incluso de tercera instancia. Burgos, por ser archidiócesis, es tribunal de segunda instancia para las diócesis de Palencia, Vitoria y Osma-Soria. Para los residentes en Burgos, es tribunal de primera instancia, siendo el tribunal de la Rota de Madrid el de segunda.

 

La recogida de informes y valoraciones de peritos y expertos, el envío de documentos de un tribunal a otro o las horas de entrevista y despacho, llevan aparejados un proceso que se prolonga en el tiempo y una serie de costes económicos. Sin embargo, estos no son tan caros como la gente opina ya que, incluso, «el proceso es gratuito» para las personas que carecen de recursos económicos. «Las tasas por llevar adelante un proceso de nulidad en Burgos nunca superan los 650 euros», asegura Donato, «y en Burgos el 50% de los casos procesados han sido totalmente gratuitos». En cuanto al tiempo, «puede oscilar en torno a los nueve meses, aunque ha habido casos que se han resuelto en tan solo diez días», indica, no sin señalar que «el mito sobre lo largo y costoso de los procesos se ha creado a raíz de los famosos, que se gastan millonadas en pagar a sus propios abogados». El caso de Rociito, sin ir más lejos, fue millonario, aunque el tribunal eclesiástico de Sevilla solamente recibió 450 euros.

Novedades en el proceso

Así las cosas, el papa Francisco ha añadido una serie de reformas al proceso de nulidad matrimonial y entrarán en vigor el próximo mes de diciembre. Entre las novedades, destaca la brevedad del proceso, haciendo que sea más ágil al no necesitar una doble sentencia conforme como hasta ahora, cuando el tribunal de segunda instancia tenía que garantizar la sentencia del primer fallo. También se aboga en la reforma por realizar el proceso en el lugar de residencia de uno de los demandantes y la posibilidad de que exista un solo juez en el proceso –siempre sacerdote–, que declare sentencia en lugar de los tres que eran necesarios antes. Además, el papa también aboga por la gratuidad del proceso «porque la Iglesia, mostrándose generosa madre fiel, en un asunto tan estrechamente ligado a la salvación de las almas manifiesta el amor gratuito de Cristo».

 

Sea como fuere, y a la espera de que las nuevas medidas se pongan en práctica, el tribunal eclesiástico de Burgos seguirá estando atento a las necesidades personales de quienes acuden solicitando un proceso de nulidad matrimonial: «Desde la caridad seguimos buscando siempre la verdad, ayudando a que el proceso sirva para sanar y curar las heridas; para ayudar a que el infierno por el que pasan muchas personas termine en la verdad acerca de su matrimonio».

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