La resurrección de Cristo «nos libera de nuestras cadenas y esclavitudes»

por redaccion,

<
>

 

Con bendición papal. Así ha comenzado la Pascua, después de una Semana Santa pasada por agua. El arzobispo, mons. Mario Iceta, ha presidido la solemne misa estacional en la catedral, invitando a todos los burgaleses a «encontrar al Señor resucitado, que nos hace vencer tantos miedos que nos quitan la paz y nos hace plenamente humanos, plenamente divinos».

 

Tras haber presidido en la catedral los principales actos litúrgicos del triduo pascual, como la Cena del Señor, la celebración de Pasión y la solemne Vigilia Pascual, el arzobispo ha señalado en el Domingo de los domingos que «el Señor nos libera del temor a la muerte que atenaza nuestra vidas». El pastor de la Iglesia en Burgos ha asegurado que, con su resurrección, el Señor «nos libera de nuestras cadenas y esclavitudes que nos quitan el sueño y la paz» y que ha condensado en la esclavitud a de la imagen, el dinero y el poder. «Cada uno sabe lo que le ata y no le deja volar». «Cuando no sabemos por dónde tirar en nuestra vida, cuando nuestras seguridades se hunden, cuando aparecen dramas inesperadas y no sabemos cómo caminar, él es nuestra luz», ha explicado en su homilía.

 

Sin procesión del Anuncio Pascual

 

Concluye de esta forma una Semana Santa atípica, en la que la borrasca ‘Nelson’ ha obligado a cancelar, cambiar de ubicación o disolver varios de los eventos programados por agua e, incluso, nieve. Y en el domingo de Pascua, la tónica ha sido la misma. A primera hora de la mañana, las cofradías de Nuestra Señora de la Alegría y de Cristo Resucitado acordaban suspender la procesión del Anuncio Pascual, que desde el año pasado se realiza en la plaza de Santa María.

 

A pesar del traspié, ambas cofradías –y dado su carácter de «alegría», como explicaban a sus cofrades a través de las redes sociales– decidían realizar algunos actos en sus respectivas sedes. En la iglesia de San Nicolás de Bari, la cofradía de la Virgen de la Alegría, una de las más antiguas de la ciudad, fundada en 1726, ha celebrado la eucaristía con un sencillo homenaje en torno a la imagen de la Virgen, una pequeña talla del siglo XVIII. Por su parte, la cofradía de Cristo Resucitado, ha exaltado su paso en la parroquia de la Sagrada Familia, donde habitualmente se venera, y han celebrado la eucaristía en el interior del templo.

 

«Jesús resucitado, nuestra vida y esperanza»

por redaccion,

Cristo resucitado anuncio pascual burgos

Escucha aquí el mensaje de Mons. Iceta

 

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

«La Pascua de Cristo es el acto supremo e insuperable del poder de Dios. Es un acontecimiento absolutamente extraordinario, el fruto más bello y maduro del misterio de Dios». Estas palabras, pronunciadas –un día como hoy, en el año 2010– por el Papa Benedicto XVI, proclaman el anuncio luminoso de la Resurrección, la buena noticia por excelencia, el acontecimiento que da sentido y configura nuestra fe: «No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí» (Mc 16, 6).

 

Tras la muerte por amor del Señor en lo más alto del Gólgota, hoy celebramos su triunfo definitivo, su victoria sobre la inquietante oscuridad, su anhelada resurrección. Hoy volvemos a celebrar la Vida, la que fecunda nuestra fe, la que da sentido al llanto y a la espera del Viernes y del Sábado Santo.

 

Hoy, de la mano de María Magdalena y de las santas mujeres del Evangelio, que fueron con ungüentos a embalsamar el Cuerpo de Jesús al sepulcro y lo encontraron vacío, vayamos a decírselo a todos los que han caminado junto a Él y aún están llenos de tristeza (cf. Mc 16, 9).

 

Cristo murió al terminar la oscuridad para resucitar como había prometido. La espera sería breve, aunque dolería e, incluso, agitaría el corazón. Pero nada era motivo suficiente para abandonarle, porque aquella era la más decisiva de todas las esperas.

 

Dice el evangelista Marcos que Jesús «resucitó al amanecer del primer día de la semana» (Mc 16, 9). Una fecha que porta una alegría indescriptible; un hecho que lo cambia todo. De repente, el Madero, forjado en dolor, desprecio y crueldad, se vuelve enteramente admirable; las últimas palabras del Señor en la Cruz se convierten en la declaración de amor más generosa de la Historia; y el drama de la Crucifixión torna su rostro para mostrarnos cómo resplandece la Belleza del amor de Dios.

 

La nueva vida en Cristo cambia el corazón de quien se fía y se deja moldear por su mano compasiva y eternamente buena. Así, «seremos verdaderamente y hasta el fondo testigos de Jesús resucitado», revelaba Benedicto XVI durante aquella audiencia general de 2010 con los peregrinos llegados de todas partes del mundo, «cuando dejemos trasparentar en nosotros el prodigio de su amor: cuando en nuestras palabras y, aún más, en nuestros gestos, en plena coherencia con el Evangelio, se podrá reconocer la voz y la mano del mismo Jesús».

 

Qué difícil nos es, a veces, encarnar su mirada y ser ese reflejo del Señor en medio del mundo, pero qué sencillo resulta comprobar que su resurrección es promesa de la nuestra: «Si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con Él» (Rom 6, 8). Porque, al morir, muere el hombre viejo de una vez para siempre y, al vivir, se vive para Dios. Un gesto que nos anima, como relata san Pablo, a ayudarnos mutuamente a llevar nuestras cargas para vivir así el amor de Cristo en nosotros (cf. Gál 6, 2).

 

La Resurrección es una declaración de misericordia. Tal y como suena. «¡Contento, Señor, contento!», repetía, una y otra vez, san Alberto Hurtado, aun cuando había experimentado en sus propias carnes el dolor y se había dejado afectar por él. Porque ponía el agradecimiento a Dios por encima de la pesarosa queja, porque la alegría del Resucitado invadía todas y cada una de sus razones. «¡No solo hay que darse, sino darse con la sonrisa!», insistía el santo jesuita.

 

La Pascua del Señor es, también, la nuestra, y su felicidad ha de llevar grabado nuestro nombre. Por tanto, es el momento de pasar de la angustia a la paz, del miedo a la felicidad, de la desesperación a la esperanza que lo cambia todo. Y esto, sin dejar de ser sensibles al dolor del hermano que sufre y que espera, de nosotros y en nosotros, la caricia sanadora de Cristo.

 

Nos dejamos acompañar por María, y junto a su Hijo, el que había custodiado en sus propios brazos después de ser crucificado, anunciemos la noticia que cambia la humanidad y la llena de esperanza: que Cristo vive, que ha vencido a la muerte, que ha resucitado. Celebremos este día en el que actuó el Señor con una alegría desbordante y un admirable gozo (cf. Sal 117), hasta que todos puedan leer en nuestro rostro la razón que da sentido a nuestra vida y puedan decir al mirarnos: ¡Hemos visto al Señor! (cf. Jn 20, 18).

 

Que la paz de Dios guíe siempre vuestro camino.

 

¡Feliz y Santa Pascua de Resurrección!

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

«¿Quién moverá la piedra de tu corazón?»

por redaccion,

<
>

 

La Catedral completamente a oscuras, únicamente iluminada por la llama del fuego a bendecir. Así ha comenzado la Solemne Vigilia Pascual presidida por el arzobispo, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa. Tras la bendición de fuego y encender el cirio pascual, todos las personas que se han dado cita en la nave central de la Catedral han ido encendiendo sus velas. Poco a poco la luz iba iluminando el templo en esta noche en vela en honor del Señor.

 

Después de las primeras lecturas, recorriendo la historia de la Salvación a través del Antiguo Testamento, con el himno del Gloria, se terminaba de iluminar la Catedral por completo y las campanas repicaron para anunciar que Cristo ha resucitado y que vive entre nosotros. Después de las lecturas del Nuevo Testamento, precedidas del aleluya, canto omitido durante la Cuaresma, ha llegado el momento de la homilía del arzobispo.

 

Mons. Iceta ha explicado que la Vigilia Pascual es «una celebración llena de signos que tienen que ver con Cristo y, por tanto, con cada uno de nosotros. Llevamos cuarenta días de Cuaresma esperando esta noche». En ese sentido, ha señalado «Cristo se ha presentado esta noche como luz. Hemos bendecido el fuego, imagen del Espíritu Santo, que es calor y luz y tiene que prender en nuestro corazón».

 

El Evangelio ha señalado cómo fueron las mujeres al sepulcro de Jesús, para embalsamar su cuerpo, y cómo vieron que la piedra del sepulcro estaba corrida. En ese sentido, el arzobispo se ha preguntado «¿quién moverá la piedra de tu sepulcro? ¿Quién moverá la piedra de tu corazón? La que no te deja amar con plenitud. La que no te deja vivir y ver las maravillas que el Señor hace en tu vida. ¿Quién me correrá la piedra cuando yo también esté en el sepulcro? ¿Será Cristo el Señor? ¿Veremos esas manos llagadas y cicatrizadas, ese costado abierto, que nos invitan a compartir esa vida que el ha vencido para siempre?».

 

Mons. Iceta ha recordado que es «una noche de dar tantas gracias al Señor y ojalá nuestra vida sea siempre un canto de acción de gracias porque todo es gracia y es don del Señor, incluso en nuestra caídas, Él manifiesta su infinita misericordia»

«Esta noche nos alegramos con la Virgen María, la que sostuvo la fe de los apóstoles, la mujer fuerte y fuente de esperanza, la madre que siempre espera por sus hijos. Pedimos que en la alegría de la Resurrección también nosotros podamos participar desde hoy cada día de nuestra vida y por toda la eternidad», ha concluido su homilía.

 

Tras la homilía, se ha bendecido el agua que el arzobispo ha rociado sobre los fieles presentes en el templo, tras renovar las promesas bautismales. Después ha continuado la celebración del rito de la eucaristía.

 

Un ángel preparado desde la cuna

por redaccion,

bajada del angel aranda de duero ruth arnáiz

 

El ángel que este año revivirá en Aranda la ceremonia de anunciar a la Virgen la resurrección de su Hijo en la mañana de Pascua lleva toda su vida esperando este momento. O más bien son sus padres quienes lo esperan, los mismos que, recién nacida la niña, la inscribieron en la Cofradía de las Candelas de Aranda, hermandad encargada de organizar cada año la Bajada del Ángel. Y en el mismo momento de su inscripción, solicitaron que la niña entrara en la lista de espera para ser el ángel de la ceremonia más querida de la Semana Santa arandina.

 

El momento ha llegado este año 2024, después de que el año pasado ya estuviera preparada como suplente de su amiga Valentina. Mañana domingo, si no hay imprevistos (cada día comienza mirando al cielo) Ruth Arnáiz, con sus seis luminosos años de inocencia e ilusión, descenderá entre confetti y acompañada de palomas, desde el cielo arandino hasta la imagen de la Virgen enlutada, para anunciarle que su Hijo ha vuelto a la vida y quitarle el velo negro que porta sobre la cabeza para que lo vea con sus propios ojos.

 

Una ceremonia que Ruth ya ha ensayado varias veces en un polideportivo de la localidad, donde se ha acostumbrado al juego de poleas que la subirán y bajarán en el aire sobre la Santa Madre para que haga sus tres reverencias tras soltar las palomas que llevará en la mano, quitarse la corona y sin dejar de agitar brazos y piernas. Para todo ello ha tenido buena maestra, porque tiene una predecesora en la familia: su hermana Irene, que fue protagonista de la Bajada del ángel en 2019, el año previo a la pandemia.

 

Pero referencias no le faltan a Ruth en la historia familiar: es hija, nieta y bisnieta de cofrades, incluyendo un fundador, su bisabuelo, de la Hermandad de la Oración de Jesús en el Huerto, y sobrina de dos de los fundadores de la cofradía más reciente, la Hermandad de Jesús Resucitado. Y ella misma es ya toda una experta en procesionar, porque, como su hermana, lleva haciéndolo desde que aprendió a dar los primeros pasos.

 

Lo que espera con más ilusión esta arandina de seis años, que ha comenzado la catequesis del Despertar en la parroquia de Santa María, es poder volar. Con las alitas que ya le han crecido y que espera desplegar para anunciar la mejor de las noticias este domingo: la Resurrección del Señor.

Lluvia de lágrimas ante el paso de Cristo Yacente

por redaccion,

<
>
Más: galería fotográfica completa

 

A media tarde, la Junta de Semana Santa de Burgos decidía aplazar media hora la procesión del Santo Entierro para esquivar la lluvia que ha caído durante toda la jornada y que ya por la mañana obligaba a celebrar bajo techo el acto del Desenclavo del Cristo de Burgos y anoche forzó la suspensión de la procesión del Encuentro. Las previsiones se ha cumplido y la lluvia se ha disipado, aunque no ha ocurrido lo mismo con el frío. A las 20:00 horas, los treinta y tres miembros de la Hermandad del Santo Sepulcro trasladaban con solemnidad la imagen de Cristo Yacente (del escultor Francisco Font) desde la capilla del Corpus Christi de la catedral hasta la plaza de Santa María para introducirlo en una urna de cristal.

 

Comenzaba de esta manera la procesión general del Santo Entierro, en la que participan todas las cofradías y hermandades penitenciales de la ciudad. Algunas de ellas han desfilado sin sus pasos, que no han podido llegar hasta la catedral por las inclemencias del tiempo. Ha sido el caso de Jesús atado a la columna y el Santo Sudario (ambos de la cofradía del Círculo Católico), Nuestra Señora de la Misericordia y la Esperanza (con sede en la parroquia de Nuestra Señora de Fátima) y Nuestra Señora de la Piedad (una sección de la cofradía de la Virgen del Carmen). Con todo, numerosos cofrades han acompañado a los catorce conjuntos escultóricos (incluidos los faroles de las Siete Palabras) que partiendo de la Seo –una tradición recuperada hace tres años– han recorrido algunas calles a ambos lados del Arlanzón.

 

A pesar de que todo discurría según lo previsto, un chaparrón caído en torno a las 22:00 horas ha obligado finalmente a disolver la procesión. Las cofradías han protegido sus imágenes y han regresado con prisa a sus respectivas sedes.

 

Tras haber presidido en la Catedral la celebración litúrgica de la Muerte del Señor, en la procesión y traslado del Cristo Yacente también ha participado el arzobispo, mons. Mario Iceta, así como miembros del cabildo, de la corporación municipal y de la excelentísima Diputación Provincial. Por primera vez, una formación de dulzainas de la ciudad ha participado en el acto, distinguiendo con un «toque castellano» la ya de por sí sobria procesión.