«El sacerdote no ha de buscar el prestigio social, sino ser un testimonio creíble»

El obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, impartió ayer una sesión de formación al clero burgalés, donde repasó el influjo que la sociedad actual tiene en la vida de los presbíteros.

Nació en Fruniz (Bizkaia) en 1933. Ordenado sacerdote en 1957, Juan Maria Uriarte Goiricelaya es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas y en Psicología por la Universidad de Lovaina. En 1976 fue nombrado obispo auxiliar de Bilbao y ha sido pastor de las diócesis de Zamora (1991-2000) y de San Sebastián (2000-2010). Ha dedicado una parte importante de su ministerio a la atención de los sacerdotes, tanto en su vida espiritual como en su dimensión humana, individual y colectiva. Ha dirigido muchas tandas de ejercicios espirituales a sacerdotes y seminaristas, y ha sido presidente de la Comisión Episcopal del Clero y miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española.

 

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Un obispo en retirada y preocupado por los sacerdotes…

 

Yo creía que mi vida de jubilación iba a ser menos activa, o que las llamadas desde el exterior durarían pocos años. Pero ya llevo diez años y estas llamadas desde el exterior no han disminuido, sino que han crecido. Yo me encuentro cada vez con menos fuerzas, pero también tengo menos fuerzas para decir que no y muchas veces luchan la cabeza y el corazón: la cabeza me dice que no debería acceder pero el corazón te traiciona y vas a los sitios. Además, también te agrada encontrar con buena gente allí donde vas.

 

¿Y por qué esa preocupación tan especial por los sacerdotes?

 

Porque creo que la situación existencial del sacerdote es más incómoda que en otros momentos y, por consiguiente, la interlocución y el apoyo son más necesarios. En primer lugar, para analizar nuestra cultura y ver los impactos que tiene en nosotros. En segundo lugar, para ver la problemática de la Iglesia y nuestra eclesialidad, y ver también de qué manera repercute y de qué manera la vivimos. En tercer lugar, toda la problemática interior que existe en el corazón de los sacerdotes, no solo el celibato, sino otras muchas aspiraciones y deseos de nuestra afectividad, de nuestra personalidad, de nuestro yo, que hay que procurar no ahogar pero sí educar y convertir al evangelio. Y creo que en todo esto hacen falta personas que tengan cierta experiencia y conozcan y vivan la teología y que tengan una cierta preparación psicológica, que también es importante. La experiencia espiritual, la teología y la psicología: ninguna de ellas se da especialísimamente en mí, pero en las tres tengo algún cultivo y procuro expresarme…

 

¿Cómo valora la situación del clero español en general?

 

Yo no estoy de acuerdo con las publicaciones malhadadas en las que de ciertos problemas concretos y de ciertas personas concretas se hace una generalidad. Yo creo que la salud integral del clero no está peor que en ningún otro momento anterior. Yo diría que, incluso, está mejor, a pesar de que no me lo crean todos, yo estoy convencido. Pero también es verdad que tiene más necesidades porque la vida se ha complicado mucho, la situación de la fe en la gente es un problema mayor, y por consiguiente, los impactos que recibe el cura son mayores y hay que ayudarle a digerir estos impactos, sin paternalismos, fraternalmente.

 

¿Cuáles son las crisis por las que atraviesan actualmente los sacerdotes?

 

En primer lugar, la crisis de la propia fe, que está sometida en este mundo de increencias y, de alguna manera, ese sacerdote creyente lleva dentro de sí también un potencial increyente. En segundo lugar, la crisis de la eficacia pastoral en una situación en la que, si antes las piedras se convertían en hijos de Abrahán, ahora muchos hijos de Abrahán se convierten en piedras… Eso produce una decepción que el sacerdote ha de saber gestionar. En tercer lugar, la crisis de la devaluación de la Iglesia, que no tiene el crédito moral del que gozaba en otros tiempos y que muchas veces está zarandeada públicamente.

 

Y en cuarto lugar, que la vida célibe del presbítero es una contestación espléndida y magnífica, pero también mucho más difícil que en otros momentos, precisamente porque el erotismo ambiental nos impregna. Por otra parte, el celibato no es una de las cosas que más se han trabajado explícitamente en la formación de los seminaristas y de los presbíteros jóvenes. Y este es un asunto que a mí me ha preocupado tanto que me ha conducido a escribir un libro relativamente gordo –El celibato, apuntes antropológicos, espirituales y teológicos– con la idea de prestar una ayuda; un libro que ya se ha editado cuatro veces; tiene dos ediciones argentinas, ha sido traducido al inglés, al italiano, al portugués y al ruso.

 

La pederastia tiene como razón fundamental una gran inmadurez de las personas que caen en ella

 

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Decía que una de las crisis que tiene que afrontar el sacerdote es la devaluación social que existe contra la Iglesia. Una devaluación que es debida, en gran parte, por la actitud mantenida por ciertos sacerdotes: pederastia, abusos de poder, y otros ejemplos moralmente inaceptables. ¿Qué ha fallado en la vida de los sacerdotes para cometer estos delitos?

 

Es muy diferente la posición autoritaria y rigorista que hemos podido tener con respecto a la cultura actual en la que hay valores y contravalores mezclados. Es muy diferente este dato del otro que de la pederastia, que tiene como razón fundamental una gran inmadurez de las personas que caen en ella. Lo que está más claro de todos los estudios que se han hecho es esto: que el nivel de inmadurez de estas personas es tan grande que les conduce a no poder tener relación sexual más que con personas también inmaduras, como son los niños o las personas con discapacidad mental.

 

En cuestión al autoritarismo o la cerrazón ante la cultura, hemos recibido una formación muy sólida pero muy poco flexible. Y nos ha costado como Iglesia flexibilizarnos para acoger de la cultura aquello que, lejos de negar nuestra fe, la confirma y la purifica.

 

Entonces, ¿qué necesita el clero para volver a buscar el prestigio social que ha perdido?

 

Éxito no es uno de los nombres de Dios. Yo distinguiría entre prestigio social y credibilidad social. La credibilidad social es importante porque si no, nuestra palabra es multiplicada por menos uno y convertida en lo contrario. Sin embargo, el prestigio, el que uno sea considerado relevante en la sociedad, no es necesario ni conveniente para que el cura se adhiera a los valores evangélicos. Es mejor estar un poco azuzado por el exterior y no visto como un ser superior que esta muy mimado…

 

El prestigio no es conveniente para que el cura se adhiera a los valores evangélicos. Es mejor estar azuzado por el exterior que no ser visto como un ser superior

 

¿Y cómo se logra esa credibilidad?

 

Con el testimonio evangélico y sobre todo, con dos cosas: que vean que cuando uno dice una palabra, la palabra que dice en la homilía, es una palabra como un vino que ha madurado bien en contacto con el roble y no como un vino químico. Y segundo, la debilidad para con la gente más pobre y más sencilla y más sola y tocada. Estos dos elementos son sustanciales del testimonio que puede hacer creíble la palabra y el evangelio que tenemos el gozoso deber de anunciar.

 

Más: escuchar las ponencias de monseñor Uriarte

 

Charla 1 [descargar]

 

Charla 2 [descargar]

Comentarios

Comentarios: 1

  1. Pizarro

    ¿De verdad que este individuo es el mejor para formar al clero burgalés? ¿No había otro?
    Dice: «La pederastia tiene como razón fundamental una gran inmadurez de las personas que caen en ella». Porque, claro, decir que tiene una elevadísima correlación con la homosexualidad no es adaptarse flexiblemente a la cultura ¿no?
    Dice: «debilidad para con la gente más pobre y más sencilla y más sola y tocada» ¿Sóla y tocada como los familiares de asesinados por ETA a los que sus curas se negaban a celebrar un funeral? ¿Se refiere a tantos solos y tocados por el terrorismo etarra, que él ha cobijado y alentado, a los que la Iglesia en Vascongadas y especialmente en Guipúzcoa les dio la espalda?
    Este prelado ha sido, junto con Setién, uno de los responsables de la práctica desaparición del catolicismo en Vascongadas, ¿y viene a dar lecciones? ¿de qué?
    Luego los sacerdotes y obispos no se cansan de pedir coherencia de palabra y vida. ¿Por quién empezamos?