La aceptación incondicional centra el primer curso específico de la Escuela de la Escucha

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La aceptación incondicional es una de las tres actitudes indispensables en una relación de ayuda, junto a la empatía y la autenticidad. Sin ella es difícil, si no imposible, acompañar a una persona en un camino de sanación. La buena noticia es que esta actitud se puede entrenar para mejorar el servicio y la atención a quienes están necesitados de ayuda.

 

Con estas premisas y para ayudar a profesionales y personas voluntarias implicadas en diversos servicios de relaciones de ayuda, la Escuela de la Escucha del Centro Diocesano San Camilo ofrecía este pasado sábado el primero de sus cursos específicos del año. Ana Mena, profesional con un extenso curriculum vinculado al acompañamiento de procesos y relación de ayuda, ahora desde el Centro de Humanización de la Salud San Camilo de Tres Cantos, fue la encargada de desplegar los conocimientos teóricos y las dinámicas prácticas con las que más de una treintena de asistentes al curso profundizaron en el significado de la aceptación incondicional, sus componentes y sus implicaciones.

 

Partiendo del presupuesto de que la relación de ayuda implica que la persona “ayudadora” se trabaje personalmente (porque no es posible aceptar a otros sin aceptarse uno mismo) la jornada ofreció claves para avanzar en planteamientos como la visión positiva del otro, la autonomía de la persona ayudada, la comprensión emocional, la ternura, el respeto, la flexibilidad, la ausencia de juicio moralizante, la comprensión emocional, el compromiso responsable o la serenidad que aporta aceptar la idea de proceso en una relación de ayuda.

 

Algunos asuntos aparecieron de manera transversal a lo largo de toda la jornada, tal y como reflejaron las personas asistentes en la recapitulación final. Destacaron la importancia de la presencia en el acompañamiento (o lo que es lo mismo, la capacidad de estar de manera plena en cada momento) la conveniencia de cambiar la mirada para aceptar las diferencias y el camino propio de la otra persona, la importancia de permanecer a su lado durante su proceso, y la necesidad de la autoaceptación para aceptar incondicionalmente a los demás.

 

A este primer curso específico de la Escuela de la Escucha 2023-2024 se añadirá una segunda jornada formativa el próximo 17 de febrero, centrada en la relación y comunicación en la pareja como claves para una escucha eficaz. El ponente será el catedrático en Psicología Alfonso Salgado, que ya colaboró el año pasado con el Centro Diocesano de Escucha. En este segundo curso específico colabora la Delegación diocesana de Familia y Vida.

 

Paralelamente la Escuela de Escucha del Centro Diocesano San Camilo tiene en marcha desde el mes de diciembre el curso básico de Relación de Ayuda I, con sesiones cada lunes por la tarde hasta el mes de marzo.

Los agentes de pastoral del arciprestazgo de Miranda se forman en protección de menores

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En la fría mañana del pasado sábado, 20 de enero, 22 catequistas y agentes de pastoral del arciprestazgo de Miranda de Ebro han realizado una formación sobre la protección de la violencia infantil.

 

Este encuentro ha servido para debatir sobre lo que es la violencia y sensibilizar sobre la importancia de los entornos seguros para la infancia, así como la relevancia de nuestra labor para contribuir a los mismos. También ha dado a conocer la Oficina de Protección de Menores y Personas Vulnerables de la archidiócesis de Burgos y unas pautas de actuación en el trabajo con menores.

 

La valoración de los participantes ha sido muy positiva, considerando muy interesantes y actuales los contenidos, y manifestando la importancia de seguir formándose en esta materia para ofrecer una adecuada respuesta a las necesidades de la infancia.

El arzobispo preside la misa en honor de San Sebastián, patrono de la Policía Local de Burgos

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El arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, ha presidido este lunes, 22 de enero, la misa en honor de San Sebastián, el patrono del Cuerpo de la Policía Local de la ciudad de Burgos, en la iglesia parroquial de San Lesmes abad, concelebrada por su párroco, Alfonso Sáez. Al templo han acudido diferentes autoridades municipales, provinciales, regionales y militares.

 

Durante la homilía, el arzobispo de Burgos ha glosado la vida de san Sebastián, que murió mártir por defender su fe durante la persecución de los primeros siglos en el Imperio romano. Durante su vida, ha apuntado Mons. Mario Iceta, san Sebastián se destacó por ejercitar «el apostolado entre sus compañeros. Ejercía la caridad de Cristo, y visitaba y alentaba a los cristianos encarcelados por Su causa».

 

El arzobispo también ha recordado que el santo se enfrentó en vida a la disyuntiva entre ser soldado del emperador o seguir a Cristo. Y, eligiendo a Cristo, fue condenado por dos veces a morir. Por eso, Mons. Mario Iceta ha asegurado que es recordado como «una persona íntegra, leal, que busca la justicia aún a riesgo de su vida».

 

Mons. Mario Iceta ha agradecido la labor del Cuerpo de Policía Local de la ciudad de Burgos, así como a sus familiares, y también ha tenido un recuerdo para los difuntos pertenecientes al Cuerpo y sus familias. Además, ha señalado las grandes virtudes de los profesionales que componen el Cuerpo: «Servicio, entrega, profesionalidad, integridad, rectitud y humanidad».

 

Tras la celebración, en la plaza de San Juan, se ha realizado una recuerdo a los policías locales fallecidos, con el izado de la bandera y la colocación de una corona a sus pies, además de la oración que ha realizado el arzobispo. Tras ello, se ha realizado un pequeño desfile con algunos de los efectivos que componen el Cuerpo.

«La Palabra de Dios ilumina el camino»

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«La Palabra de Dios ilumina el camino»

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Hoy celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, una invitación a escuchar con atención, cuidado y delicadeza la Palabra que Él nos dirige para, así,  responder a su infinito amor con agradecimiento, entusiasmo y esperanza.

 

El lema Permaneced en mi Palabra, tomado del evangelio según san Juan (cf. Jn 8, 31), nos anima a abrir nuestros corazones hasta que el Espíritu Santo los ilumine y seamos capaces de escuchar la voz de Cristo en lo más profundo de nuestra alma.

 

En medio del remolino existencial en el que nos encontramos, es esencial hacer un ejercicio de escucha orante y de lectura creyente de la Palabra de Dios. Una Palabra que no solo se puede meditar personalmente, sino que es iluminada de modo particular al calor de una comunidad que vive bajo el abrazo de la fraternidad.

 

En este domingo de «celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios» (Aperuit illis, 3, Papa Francisco), no olvidemos que el Señor jamás realiza su misión en solitario, sino que se rodea de personas que embellecen poco a poco el rostro de la Iglesia.

 

Esa manera de creer es la que el Padre espera de nosotros. Sin tiempos, sin condiciones y sin esperas. Solo por amor a Quien hemos de pertenecer y en Quien permanecemos: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (Deus caritas est, 1, Benedicto XVI).

 

Desde el Área de Pastoral Bíblica de la Conferencia episcopal, recordaban en 2021 que «el reino de Dios es un don, un ofrecimiento», pero «espera una respuesta de acogida que se expresa en dos actitudes: conversión y fe». Por ello, porque con Él «comienza un modo de contar el tiempo y una manera diferente de vivir, de pensar, de sentir y de compartir», hemos de celebrar este día vislumbrando en la Sagrada Escritura ese tesoro que el Señor pone en nuestras manos para tocar, con su Palabra, las profundidades de nuestra alma en cualquier momento, situación o circunstancia.

 

El día de Pentecostés, «los que acogieron la palabra de Pedro fueron bautizados» (Hechos 2, 41); y se agregaron unas tres mil personas, dice la Escritura, siendo constantes en «escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la unión fraterna, en partir el pan y en la oración»».

 

Recogiendo el testigo de este redescubrimiento de la Palabra de Dios, somos convocados y llamados –cada uno por nuestro propio nombre– a vivir nuestra vida junto con Aquel que no cesa de darnos su Palabra y de compartir su propia vida en la Ofrenda del altar. Ahí, en la Eucaristía, como asegura la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II, «la liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía están tan estrechamente unidas que forman un único acto de culto» (SC, 56).

 

La Biblia es el instrumento «con el que Dios habla a los fieles cada día», sugiere san Jerónimo (Epístola 133, 13). Asimismo, repetía que «desconocer la Escritura es desconocer a Cristo». Por tanto, busquemos al Amor en la Palabra y hallaremos en ella el rostro de Dios y de los hermanos.

 

Le pedimos a la Virgen María que, con su maternal ayuda y su inquebrantable intercesión, nos impulse a estar siempre dispuestos para escuchar y perseverar en la Palabra de Dios, que no habita afligida y muda, sino que permanece viva y encarnada en el pueblo de Dios, preparando nuevos odres para el vino siempre nuevo.

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Mons. Mario Iceta participa en la ordenación episcopal del nuevo obispo de Palencia

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El arzobispo de Burgos, Mons Mario Iceta Gavicagogeascoa, ha participado este sábado, 20 de enero, en la ordenación episcopal del nuevo obispo de Palencia, Mons. Mikel Garciandía Goñi, en la catedral de San Antolín de la capital palentina. La diócesis de Palencia es sufragánea de la archidiócesis de Burgos y forma parte de la provincia eclesiástica, de la que Mons. Iceta es metropolitano.

 

Por ese motivo, el arzobispo de Burgos, junto al nuncio de Su Santidad en España, Mons. Bernardito Cleopás Auza, y el obispo administrador apostólico de Palencia, Mons. Manuel Herrero OSA, han acompañado a Mons. Garciandía en su camino desde el palacio episcopal de Palencia a la seo palentina.

 

Precisamente, monseñor Garciandía ha sido consagrado obispo por el nuncio apostólico en España, Mons. Auza, mientras que han ejercido como consagrantes secundarios el arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta, y el arzobispo administrador apostólico de Pamplona y Tudela, Mons. Francisco Pérez González, que es natural de Frandovínez (Burgos). Y es que el nuevo obispo de Palencia formaba parte, hasta ahora, del presbiterio de la archidiócesis de Pamplona y Tudela.

 

En la ceremonia de ordenación episcopal e inicio del ministerio de Mons. Garciandía también han participado otros dos prelados burgaleses: Mons. Fernando García Cadiñanos, obispo de Mondoñedo-Ferrol, y Mons. Ramón del Hoyo López, obispo emérito de Jaén, que se han desplazado hasta la catedral de San Antolín para tomar parte en la celebración. Una ceremonia con una gran presencia de fieles, de sacerdotes, de la familia de Mons. Garciandía -que ha sido especialmente acompañado por su padre- y de autoridades llegadas de Palencia, de Castilla y León y de Navarra.

 

En su alocución tras ser ordenado y comenzar su ministerio episcopal en Palencia, Mons. Garciandía ha asegurado que «es importante que los creyentes y seguidores de Jesús abramos puertas, derribemos muros, bastiones, salgamos de nuestras trincheras y hagamos de la comunidad cristiana un hogar abierto y acogedor para todos».

 

El nuevo obispo de Palencia también ha afirmado que «la buena noticia del Evangelio me hace que hoy quiera comprometerme y me comprometo a luchar en favor de la vida humana, especialmente, de todas las víctimas de los abusos de cualquier tipo en el seno de la Iglesia y en nuestra sociedad, por los más necesitados, por los enfermos, por los ancianos, por los que serán privados de su derecho a nacer. Los descartados por los que aboga nuestro Papa Francisco nos deben doler y movilizar de una manera tan vigorosa como creativa».