Convertir los corazones en la Cuaresma mediante la limosna, el ayuno y la oración

El arzobispo, don Mario Iceta, junto a su predecesor, don Fidel Herráez, presidió la misa del Miércoles de Ceniza en la capilla de Santa Tecla de la Catedral.
<
>

 

Ayer, 22 de febrero, tuvo lugar en la capilla de Santa Tecla la celebración del Miércoles de Ceniza, dando comienzo al tiempo de Cuaresma. Esta fiesta tiene un significado muy especial, ya que la ceniza recuerda que sin la gracia de Dios «somos polvo, que necesitamos que el Señor habite en nosotros y que nos atrape y enamore el corazón».

 

Al comienzo de la homilía, el arzobispo dedicó unas palabras a su hermano del episcopado, don Fidel Herráez. Don Mario Iceta habló con ternura sobre su predecesor mientras recordaba todo el amor con el que había pastoreado a la Iglesia de Burgos y cómo aún lo seguía haciendo cuando solicita su ayuda. Tras estas palabras, comenzó su discurso acerca de la importancia de la fiesta que estaban celebrando así como de la Cuaresma.

 

El arzobispo destacó que para empezar bien este tiempo hay que pedir tres gracias al Señor. La primera es la luz, una luz «que nos ayude a descubrir nuestras vidas ante la mirada de Dios y con la que podamos ver cuales son nuestras virtudes y nuestras carencias y fragilidades». La segunda gracia sería poder «conocer nuestro corazón a través de la luz del Señor, que seamos capaces de ver si estamos perdiendo la vida o estamos edificando una hermosa construcción donde todos puedan anidar y donde Dios se encuentre contento». Por último, don Mario habló del amor, «del enamoramiento que necesitamos que el Señor ponga en nuestras vidas para que nos podamos convertir, y con ello, podamos caminar hacia él».

 

Caminar hacia Dios es algo de vital importancia para un cristiano, y el tiempo de Cuaresma es el ideal para realizarlo, puesto que es un tiempo de conversión y de penitencia, de dejar atrás el hombre viejo y que Jesús pueda transformar nuestro corazón de piedra en uno de carne. Para poder hacer esto, don Mario subrayó tres medios tradicionales, como la limosna, la oración y el ayuno.

 

Mediante la limosna estaremos obrando la caridad y seremos capaces de amar a los demás, ya que según dice el libro de Isaías «Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas. Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy». Cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía» (Is 58, 8a. 9a. 10). La oración, por su parte, nos ayuda a estar unidos al Señor, para que aprovechemos este tiempo y penetremos en su palabra, que nos empapemos de ella y escuchemos lo que nos quiere decir. Y por último, con el ayuno estaremos rechazando todo aquello que nos hace daño, todo aquello que nos envenena el alma y no nos deja ver limpiamente.

 

A través de este camino «conseguiremos ver cómo Dios viene a cubrir nuestra desnudez para darnos la infinita grandeza de ser sus hijos, y con ello, participar siempre de su vida y de su gloria».

Comentarios

Los comentarios están cerrados para esta noticia.