El arzobispo se reúne con la Junta de Confer tras haber visitado 70 comunidades de vida activa

Los religiosos constataron que el envejecimiento de las comunidades es uno de sus mayores retos y pidieron más presencia de la vida consagrada en los planes pastorales diocesanos.
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El arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, se reunió ayer en la Casa de la Iglesia con la Junta de CONFER, a modo de conclusión de la visita que ha ido efectuando a las distintas comunidades religiosas de vida activa. En la reunión participaron también el vicario para la Vida Consagrada, Amadeo Alonso, y el vicario pastoral, José Luis Lastra.

 

Don Fidel comenzó su visita a las comunidades de vida consagrada –de vida activa– el 17 de septiembre de 2017, y hasta enero de 2019 ha visitado ya 70 comunidades en 55 visitas realizadas en Burgos capital y la provincia (en algunas se han unido dos comunidades de la misma familia religiosa). Únicamente quedan ocho pendientes, todas ellas en la provincia, a la espera, en algunos casos, de que coincidan con la visita pastoral a esas parroquias.

 

Después de recordar su infancia en Ávila, en un ambiente abundante en congregaciones religiosas, don Fidel hizo su valoración general de esta visita y dijo sentirse impresionado por la riqueza de vida que se ha encontrado y por el testimonio de muchas religiosas y religiosos mayores que han entregado su vida en los más variados lugares. «La vida consagrada» afirmó «sigue siendo un precioso tesoro en la Iglesia y en la sociedad, y concretamente en Burgos muy abundante». También constató que la vida religiosa está en etapa de transformación, buscando nuevos caminos, consciente de que Dios sigue llamando y acompañando. Asimismo planteó algunos interrogantes de cara al futuro, dado el elevado número de religiosos de avanzada edad en bastantes de las comunidades. Por otra parte, transmitió a los religiosos la sensación de que en general los sacerdotes diocesanos valoran positivamente la vida consagrada, aunque hay algunos casos en los que permanecen distantes, y otros en los que predomina el «interés pastoral» concreto para desarrollar algunas actividades. Finalmente señaló tres cuestiones que cuidar con sumo interés no solo por la vida consagrada sino por la Iglesia diocesana en general: la iniciación cristiana, la familia y la oración.

 

Por su parte, los religiosos agradecieron unánimamente el gesto del obispo de acercarse a cada una de las comunidades: «Nos hemos sentido queridos», aseguraron. También coincidieron en señalar el reto de la elevada edad, más acusada por la ausencia actual de casas de formación. Igualmente se dialogó sobre la pastoral vocacional, constatando que se llega a muchos voluntarios jóvenes pero que es muy difícil suscitar nuevas vocaciones y plantear compromisos de por vida. El envejecimiento es de toda la Iglesia en Europa, se dijo, con lo cual será tarea de todos juntos poder presentar el Evangelio como algo fresco y nuevo. Uno de los grandes retos es sumar todos en la Iglesia, porque tendemos a estar en nuestros respectivos rincones.

 

Además, se pidió que la vida consagrada quede más reflejada en los planes pastorales diocesanos, aunque se reconoció que de unos años para acá se ha caminado hacia una mayor cercanía e implicación de todos en la vida de la Iglesia local. Otros de los temas objeto de diálogo fueron la situación y el futuro de los colegios religiosos, así como la presencia de religiosos jóvenes provenientes de otros países (hay que estar abiertos a ellos y acogerlos con discernimiento, sin buscar que sean el remedio para comunidades envejecidas, sino un signo de que la misión es universal).

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