Xiskya Valladares, ‘la monja tuitera’: «Nos estamos jugando que los jóvenes conozcan a Jesús»
Continúa en Burgos la Semana de Misionología dedicada al tema «Misión y Redes», que ayer se centró en las nuevas plataformas para comunicar la Misión de la Iglesia. Leticia Soberón, experta en inteligencia colaborativa, defendió que, ante el nuevo modo de pensar que ha traído internet, la Iglesia debe trabajar de una forma más unida. La mesa redonda posterior profundizó en cómo comunicar a las nuevas generaciones el Evangelio desde las redes sociales -con Xiskya Valladares, conocida como «la monja tuitera»-; el mundo editorial –con Mª Ángeles López, de la Editorial San Pablo– y desde el cine -con la actriz española Asumpta Serna-.
«El mundo presencial y el digital son dos caras de la misma vida», explicó Leticia Soberón. La profesora argumentó que internet ha creado formas diferentes de pensar y de procesar la información -«brainframe»-, por ello, para dirigirse a un joven, cuyo cerebro está configurado en el modelo digital, no nos basta con lo que hacíamos en las generaciones anteriores. Soberón defendió, basándose en McLuhan, que «la red es el mensaje; no se trata solo de un medio, sino que es un estado nuevo». De esta forma, es normal que los niños se aburran en clase o en misa, porque tienen un brainframe diferente. «No podemos estar instalados en nuestra vieja manera de hacer las cosas, porque no nos entienden».
Ante esta nueva realidad, la Iglesia tiene buscar nuevas formas de proponer los contenidos de siempre, poniendo especial atención al medio. «Estamos trabajando para poner a disposición de la Iglesia una formación seria sobre estos temas, porque nos urge». Soberón explicó que en las instituciones de la Iglesia hay que cambiar la forma de trabajar, hacia una forma más sinodal y colaborativa. Para lograrlo, propuso en primer lugar diagnosticar en cada institución los obstáculos que existen para lograr esta manera de trabajar. Destacó que el principal obstáculo es que se trabaja en departamentos estancos, sin comunicación interna. Otras veces, las limitaciones a la colaboración son de organigrama, o por falta de tecnología, o incluso por falta de amistad entre los empleados. Una vez hecho el diagnóstico, se pueden utilizar plataformas de colaboración, como la que ella impulsa: «Colaboratorium». Es una forma de pensar en conjunto a través del medio digital, que evita reuniones físicas y permite tomar decisiones tras escuchar a todos. «La Iglesia es una red, es una comunión de personas. Por ello, es necesario diseñar la colaboración, que va más allá de la buena voluntad».
Comunicar la Misión desde las redes sociales, los libros y el cine
En la mesa redonda posterior, tres mujeres expertas en comunicación expusieron cómo afrontar los desafíos que ha traído internet a la hora de comunicar el Evangelio desde las redes sociales, el mundo editorial y el cine. Desde el primer ámbito, Xiskya Valladares animó a las instituciones de la Iglesia a tomarse las redes sociales en serio, en clave de misión, y no como una pérdida de tiempo. «Nos estamos jugando que los jóvenes conozcan o no conozcan a Jesús», explicó. Ante unas redes en las que hay muchos mensajes interesados de diferentes colectivos, la Iglesia debe caminar unida para hacer llegar con profesionalidad el mensaje del Evangelio. «Si nos uniéramos, seríamos mucho más potentes que una multinacional». Para llegar a tener una comunicación eficaz en redes sociales, Valladares instó a destinar recursos humanos y económicos, y a elaborar planes estratégicos serios, que tengan en cuenta los objetivos y los públicos a comunicar. «El mensaje de Jesús se merece este esfuerzo».
Por su parte, Mª Ángeles López, directora de la Editorial San Pablo, explicó que, además de las dificultades que tiene el mundo eclesial actual, ellos se topan con los problemas del mundo editorial. Sin embargo, lejos del pesimismo, López animó a mirar en positivo los desafíos. «Esta sociedad tiene más necesidad que nunca de Evangelio». Pero, según defendió, ya no se puede proponer como se hacía hace años, y por eso propuso varias direcciones de actuación. En primer lugar, señaló que hay que escuchar las inquietudes de los lectores para poder darles respuesta, aunque ello conlleve salir de la zona de confort. En segundo lugar, animó a renovar los lenguajes («No podemos eludir nuestra responsabilidad de encontrar nuestro código estético, ¿por qué hay que renunciar a la belleza?») y a buscar nuevas formas de trasmitir el Evangelio, sirviéndonos de las imágenes actuales, siempre con cuidado de no desvirtuar el mensaje «¡Cuidado con descafeinar a Dios! Más que buscar nuevos lenguajes para transmitir la fe, tenemos que buscar auténtica fe para encontrar los nuevos lenguajes».
Por último, la actriz Assumpta Serna contó cómo desde el cine se pueden transmitir muchos valores. «Yo me hice actriz para contar verdades», reveló. Hay muchos estudios sobre técnicas cinematográficas, pero son pocos los que se centran en cómo el actor puede comunicar. Entusiasmada con este campo, la actriz fundó una escuela de formación de actores, por la que han pasado más de 4.000 profesionales. Serna confesó cómo su participación en la película Red de Libertad, donde dio vida a Helena Studler, le impactó mucho. «Me enseñó a ser mejor, y a no tener prejuicios sobre la Iglesia». Especialmente, quedó admirada del director de la cinta, Pablo Moreno, «un laico convencido, muy estudioso de la Iglesia, que ayuda a cambiar el punto de vista sobre la Iglesia con su buen hacer y liderazgo». La intérprete explicó que todo lo que ha aprendido como actriz, y como fundadora de su escuela de actores, lo está poniendo actualmente al servicio de la Iglesia, a través de un curso de verano en Ciudad Rodrigo, en el que está formando a seminaristas para que sepan comunicar bien, y con honestidad. «Estoy orgullosa de servir a este nuevo colectivo, que quiere comunicar el mensaje más verdadero que hay, el Amor».