El pasado domingo, 14 de abril, se cumplió el primer aniversario de los voluntarios que se encargan de custodiar la ermita de San Amaro. Gracias a este grupo de «custodios», las puertas de la ermita han estado abiertas durante este año para acoger a más de 15.000 visitantes y peregrinos que allí se han acercado para orar, reflexionar, contemplar y escuchar el murmullo del silencio que alivia, reconforta y cura las cicatrices y heridas del alma.
Con la celebración de una eucaristía de acción de gracias en el jardín de la ermita, donde dos custodios han compartido su experiencia, y una comida de hermandad, se ha conmemorado este acontecimiento con el deseo de seguir haciendo este gratificante servicio de puertas abiertas y de acogida. San Amaro, santo universal ubicado en pleno corazón del Camino de Santiago, que es una auténtica metáfora de la vida, recuerda a todo el que pasa por su ermita que la vida consiste en servir a los demás y en caminar hacia Dios.
La Comisión de Pastoral de Migraciones del arciprestazgo de Santo Domingo de Guzmán organizó en la tarde del pasado viernes, 19 de abril, un nuevo encuentro para conocer de cerca la realidad de un país concreto. Bajo el nombre de ¡Viva México!, en esta ocasión, le correspondió el protagonismo al país azteca.
La parroquia de Santa Catalina acogió la presentación que realizaron Valdo y Mónica, un matrimonio recientemente llegado a la Ribera del Duero desde Puebla; en el diálogo se contó también con el testimonio de otros mexicanos presentes en el salón. Fueron mostrando la historia, las tradiciones y costumbres, las principales ciudades y monumentos, gastronomía y artesanía.
Se habló también de las tradiciones religiosas, entre ellas la devoción a la Virgen de Guadalupe y la celebración navideña de las «posadas». Asimismo se abordó el tema de la emigración, dirigida fundamentalmente hacia Estados Unidos, Canadá y España, por motivos variados: reagrupación familiar, búsqueda de trabajo, estudios, inseguridad y violencia… Tras un animado coloquio, el ¡Viva México! terminó con la degustación de un «agua de Jamaica» y de unos deliciosos tacos, preparados in situ por el chef Valdo, lo cual permitió prolongar el diálogo de un modo más informal y cercano.
La presencia de mexicanos en Aranda es pequeña; según los datos ofrecidos por el Ayuntamiento a comienzos de 2024, son solo 10 personas extranjeras las que tienen nacionalidad mexicana, y 20 las nacidas en aquellas tierras (por tanto, la mitad disponen ya de nacionalidad española).
El próximo evento que está preparando la Comisión de Pastoral de Migraciones es la XV Edición del Encuentro de Naciones, que tendrá lugar en la tarde del sábado, 15 de junio, en el Colegio Dominicas.
Acercarse a un recurso aún muy desconocido pero con gran potencial para atender a personas en situación vulnerable ha sido uno de los objetivos principales del Encuentro de Voluntariado de Pastoral de la Salud de la archidiócesis de Burgos, que este año ha celebrado su segunda edición el pasado martes, 16 de abril, con una visita al Centro de Referencia Estatal de Enfermedades Raras (CREER). Alrededor de sesenta personas acudieron a esta convocatoria desde diversas parroquias y arciprestazgos de Burgos, Miranda y la Ribera.
Una charla introductoria y una visita guiada a las instalaciones favoreció la toma de conciencia, en primer lugar, del impacto en los pacientes y sus familias de las denominadas «enfermedades raras», no sólo en el ámbito de la salud física, sino también en el psicológico, emocional y social. Con ese punto de partida, la visita también sirvió para conocer los apoyos, herramientas y recursos que ofrece este centro público, desde los encuentros para colectivos que agrupan a familias con problemáticas similares, la prestación de productos de apoyo, así como servicios no directamente sanitarios, como fisioterapia, apoyo psicológico o asesoramiento para la atención a las personas afectadas por estas patologías, bien sea en cuanto a cuidados cotidianos o el manejo de algunas alteraciones de la conducta.
Tal y como explica Feli Pozo, delegada episcopal de Pastoral de la Salud, las personas y colectivos a los que atiende el CREER están muy cerca de las realidades de limitación y vulnerabilidad que acompaña el voluntariado de Pastoral de la Salud. Conocer los recursos a los que pueden optar mayores y enfermos les permitirá difundirlo entre quienes lo necesiten
Una vez finalizada la visita, el encuentro continuó en el cercano Seminario Redemptoris Mater, con un primer tiempo de convivencia informal para después dar voz a las experiencias que se llevan a cabo en cada parroquia o arciprestazgo con las personas mayores y enfermas. Un momento muy apreciado por voluntarios y voluntarias para vivir una dimensión más comunitaria del trabajo que realizan.
Como reto, quedó de manifiesto la necesidad de reforzar los equipos de pastoral de la salud en las parroquias, un ámbito en el que aún no es una realidad muy consolidada.
En Burgos, esta celebración ha consistido en una vigilia de oración que ha acogido la capilla de Santa Tecla de la Catedral. Un grupo variado de laicos, religiosos y sacerdotes de diferentes congregaciones y movimientos con presencia en la Iglesia que peregrina en Burgos han participado en esta celebración.
La vigilia ha consistido en un tiempo de oración ante el Santísimo para dar gracias por el don de la vocación recibida, para pedir para que les mantenga fieles a ella y para seguir siendo prestos y diligentes a su llamada. También para que sean muchos los que escuchen al Señor y hagan realidad la vocación a que son llamados. Todo ello lo han realizado poniendo a María como intercesora, haciendo suya la respuesta que pronunció ante el arcángel Gabriel, «Hágase en mí según tu palabra».
Todos los días hemos de interrogarnos por el sentido de nuestra vocación, por la fuente que brota desde el Costado de Jesús hasta lo más íntimo de nuestro ser, por los frutos de la misión que Dios ha puesto en nuestras manos.
Esta jornada de oración nos invita a entrar en lo más profundo de nuestro ser y, al mismo tiempo, desean suscitar en nosotros una respuesta al seguimiento de Cristo, así como invitar a toda la comunidad cristiana a orar por las vocaciones y para su necesario acompañamiento y sostenimiento.
Hágase tu voluntad. Todos discípulos, todos misioneros. Este lema, que nace de la oración del Padrenuestro, recuerda a un Dios providente que –tal y como destaca la Delegación de Vocaciones de la Conferencia Episcopal– «busca nuestro bien» y, como María, nos alienta a «unirnos a ese plan, en escucha y obediencia, hasta decir ‘Hágase en mí según tu Palabra’». Asimismo, como discípulos y misioneros del Maestro, somos enviados por Él a vivir y anunciar el Evangelio, «siempre aprendiendo y siempre enviados».
Jesús es el pastor que viene a buscar al rebaño que el Padre le ha confiado. Y si el Señor es nuestro pastor y con Él nada nos falta (cf. Sal 22), ¿acaso no es esta la razón primera de nuestra esperanza? Él llevó nuestras debilidades y caídas en su propio cuerpo sobre el madero y nos sanó con sus heridas (cf. 1 Pe, 24-25) por una sola razón: para hacernos hijos predilectos. ¿Cómo? Cuidando de nosotros, defendiéndonos en los peligros, acompañándonos cuando más duele la prueba, entregándose hasta el último aliento y dando su propia vida para que vivamos con Él y para Él.
La mansedumbre del Señor, quien conoce a las ovejas por su nombre y cuida con ternura de cada una de ellas como si fuera la única, recuerda la necesidad de las vocaciones sacerdotales, de personas dispuestas a dejarlo todo para anunciar y celebrar el mensaje de gracia y salvación, ofrecer la vida de Jesús, predicar su palabra, acompañar al herido, consolar al triste, dar de comer al hambriento y ser llama de amor viva en el mundo: tanto es el amor del Buen Pastor por nosotros que, tras llegar a casa después de una dura jornada de trabajo, se da cuenta de que le falta una y sale a buscarla hasta encontrarla y volver a casa con ella sobre sus hombros (cf. Lc 15, 4-5).
Decía San Juan Pablo II que, «desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, el Sacramento de la Eucaristía ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza» (EdE 1). Si la Iglesia vive de la Eucaristía, toda la Iglesia está concernida en que este misterio pueda ser habitualmente celebrado en todas las partes del mundo. Por eso, la oración que el Señor nos invita a realizar para que «el dueño de la mies envíe operarios a su mies» (cfr. Mt 9, 38) incumbe a toda la Iglesia. Todos sus miembros, cada uno según su propio carisma, debemos colaborar en suscitar las vocaciones al ministerio ordenado para que este sacramento sea siempre celebrado; cuidar su crecimiento y formación; y después, ya ordenados, acompañar y sostener su vida y ministerio.
«Rezar no es pensar mucho, sino amar mucho», decía santa Teresa de Jesús. Y esta jornada de oración nos anima a amar mucho, tanto en las comunidades que tenemos más cerca como en los territorios de misión donde la llama de la vocación permanece encendida, pese a los diversos impedimentos que puedan aparecer bajo el barro de esas tierras.
Todos somos discípulos y misioneros y, por tanto, enviados a llevar el corazón del Buen Pastor allí donde Él desea que vivamos nuestra fe.
Hoy, con María, decimos que sí al plan de Dios, para que se haga en nosotros según su Palabra y para que, cuando más nos cueste creer, pongamos en la oración la razón de nuestra alegría: «Aférrate a María como las hojas de la hiedra se aferran al árbol; porque sin nuestra Señora no podemos permanecer» (Madre Teresa de Calcuta).