«Misioneros: Cristo amando en nosotros»

Mensaje del arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, para el domingo 8 de julio de 2018.

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Nos disponemos a celebrar el próximo domingo en nuestra Iglesia diocesana el Día del Misionero Burgalés. Es un día entrañable, porque Burgos está íntimamente unido a la misión. Así lo voy comprobando cuando realizo mi visita pastoral y cuando me encuentro que, en infinidad de pueblos de nuestra querida geografía, existe siempre vivo el testimonio y la luz de alguno de los 666 misioneros con los que nuestra Diócesis se abre a la misión universal.

 

Se trata de bautizados que acogieron la llamada de Jesús a salir de su tierra y a anunciar el Evangelio más allá de su propia cultura, lengua y país. Unos lo hacen como laicos, otros muchos como religiosos o religiosas y otros como sacerdotes u obispos. A través de su testimonio, nuestra Iglesia local se agranda y se hace auténticamente católica. En su respuesta, nos enriquecemos nosotros mismos que les enviamos. Con sus relatos, nos hacemos partícipes de su ilusión y su espíritu, y nos hermanamos con nuevos lugares, comunidades, gentes y retos que nos hacen sentir la Iglesia universal como verdaderamente nuestra familia.

 

El lema que este año nos ayudará a reflexionar y centrar nuestra Jornada es «Misioneros: Cristo amando en nosotros». En efecto, todo cristiano ha sido enriquecido con la gracia del Bautismo, donde comenzó una historia de amor con el Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo. En esta historia, Dios mismo nos ha ido mimando y cuidando, regalándonos una familia, un entorno educativo, unos amigos, una comunidad y entrando en una espiral del amor que, al ir creciendo, ha incorporado nuevas personas y lugares donde ese amor se hace donación. Solo dándose es como el amor crece y el designio de Dios sobre cada persona alcanza su plenitud.

 

El misionero participa de esa dinámica del amor: el amor acogido es un amor entregado que actualiza el misterio del amor de Dios y lo visibiliza. Él responde a esa vocación tan específica que le llama a ser testigo del Amor más allá de las fronteras y de las culturas conocidas. Se convierte así en auténtico sacramento y mediación del propio amor de Cristo. Por eso, consciente de sus propias limitaciones, se confía en el amor de Dios, superando así su debilidad. Acoge de este modo la invitación del Maestro: «Id y haced discípulos míos» (Mt 28,19). El verbo «id», como nos recuerda el Papa Francisco, «es una fuerte llamada que resuena en cada rincón de la vida cristiana; una clara invitación a estar siempre en salida, peregrinos en el mundo en busca del hermano que aún no conoce la alegría del amor de Dios».

 

Recemos por nuestros misioneros y por su misión. Demos gracias a Dios que les acompaña y les sostiene en su vocación, en sus trabajos y en la entrega generosa de su vida. Y gracias también a ellos, que pasan por la tierra haciendo el bien y con su testimonio nos animan a nosotros a ser «discípulos misioneros» siguiendo las huellas de Jesús.

 

Este año celebraremos el «Día del Misionero Burgalés» con un acto diocesano que tendremos el próximo domingo en Briviesca. El arciprestazgo de Oca-Tirón nos vuelve a acoger en la capital de La Bureba. Allí nos encontraremos misioneros, familiares, amigos… Y lo haremos con el recuerdo de sus 76 misioneros originarios y con la presencia de muchos agentes pastorales que han trabajado en países lejanos. Os invito de corazón a este encuentro misionero que nos ayudará, como todos, a profundizar en nuestra propia vocación cristiana que siempre es misionera.

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