Don Fidel Herráez ensalza la figura de Fernando III el Santo en el VIII centenario de su investidura como caballero
El Real Monasterio de las Huelgas acogió ayer una magna celebración en coincidencia con el VIII centenario de la investidura como caballero, entre sus muros, del rey Fernando III el Santo, gran impulsor de la actual catedral gótica junto con el obispo don Mauricio. Promotor de la Reconquista de la Península en el siglo XIII, el santo es desde 1805, además, patrón de las especialidades de Ingenieros y Transmisiones del Cuerpo General de las Armas del Ejército de Tierra, razón por la que numerosos militares y personalidades del mundo castrense participaron en la eucaristía y posterior parada militar en el compás de las Huelgas.
La ceremonia religiosa estuvo presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, quien en su homilía destacó la importancia del santo monarca en la historia de España, de la cultura y del catolicismo, pues no en vano fue él uno de los grandes impulsores del cristianismo en el país tras la invasión musulmana. El arzobispo también hizo hincapié en su capacidad de aunar esfuerzos por la integración de los pueblos de España a través de una vida santa. Junto al arzobispo concelebraron el capellán castrense de Burgos, Pedro José López, y el capellán de las religiosas cistercienses, Juan José Pérez Solana.
Santo monarca
Una vez unificadas las dos coronas de Castilla y León, Fernando III dio un fuerte impulso a la Reconquista, aprovechando la superioridad militar obtenida sobre el Islam desde la victoria de su abuelo Alfonso VIII en la batalla de Las Navas (1212). Dicha empresa habría de conducir a la reconquista del valle del Guadalquivir, que convirtió al reino castellano-leonés en un territorio mucho más extenso que cualquiera de sus vecinos, y en el único que conservaba frontera terrestre con el Islam (por la supervivencia del reino de Granada hasta el siglo XV). El inicio de esa gran campaña guerrera fue aprobado en la Curia de Carrión de 1224, coincidiendo con las luchas por el poder que se abrieron entre los musulmanes al morir el sultán almohade Abú Yacub Yusuf. Una tras otra fueron cayendo en manos cristianas ciudades musulmanas tan significativas como Córdoba (1236) o Jaén (1246). Sevilla, en cambio, resistió duramente y finalmente se rindió al rey Fernando en 1248.
A la reconquista siguió la repoblación de las tierras recién incorporadas mediante repartimientos a caballeros y peones cristianos. Fernando III de Castilla murió en 1252, cuando preparaba una campaña para continuar la Reconquista hacia el norte de África; fue enterrado en la catedral de Sevilla. La Iglesia le canonizó en 1671.