«De don Francisco he aprendido la capacidad de comprensión»

Javier Pérez Illera ha sido el secretario del arzobispo desde el momento que éste llegó a la diócesis. A lo largo de estos trece años, Illera se ha encargado de atender sus llamadas, concretar citas institucionales y pastorales y las visitas pastorales por las parroquias de toda la provincia. Él nos cuenta cómo ha sido su relación con el arzobispo y lo que ha aprendido estando a su lado durante todos estos años.

 

javier perez illera

Javier Pérez Illera, en su despacho.

Han pasado solo las diez de la mañana y ya ha repasado con el arzobispo la agenda planificada para el día de hoy y ha seleccionado el correo dirigido especialmente para él. Ahora se dispone a ocupar su mesa en el despacho anexo al del pastor de la diócesis para seguir con su jornada de trabajo atendiendo llamadas, concretando citas institucionales y pastorales y las visitas planificadas a lo largo de la mañana. Ese es, a grandes líneas, el trabajo que Javier Pérez Illera lleva haciendo desde septiembre de 2002 al lado de don Francisco. Ser el secretario personal de un arzobispo no es tarea sencilla, pero muchos en la diócesis aseguran que cumple su trabajo con gran profesionalidad. Procura hacerlo siempre «con prudencia y discreción», teniendo en mente lo que le dijeron cuando comenzó su trabajo como secretario, y es que «secretario viene de secreto».

 

Nadie nace sabiendo cómo ser el secretario de un arzobispo, de ahí que Javier agradezca mucho la ayuda que le prestó al empezar su trabajo quien fuera el secretario de los dos anteriores arzobispos, José Antonio Calleja: «De él aprendí a atender las llamadas, saber planificar la agenda y concretar entrevistas», comenta. El caso es que, tras trece años de trabajo, Pérez Illera se desenvuelve perfectamente en su despacho. Ha aprendido a estar «en su papel sin considerarse consejero ni mano derecha del arzobispo, sino simplemente su secretario», procurando mantener «un mínimo de orden en su despacho y sus papeles» y «sabiendo guardar la discreción» debida propia de su cargo.

Cura y secretario

Hombre humilde y de pocas palabras, Javier destaca que si algo ha realizado bien en su tarea ha sido gracias «a que don Francisco me ha facilitado enormemente el trabajo». Revela que, aunque el arzobispo es «exigente porque quiere hacer muy bien las cosas», también ha sido «muy bueno» con él, «cordial y comprensivo cuando me he equivocado». Además, valora muy positivamente que el arzobispo no haya querido un sacerdote a tiempo pleno dedicado a su agenda, sino que siempre ha deseado que Pérez Illera siguiera ejerciendo su ministerio pastoral como sacerdote, facilitando que pudiera trabajar en la parroquia de San Pedro de la Fuente, tarea que lleva desempeñando desde que fuera ordenado sacerdote en el año 2000. Esa deferencia le ha servido a Javier para no perder de vista que es «ante todo cura», aunque también lamenta que su trabajo como secretario y las dos visitas pastorales en las que ha tenido que acompañar a don Francisco «le hayan hecho difícil su entrega más plena a la parroquia», pues muchos días «sabía que se iba a tener que ausentar» de la misma. Cosa que, de otro lado, agradece a quien ha sido su párroco, Micael Hellín: «Ha sabido siempre respetar el trabajo del obispo cuando he tenido que acompañarle y ausentarme de la parroquia, cosa que le agradezco, y mucho», asegura. Con todo, Javier graba en el corazón los días de la visita pastoral, pues le han servido «para conocer mejor nuestra Iglesia y descubrir el trabajo que realizan tantos sacerdotes», aumentando así «su cariño hacia ellos».

 

Es quizás en esos viajes recorriendo la diócesis, donde Javier ha conocido más de cerca a don Francisco. Solían aprovechar los viajes en coche para «rezar el rosario o la liturgia de las horas» y, una vez llegados al lugar, descubrir un arzobispo «transformado», lejano de la seriedad y el trabajo diligente de sus horas de despacho y sus actos más institucionales. «Don Francisco es un hombre cercano en el trato personal» que tiene incluso «un fino sentido del humor» y se siente «muy a gusto en el tú a tú», señala.

 

El trato personal, directo y cercano, con el arzobispo ha hecho que Pérez Illera sea quizás de las pocas personas que conocen de cerca de Gil Hellín. A su lado se ha sentido «muy, muy a gusto» y asegura que ha descubierto a un arzobispo diferente al que todos están acostumbrados, más reservado y riguroso «como bien responde a su responsabilidad». De él asegura que ha aprendido mucho, como es la «seriedad por el trabajo bien hecho», «la comprensión con todos los sacerdotes» con los que dice, «siempre ha tratado de dialogar y nunca imponer nada»; «guardar la debida discreción» a los temas más reservados y «su gran capacidad de trabajo».

 

Seguro que el arzobispo también agradece la diligencia con la que él ha desarrollado su papel.

Comentarios

Comentarios: 1

  1. ju

    Muchas gracias a Don Francisco por trece años dedicados a Burgos. Que el Señor le bendiga y acompañe siempre


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