Amplia representación burgalesa en el Congreso Nacional de Misiones

Se desarrolló en Madrid el pasado fin de semana con la asistencia de representantes de la delegación de Misiones y la Facultad de Teología.
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El pasado fin de semana se celebró en Madrid el Congreso Nacional de Misiones bajo el título Bautizados y enviados: La Iglesia de Cristo en Misión en el Mundo. Tres días intensos de conferencias, encuentros y testimonios. El evento fue organizado por Obras Misionales Pontificias en colaboración con las Facultades de Teología de España. El burgalés Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona-Tudela y presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, fue el encargado de abrir el Congreso, enmarcándolo en el octubre misionero convocado por el papa Francisco. El presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, celebró la eucaristía de clausura, retransmitida por Televisión Española.

 

El congreso contó con la asistencia de 400 matriculados y tuvo su sede en las instalaciones de la parroquia de San Francisco Javier, en el madrileño barrio de Salamanca. Muchos de los asistentes recordaban el Congreso celebrado en Burgos en 2003, en las mismas fechas, titulado Es hora de la Misión.

 

El congreso tuvo sabor a Burgos, pues la delegación burgalesa fue una de las más notables. Al equipo de la delegación de Misiones, encabezado por su delegado Ramón Delgado y Maite Domínguez, se unieron tres profesores de la Facultad de Teología: Eloy Bueno, presentado como ‘El misionólogo de España’, que pronunció una conferencia sobre la Iglesia local y la misión; Roberto Calvo, director del Instituto de Misionología de la facultad y Carlos Izquierdo, coordinador de la Semana Española de Misionología. Entre los asistentes también estaban el director nacional del IEME, Luis Angel Plaza, el encargado de animación misionera, Gabriel Domingo o el obispo auxiliar de Bangassou, Mons. Ruiz Molina o Marcos Delgado, provincial de Sociedad de Misiones Africanas (SMA).

 

Más allá de las personalidades, el ambiente recordaba una y otra vez a Burgos. Bastaba evocar una anécdota en un país de misión (ej. Marruecos) para que se escuchara la coletilla ‘estaba con una misionera burgalesa’. Lo mismo en los pasillos, entre religiosos de diferentes congregaciones o entre laicos de MISEVI, se escuchaba una y otra vez ‘de Burgos’. Es evidente que el aprecio a la diócesis lo avalan los datos actuales (casi 700 misioneros) y la historia. Así lo atestigua la carta del papa Benedicto XV al obispo de Burgos, en 1919, punto de referencia para la encíclica Maximum Illud y para la creación del futuro Seminario de Misiones de Burgos. Momento oportuno para recordar al canónigo Gerardo Villota, que sigue enterrado en Burgos, en la parroquia de San José Obrero.

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