«La ideología de género nos llama a despertar del sueño y dar una respuesta cristiana»

El obispo de Jerez y miembro de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida, José Mazuelos, participa en una jornada de extensión universitaria sobre ideología de género en la Facultad de Teología.
El obispo de Asidonia Jerez, antes de su intervención en la Facultad.

El obispo de Asidonia Jerez, antes de su intervención en la Facultad.

 

Pregunta: El término «ideología de género» quizás englobe muchos prismas, muchas aristas. ¿Qué entendemos realmente por ideología de género? ¿Simplemente la igualdad entre hombre y mujer o es algo más?

 

Respuesta: Es mucho más. Ustedes comprenderán que la igualdad entre hombre y mujer no solo la afirmamos, sino que la respaldamos: es una de las grandes victorias de la cultura occidental. Si por ideología de género entendemos la igualdad entre hombre y mujer, entonces estamos de acuerdo. Lo que ocurre es que la ideología de género va más allá. Viene a romper con esa igualdad y meter en medio la ideología trans, la ideología LGTBI. Es decir, que hay hombre, mujer y la ideología LGTBI. Por eso esta ideología usa también el respeto a la orientación sexual, con lo que también estamos absolutamente de acuerdo, con respetar a estas personas, claro que sí. El problema es cuando se quiere concebir el mundo e imponer toda la visión antropológica desde el mundo LGTBI también a los que no son LGTBI.

 

Por tanto, con esta ideología no se pide el respeto a estas personas, que es algo con lo que todos estamos en absoluto de acuerdo. Es una ideología porque con ella se pretende anular la dimensión sexuada de la persona e imponer la dimensión exclusivamente de género de la persona. Entonces, se absolutiza la persona desde el punto de vista psicológico, de la orientación sexual: la persona viene vista desde su orientación sexual, primando y dando un plus a una orientación sexual.

 

P.: ¿Se pueden separar género y sexualidad?

 

R.: La persona humana, en su totalidad, es un espíritu encarnado. Y el género pertenece a la persona humana, lógicamente. El sexo sentido, como se dice, es la orientación sexual que yo tengo, pero eso pertenece al sexo psicológico. Otra cosa es el sexo: la persona es masculina o femenina, ontológicamente, que es donde reside su dignidad. Es lo que vemos todos cuando nace una criatura: si es masculina o femenina, pero también vemos si es negro, amarillo, blanco… vemos la raza. La dignidad está en la ontología. El problema es cuando se quiere llevar el género, que es una orientación sexual, a ontología. Y entonces, claro, se cambian los planos y comenzamos a dar un plus de dignidad a una cierta orientación sexual. Y así, acabamos abocándonos a una injusticia, porque en vez de defender la dignidad entre el hombre y la mujer, en nombre de defender también a las personas LGTBI, terminamos haciendo una imposición al resto de las personas desde esta ideología.

 

P.: En las conferencias de la jornada de hoy, algunos de los ponentes han mostrado cómo se trata de una cuestión cultural que se ha implantado también gracias a la difusión por parte de medios de comunicación, el cine… o incluso campañas programadas. ¿Piensa que existe una estrategia orquestada para imponer esta ideología? ¿A qué puede ser debido?

 

R.: Sigo pensando que detrás de esta visión trans-humanista, que quiere borrar la frontera entre lo natural y el hombre del deseo y abrir las puertas a la biotecnología para satisfacer el deseo, está el dinero. Esta ideología es un paso más para implantar el trans-humanismo que rompe las fronteras de lo natural y conseguir así un hombre del deseo que satisface sus necesidades a base de dinero, convirtiéndose en un mero consumidor. Si tecnológicamente todo es posible, la biotecnología existirá no para ayudar al hombre, sino para ganar dinero.

 

P.: ¿Por eso ha hablado en su ponencia de un matrimonio entre el neomarxismo y el neocapitalismo?

 

R.: Claro. Ambos persiguen los mismos fines. El primero es atacar a la familia. A los Estados totalitarios no les interesan las familias porque crean personas con capacidad de reflexión y con dimensión social. Tampoco al capitalismo más salvaje le gustan las familias, porque busca individuos aislados. Además, neomarxismo y neocapitalismo se unen también para acabar con la dimensión transcendente del ser humano, porque maternidad y paternidad nos hablan de transcendencia y de la dimensión social del ser humano; porque para existir, nos necesitamos uno a otros diferentes, que son la madre y el padre.  Así es como se unen los dos intereses. Al mismo tiempo, se ha domesticado al neomarxista, que ya no ataca ni le preocupa el capital ni la desigualdad salarial. Ya no le preocupa una biotecnología al servicio de los más pobres; ahora lo que le interesa es la lucha de género: ya no se meten con el gran capital, ahora le hace el juego sucio.

 

P.: En estas jornadas se está hablando de «ideología de género» y quizás los defensores de esa corriente de pensamiento sostengan que también los cristianos tienen su «propia ideología» sobre la familia y la sexualidad que también quieren imponer a los demás…

 

R.: Lo que está ahora mismo en juego no es que algunos sostengan una ideología y otros otra: usted puede educar a su hijo como quiera, pero que a mí me den la libertad para educar al mí como a mí me da la gana. ¿Usted quiere educar a su hijo diciendo que la maternidad o la paternidad no son fundamentales, o que se puede escoger ser hombre o mujer? Muy bien, enséñeselo a su hijo, pero al mío, no.

 

La Iglesia no quiere luchar, no queremos entrar en una lucha de nosotros contra ellos. Nosotros proponemos. Decía el papa Francisco que Dios perdona siempre, y el hombre, la naturaleza, nunca. Cuando uno va contra la verdad del ser humano, tarde o temprano aparecerá sufrimiento. A mí me preocupan mucho los pseudotransexuales, esos niños que son llevados hasta la intervención quirúrgica sin ser transexuales, sino por deseo de los padres. A mí me preocupa el adolescente rebelde que se mete en tratamientos hormonales irreversibles. Ahora, también me preocupa el que sea verdaderamente transexual que tenga el mejor tratamiento que le lleve a su equilibrio psicofísico, el que haga falta. No crear una medicina del deseo con los poderes de la biotecnología. Sigo pensando en una ética médica, del bien de la persona y una ciencia objetiva. No podemos crear una ciencia subjetiva en la que vamos al médico como si fuera un supermercado en el que entra solamente el que tiene dinero.

 

P.: Quizás la ideología de género se ha metido en la cultura actual por factores que la han hecho posible. ¿Piensa usted que la Iglesia está creando una cultura que promueva una visión cristiana del ser humano?

 

R.: Ese es el problema, que nos ha pillado en una Iglesia un tanto adormecida, heredera de otras épocas en las que se pensaba que papá Estado debía resolver todos los problemas mientras los cristianos se quedaban de brazos cruzados. No tenemos una sociedad civil, no tenemos una presencia significativa en la cultura, y esa es una de las causas que nos ha traído esta ideología de género. Tenemos que despertar de la anestesia, darnos cuenta que tenemos mucho que aportar. Y no en lucha, o como defensa, sino porque, como dice el papa Francisco, es la hora de las familias. Tenemos la riqueza de la familia y la verdad del ser humano revelada en Jesucristo. Así que tenemos que lanzarnos a llevar a Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida, y podrá ayudar a superar las heridas de tantas personas. La ideología de género nos llama a despertar del sueño y a dar una respuesta desde nuestro ser cristiano con la riqueza del amor humano, de la verdad del hombre y de la familia cristiana.

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