Los obispos de Castilla y León se reunieron el pasado lunes en Palencia, con motivo de un patronato de Las Edades del Hombre. Después de abordar los temas previstos en el orden del día se desplazaron hasta la Catedral de Palencia. Allí pudieron visitar la exposición “Renacer” que, con motivo del séptimo centenario de la seo, ha organizado la diócesis. La muestra reúne piezas del tesoro catedralicio, así como de bastantes parroquias de Palencia y de algunas obras en préstamo de otras diócesis.
En mitad de la calle de Los Herreros, por donde pasan cientos de personas un sábado noche, aparecían tres letras blancas en minúscula y con varias velas encendidas: NAO. La Noche de Arte y Oración concitó 31 actuaciones con la presencia de más de 700 personas desde las 21.15h hasta las 3.00 h de la mañana. Este evento pastoral convirtió la Iglesia de San Lorenzo en un espacio abierto, colectivo, que invitaba a la oración y a la expresión artística.
Sus organizadores (Jesús Segura, M.ª Amor Barros y Marta Allende) mostraban satisfacción por el acierto del lugar escogido (el año pasado fue en la capilla de Santa Tecla en la catedral) y por la alta participación: “Aparte de ser un lugar céntrico, dispone de baños y un espacio contiguo para tomar un café o un zumo. Además, desde la parroquia nos han dado todo tipo de facilidades”.
El acto comenzó con unas palabras del Arzobispo, Mario Iceta: “La noche es tiempo de salvación y de encuentro entre nosotros y el Señor. La música es una de las expresiones más sublimes del espíritu humano. Abre el corazón y nos hace ver el mundo de una manera nueva. Entonces brota la oración. Que sea una noche especial e inolvidable”.
Entre las 31 actuaciones se contó con la participación de coros de parroquias, grupos, familias, órdenes religiosas, delegaciones, colectivos en exclusión y asociaciones de Burgos capital y provincia. Repitieron algunos artistas como Chito (Brotes de Olivo), Nómadas, Richi, coro de familias de Cardeñadijo, Sherezade o el inconfundible Moisés Mato y sus performance. Se estrenaron parroquias como la de Salas o el grupo Hakuna Burgos. También hubo una participación desde Zambia, gracias al misionero burgalés Jorge López.
Casi un centenar de catequistas y sacerdotes se dieron cita el pasado sábado en el encuentro diocesano de catequistas. Durante la jornada reflexionaron y dialogaron sobre las propuestas de la asamblea diocesana relacionadas más directamente con la catequesis.
En concreto, abordaron cuatro grandes aspectos: la implicación de la familia en el proceso de la catequesis; la importancia de sumar esfuerzos y cuidar el grupo de catequistas; cómo impulsar el catecumenado en nuestra archidiócesis; y la necesidad de actualizar y renovar los itinerarios de catequesis.
El encuentro tuvo lugar en el espacio Valentín Palencia del seminario San José y contó con testimonios y experiencias de diversas parroquias y realidades diocesanas.
También hubo tiempo para compartir la comida, la velada y, tras una breve reunión por grupos, un momento de oración en el que el arzobispo D. Mario invitó a los catequistas a “acompañarle a evangelizar” en nuestra archidiócesis.
Con el llegada de un nuevo Adviento brota la fe en silencio, emerge la Vida y se renueva la esperanza en las manos del Misterio. Lo hace ante la presencia de un Dios que vino, que viene y que vendrá, encarnado en un Niño, para cambiar el corazón del mundo.
Este tiempo litúrgico que hoy comenzamos –y que se prolongará, durante cuatro semanas, hasta el día anterior a la Navidad–, preparamos el interior de nuestro ser creyente para meditar sobre la venida final del Señor, así como para reflexionar sobre el nacimiento de Jesús y su irrupción en la historia del hombre.
Un año más, este tiempo de preparación espiritual nos invita, de manera especial, a poner el recuerdo en cada detalle del pasado, para vivir sin condición el tiempo presente y con el alma puesta en el futuro.
Este acontecimiento no se puede vivir de cualquier modo; porque hace realidad una espera en la que no sabemos ni el día ni la hora (cf. Mt 24, 41), porque ese «sí» definitivo de Dios al ser humano cambia el curso de la historia. Así, brota un nuevo despertar que debe alentarnos a cambiar la mirada hacia un futuro más bello, a abrazar el silencio con paz, a vivir con una alegría deslumbrante que no viene de este mundo y a descubrir en el perdón la fuente inagotable del amor.
Sin esta espera vigilante que nos mantiene con el alma en vela, no podremos ser conscientes del eco que dejan, a su paso, la Encarnación, el Nacimiento y la manifestación al final de los tiempos del Hijo del Hombre: realidades que nacen cada Navidad con la venida del Niño Jesús. Un acontecimiento que, como toda vida que viene a anidar en los brazos de esta tierra, es un regalo de Dios.
Estos días, el Señor desea hablar al corazón de su pueblo para ir amasando, con sus manos, el camino hacia Belén. El sendero va suavizando la aspereza de las piedras, de la tierra sedienta, del agua estancada y del viento en contra que tantas veces nos enfrenta a la vida. El pesebre invita a abrir los entresijos de nuestra fe, hasta convertir a la humildad en el tesoro escondido de nuestra vida. Y el abrazo de un Jesús pobre, manso y humilde de corazón (cf. Mt 11,29), alienta la esperanza de una vida que solo adquiere sentido cuando se ve revestida del amor de Dios.
El Papa Francisco, durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro el segundo domingo de Adviento del año 2018, decía que este período que hoy comenzamos «es un tiempo para reconocer los vacíos que hemos de colmar en nuestra vida, para allanar las asperezas del orgullo y dejar espacio a Jesús que viene». Es, por tanto, un tiempo propicio para «orar más intensamente», para «reservar a la vida espiritual el puesto importante que le corresponde» y para «estar más atentos a las necesidades del prójimo», manifestó el Santo Padre, poniendo en el centro de su mensaje que si actuamos de esta manera «podemos abrir caminos de esperanza en el desierto del corazón árido de tantas personas».
Con el nacimiento de Jesús tan cerca, encendemos las candelas de dentro, las de la fe, las que alumbran nuestros pasos de barro cuando la fragilidad ensombrece las certezas. Él, una vez más, viene a hacerse cargo de nuestra debilidad, de nuestra pobreza, de nuestra pequeñez. Y, de la mano de san Juan Bautista, solo se nos pide una cosa: «Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos» (Lc 3, 4).
En esta espera vigilante hacia un nuevo camino nos ponemos en las manos de María, para que su corazón de Madre nos vaya haciendo más suyos y nos vaya moldeando hasta acoger, con alma, vida y corazón, al Señor que viene: el Emmanuel, Dios con nosotros.
Con gran afecto, os deseo un feliz tiempo de Adviento.
El arciprestazgo de Santo Domingo de Guzmán ha ofertado este curso diversas iniciativas de pastoral juvenil. Para los adolescentes confirmados estos dos últimos años se convocó una excursión al parque temático Warner en Madrid al que acudieron 60 chavales. Desde entonces una veintena de ellos se reúnen para formación, oración, ocio y merienda semanal.
Para los jóvenes de Bachillerato, el 25 de noviembre se preparó una cena con la participación de más de cien jóvenes de Aranda y su alfoz. En ese encuentro se ofertaron distintas iniciativas: cursos de monitores de tiempo libre, voluntariado, campamentos, convivencias, e incluso la participación en la Jornada Mundial de la Juventud.
Para los organizadores ha sido todo un éxito que les hace albergar esperanzas de que todo cuaje en un grupo juvenil interparroquial.
También se está trabajando en la coordinación entre parroquias y los diversos colegios religiosos que desarrollan su labor en el arciprestazgo.
