La Iglesia en Burgos clama contra la «indecente» precariedad laboral
Con el lema «Frente a la indecente precariedad, trabajo decente, como Dios quiere», Cáritas, las delegaciones de Familia y Vida, Pastoral Obrera, Pastoral de Migraciones, Pastoral Penitenciaria, Pastoral Gitana Secretariado de Trata, HOAC, JOC y Acción Católica General denunciaron ayer, con motivo de la celebración de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, la «indecente precariedad» que existe en el ámbito laboral.
Las organizaciones y organismos que forman parte de la iniciativa «Iglesia por el Trabajo Decente» en Burgos participaron ayer en una vigilia de oración en la parroquia de San Pablo Apóstol y un gesto público en el Parque de Santiago, en el que reivindicaron que todos los poderes públicos se comprometan de forma activa en la construcción de un sistema económico, social y laboral justo, fraterno y sostenible que sitúe a la persona en el centro; que el trabajo sea garante de dignidad y justicia, así como del desarrollo integral de la persona, de sus capacidades, dones y vocación, empezando por las personas más descartadas y excluidas; y que el trabajo sea fuente de reconocimiento social y personal, a través de la dignificación de los cuidados, con nuevos planteamientos de políticas sociales, de género y educativas en igualdad entre mujeres y hombres, sin olvidar el derecho a una conciliación real de la vida familiar y laboral. Igualmente recordaron que «el trabajo es para la vida, por lo que es imprescindible que se realice en un entorno de seguridad y salud, con condiciones que garanticen la integridad física y psíquica de la persona».
«Iglesia por el Trabajo Decente» denuncia que «cuando hablamos de precariedad laboral lo hacemos de vidas truncadas, vulnerables y violentadas; de personas explotadas y abusadas por contratos temporales y eventuales, con sueldos que no concuerdan con las horas realizadas, sin seguridad en el puesto de trabajo y sujetos a una flexibilidad que acaba quebrando la dimensión personal de las personas trabajadoras al imposibilitar una verdadera conciliación entre trabajo, familia, descanso, participación social y ocio. Seguimos constatando cómo el trabajo está lejos de ser un derecho que garantice la dignidad de la persona, mientras sigue aumentado el número de trabajadores y trabajadoras pobres».