Curar contra viento y marea

Isabel Vallejo es enfermera en el HUBU, allí se contagió de Covid-19 y, durante la pandemia, ha visto morir a su padre. Sin embargo, siempre ha deseado volver con sus pacientes: «Es mi vocación».
isabel vallejo

Isabel Vallejo es enfermera de psiquiatría en el Hospital Universitario de Burgos.

 

Para Isabel Vallejo los últimos meses no han sido nada fáciles. Esta técnico en cuidados de enfermería ha enfrentado duros momentos, no solo por contagiarse de Covid-19, sino también por haber perdido a su padre y haber estado seis semanas y media aislada lejos de sus pacientes de psiquiatría en el HUBU, planta en la que trabaja desde mayo de 2019, a quienes echaba de menos: «Solo contaba los días para volver al hospital, es mi vocación», revela.

 

«Me siento súper feliz en mi trabajo, no me cuesta, me gusta estar con estos enfermos que, con una mirada triste, solo quieren que les escuches y animes», asegura esta mujer llena de fe. «A veces les hablo de Dios y les digo que él siempre está presente, que le pidan lo que necesitan».

 

Entre la terapia que usa Vallejo se encuentra la del cariño. Cree que se infectó en uno de esos abrazos que le propinó una de sus pacientes necesitada de consuelo la primera semana de marzo, cuando aún no se habían establecido protocolos anti contagio en el HUBU. Después, ella lo llevó a casa y sus dos hijos también cayeron enfermos. Su marido se libró. La imagen de la Virgen Milagrosa que recibe en su domicilio la ha acompañado durante la cuarentena junto a la misa online de su parroquia, el Hermano San Rafael, donde es catequista y voluntaria de Cáritas: «Todo esto me ha servido para dejar más espacio a Dios, para ser más paciente, para orar de otra forma», recuerda emocionada.

 

Pese a dar negativo en un segundo test, su jefa la instó a no volver al hospital y guardar más aislamiento. Fue entonces cuando la salud de su padre se debilitó e Isabel pudo cambiar a sus pacientes de psiquiatría por su padre Clemente, aquejado de una neumonía bilateral. Antes de fallecer, Isabel recordó aquellos años de infancia, cuando también cuidó de él mientras sufría una úlcera sangrante digestiva, hecho que la movió a estudiar enfermería y dedicarse con denuedo a sus pacientes de psiquiatría. Una pasión por cuidar a quienes lo necesitan. Otro ejemplo de una Iglesia que trabaja sin descanso donde hay necesidad.

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