Retratos de obispos para conocer la historia de la diócesis

La basílica de San Pablo Extramuros de Roma, muestra a los peregrinos unos fabulosos medallones que representan a los sucesores de Pedro que han dirigido la Iglesia Universal desde la Santa Sede Apostólica. En Burgos, no tenemos una gran basílica como la de la Ciudad Eterna, pero los obispos y arzobispos que han dirigido la diócesis ocupan un lugar propio en la catedral: sus retratos dominan la capilla de Santa Catalina, donde dejan constancia de la historia de la que ellos forman parte. Hoy nos adentramos en este lugar para descubrir los retratos de los obispos que nos hablan de la historia de la Iglesia burgalesa.

 

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Quienes visitan la catedral han podido tener un encuentro cara a cara con los obispos que han pastoreado la diócesis de Burgos durante los siglos pasados hasta el presente. Allí, numerosos retratos cuelgan de las paredes de la capilla de Santa Catalina, una de los pocos lugares de la catedral que aún quedan por restaurar.

 

Para conocer mejor la historia de esta capilla, hay que remontarse hasta el año 1316, cuando comienza su construcción por orden de don Gonzalo de Hinojosa, cuyos restos descansan en el sepulcro situado en la capilla de San Gregorio, ubicada tras el altar mayor de la catedral. La idea inicial es que fuese una sala capitular para el cabildo, y como tal estuvo funcionando hasta 1596. Y es que es en este año cuando ya finaliza la construcción de la sala capitular que está en la capilla del Corpus Christi, pasando así la capilla de Santa Catalina a ser sacristía mayor o sacristía principal, algo de lo que se tiene constancia a partir del siglo XVIII. Como consecuencia de esta nueva función, se modifica el mobiliario que la ocupa: cajonería, espejos, etc.

 

La capilla vivirá otra reforma más en el siglo XVIII, de manos del obispo Navarrete. Manda a un fraile de Cardeña (en aquellos momentos, monasterio benedictino), fray Pedro Martínez, realizar un cambio en el suelo que consistirá en cubrirlo con losas de mármol, pizarra y jaspe. La cajonería de madera de peral que se puede contemplar en la actualidad también es encargo de este obispo, y supuso la modificación de la construcción original de la capilla. De no ser por esos cambios, podría apreciarse que la arquitectura de este lugar es muy sencilla y cuenta con unos sitiales alrededor. En su día fue una sala importante, pues aquí recibiría el cabildo a gente de la nobleza y por supuesto, a reyes. De hecho, en la entrada están los escudos de Castilla y León, lo que da idea de la nobleza que se le otorgó, siendo de los emplazamientos más significativos de la catedral.

 

En cuanto a la arquitectura, resalta sobre todo la bóveda de ocho puntas que se forma a partir de ocho arcos con columnas fasciculadas.  La decoración también es muy interesante, ya que las ménsulas (estructuras situadas al final de las columnas) presentan relieves policromados que ofrecen imágenes muy curiosas: escenas de caza, cortesanas, que se mezclan con otas mitológicas y de vasallaje.

 

No se sabe si los muros en su día llegaron a estar policromados, como es el caso de muchas salas capitulares; hoy en día está revocados con yeso, pero se piensa que así pudo ser.

Encargo de los retratos

Los retratos que decoran la capilla de Santa Catalina son encargados por el cabildo cuando Burgos pasa de ser diócesis a archidiócesis. Concretamente, es entre 1571 y 1579 cuando se realizan los primeros retratos, siendo Francisco Pacheco, primer arzobispo de Burgos y quien gobernaba entonces la diócesis, el primer retratado. Su retrato –en el que aparece vestido de cardenal– es auténtico, pero no así los de los obispos que le precedieron cronológicamente, que son imaginados.

 

Estos retratos ficticios pertenecen a los que fueran obispos de Oca y de Burgos, ya que la diócesis burgalesa tiene sus inicios en la localidad de Oca. Entre estos retratos aparecen san Indalecio (marcado con el número uno) o el apóstol Santiago. Después de Pachecho, otros 48 arzobispos han quedado retratados en los muros de esta capilla, ubicada en la panda norte del claustro alto de la seo. Y hueco queda para albergar el retrato de quien será el próximo arzobispo, don Fidel Herráez Vegas.

 

Por su importancia y su calidad, destacan varios cuadros. Hay cinco pintados por Diego de Leiva (marcados con el número 2 hasta el 6) y el retrato don Francisco de Manso y Zúñiga, que sería de Mateo Cerezo. En cuanto a los últimos que se han pintado, destaca por su calidad el realizado por Román García a Segundo García de Sierra y Méndez. Los demás retratos carecen de importancia artística, y puede comprobarse que la calidad es muy diversa.

 

En cuanto al último arzobispo, ahora administrador apostólico, don Francisco Gil Hellín, también tiene su retrato, que se realizó en Madrid, y ocupa un lugar cercano a la puerta de entrada, por lo que es fácil de localizar. Y todavía es pronto para hablar del retrato de don Fidel Herráez, cuándo y donde se realizará y donde se ubicará; sobre todo teniendo en cuenta que la capilla está aún por restaurar y que ello modificará la actual disposición de los cuadros. La obra, una vez que se acometa, también afectará a los retratos, que estarán incluidos en esta restauración. En total hay 134 cuadros, de los cuales 130 corresponden a retratos de los prelados. Los cuadros que no son retratos se corresponden a cartelas alusivas.

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