La religiosa Salesa que cumple 100 años: «Todo se convierte en bien cuando se ama a Dios»

La hermana Ana María Arana es religiosa Salesa desde hace 70 años. Nació hace 100 en Pradoluengo y, en este aniversario especial, hace balance de su amplia vida religiosa.

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Ana María Arana Arenal nació en Pradoluengo hace 100 años (ciento, dice ella) y profesó en las Salesas a los 29 «porque quería ser santa». Fue su director espiritual quien envió la carta para que la admitieran en la comunidad. La religiosa bromea diciendo que cree que «algo lo está consiguiendo, pero llegar a la meta…». Lo cierto es que recuerda que su entrada en el convento le causó impresión: «Aquí todo nos habla de Dios», fue lo primero que pensó al acudir al coro.

 

Cumplir cien años supone para ella una gracia de Dios, que le ha concedido vivir una vida muy feliz, primero con su familia y luego en su comunidad. «Supone para mí una gracia inmensa, grandísima, que no puedo explicar». «Al principio me hizo mucha impresión la entrada porque creí que todo iba a ser oscuro. Después me acompañó la maestra a la capilla a dar gracias al Señor». Hoy asegura: «He sido muy feliz toda mi vida».

 

Una vida de silencio y entrega

 

Madre Ana María lleva 70 años en clausura. «He estado trabajando, trabajando, y no sé dónde he llegado…», dice para sí. En este tiempo, la vida tanto dentro como fuera del convento ha cambiado mucho, apunta, sobre todo desde el concilio Vaticano II, que abrió más la clausura. Cuando entró como novicia, la comunidad estaba en su apogeo (eran 38 religiosas), pero al salir del noviciado se habían quedado en 12 y actualmente son 17. Es consciente de que hoy la juventud no entiende esa vocación «porque no conocen a Dios; cuando tienen sus fracasos no recurren a Él».

 

Durante 27 años (en diferentes etapas) ha sido superiora, «la que más sirve», como explica. Y de la nueva generación de religiosas que han ido llegando comenta que «hay que atenderlas y ayudarlas, aunque nos dan muy buen ejemplo».

 

Haciendo balance de su vida, la hermana Ana María mantiene que ha valido la pena el camino que tomó por lo feliz que ha sido. «Todos mis sobrinos me entienden cuando les digo que recurran a Dios. No tienen tiempo, pero me hacen caso». Falta más conocimiento de Dios y de su voluntad, reflexiona, y «todo se convierte en bien cuando se ama a Dios».

 

«Con la edad, tienes más conocimiento de Dios». «Todo se convierte en bien cuando se ama a Dios. Soy muy feliz».

 

Sobre el mundo fuera del monasterio, opina que «ha ido a peor, las personas quieren huir del sufrimiento; y aquí, aunque no tengamos muchas distracciones, somos felices», asegura. «Si hubiera alguien que las convenciese, cambiarían sus vidas».

 

La religiosa confiesa que lo que más le costaba en su etapa de superiora era dictar el directorio con sus reglas –«era una preocupación diaria porque tenía que ser al pie de la letra»–. Y lo que más le ha ayudado a lo largo de este tiempo ha sido el silencio y la instrucción de las novicias. 

 

La salesa tiene mucha facilidad para comunicar y con naturalidad defiende que «Dios pide a cada uno según las gracias que le dé, no pide a todos lo mismo». En este momento, la madre Ana María confiesa que «cuantos más años tienes, más deseas morirte para estar con Dios». «Me he propuesto aceptarlo todo, no pedir nada», siguiendo a san Francisco de Sales. «Hemos estado cada día más cerca de Dios… y te enamoras cada vez más de Él».

 

Por su parte, quien también fuera superiora de la comunidad, María Begoña Sancho, comenta que necesitan mucho a su hermana, «por eso no se va todavía al cielo, es un estímulo para nosotras». De ella destaca que «siempre ha sido muy equilibrada, muy auténtica». 

 

La religiosa centenaria asegura que «con la edad, tienes más conocimiento de Dios». Y dice con san Pablo: «Todo se convierte en bien cuando se ama a Dios. Soy muy feliz».

 

Sobre la sociedad de hoy, opina que «el mundo ha ido a peor; a los jóvenes, les diría que procuren acercarse a Dios. No se les ocurre entrar y hacer una visita al Señor. Si lo hicieran, su vida cambiaría mucho».

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