«Donde no hay Eucaristía, la Iglesia no crece»: Mons. Iceta resalta la misión de la Iglesia Diocesana

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Este domingo, 10 de noviembre, la Iglesia en España celebra el Día de la Iglesia Diocesana. Por ello, en la celebración de la tradicional fiesta del Reservado en el Seminario Diocesano de San José, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, ha recordado en su homilía la importancia de la Iglesia local, que «se hace presente en torno al pastor» y que es, a su vez, reflejo de la Iglesia universal, una, santa, católica y apostólica. En su intervención, Mons. Iceta ha explicado que la Iglesia Diocesana, a diferencia de lo que a veces se interpreta, «no es como una sucursal, una delegación de la Iglesia universal», sino que es una presencia sacramental y completa en cada lugar, constituida alrededor de la Eucaristía y de la figura del pastor que representa a Cristo y es sucesor de los apóstoles.

 

Mons. Iceta ha subrayado que la vida de la Iglesia se sostiene en cuatro elementos esenciales: el pastor, la sucesión apostólica, la Eucaristía y la Palabra de Dios. Tratándose el Reservado de la fiesta eucarística por antonomasia en el Seminario, en sus palabras, ha apuntado cómo «cuando vemos lugares donde ya lamentablemente no hay sacerdote porque hay pocos… podemos pensar que una celebración de la Palabra es suficiente, pero faltan dos polos esenciales, el pastor y la Eucaristía». En este sentido, ha animado a los fieles de las parroquias sin presencia regular de un sacerdote a desplazarse a lugares donde haya celebración eucarística, destacando que «la Iglesia se realiza en la Eucaristía».

 

Durante la homilía, el arzobispo también ha hecho referencia al Día de la Iglesia Diocesana, celebrado hoy en toda España, recordando la importancia de la comunión de todos los fieles en torno a su obispo y a la misión evangelizadora de cada comunidad diocesana. «La Iglesia vive y se genera a partir de la Eucaristía», ha afirmado, citando la encíclica Ecclesia de Eucharistia de san Juan Pablo II. Mons. Iceta también ha señalado que la Eucaristía es indispensable para que la Iglesia crezca, explicando que «donde no hay Eucaristía, la Iglesia no crece, se mantiene». Ha recordado que en situaciones de persecución, como en Asia o en la Rusia comunista, la Iglesia logró sostenerse gracias a la fe de «laicos santos» que mantenían viva la Palabra de Dios. Sin embargo, la falta de la Eucaristía y de un pastor impedían el crecimiento pleno de la comunidad cristiana, destacando así la relevancia del sacramento eucarístico para una Iglesia fecunda y viva.

 

Finalmente, Mons. Iceta ha invitado a los presentes a reflexionar sobre la confianza en Dios, tomando como ejemplo la generosidad de las viudas de la Escritura, que, aun en su pobreza, ofrecieron lo que tenían. «¿De dónde surge esta gran generosidad? Surge de la fe. Sabiendo que en último término, Dios cuidará de sus vidas», ha dicho. Siguiendo el ejemplo de estas mujeres, ha animado a los fieles a ofrecerse con generosidad y alegría, recordando que «el Señor cuida de nosotros… y nos da la abundancia y la riqueza, nos da la eternidad». Mons. Iceta ha finalizado la homilía de la fiesta del Reservado pidiendo la intercesión de la Virgen María para que cada cristiano aprenda a ofrecerse al Señor con confianza y entrega.

 

Por la tarde, el Seminario ha acogido la segunda parte de la celebración con el rezo solemne de las Vísperas, con la predicación de Pedro Tomás Navajas OCD y una procesión eucarística por los andenes del edificio.

«La urgencia de una cultura vocacional»

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«La urgencia de una cultura vocacional»

 

Escucha aquí el mensaje de Mons. Iceta

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

Decía san Hilario que «todo lo que le sucedió a Cristo nos muestra que, después de la inmersión en el agua, el Espíritu Santo viene sobre nosotros desde las alturas del Cielo y que, adoptados por la voz del Padre, nos convertimos en hijos de Dios». Tan grande es la gracia de este don que, indefectiblemente, la entrada para formar parte de la Iglesia se realiza por medio del Bautismo. En ese momento, lavados por el agua que nos introduce en el Reino inmortal, nos convertimos en testigos y misioneros de Jesús, en miembros del Cuerpo místico y del Pueblo de Dios que es la Iglesia. A partir de ese momento, glorificados por Él, recibimos el derecho y el compromiso de participar en la misión que tiene la Iglesia de anunciar y comunicar la salvación obrada por Jesucristo con su muerte y resurrección, hasta que podamos llegar a la plenitud de la vida en Dios.

 

Este nuevo nacimiento en Dios Padre nos recuerda que realizar esta misión es tarea de todos los bautizados. Y como la Iglesia se concreta en esas porciones de Pueblo de Dios que, bajo la guía pastoral del obispo, llamamos diócesis, la misión de cada Iglesia diocesana corresponde a todos los que formamos parte de esta gran familia, según su específica vocación y los carismas recibidos.

 

En la Iglesia, como sucede en el cuerpo humano, hay muchos miembros; «así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y somos todos miembros unos de otros» (Rm 12, 5). Fieles a esta enseñanza del apóstol Pablo, cada uno desempeña una tarea dentro de la misión compartida y del carisma que Dios le haya querido proveer.

 

En estos momentos de la historia se percibe con mayor nitidez que la vocación no circunscribe, como se hacía con frecuencia, al ámbito de los sacerdotes y religiosos, sino que afecta a todos los miembros de la Iglesia. En el fondo, la vocación es el proyecto que Dios tiene para cada persona y el modo concreto en que cada uno responde a ese amor ofrendado en esa llamada. A ella ha ordenado todas sus cualidades y talentos: «Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que pueda salvarse» (Gaudium et spes, n. 10).

 

La Iglesia, fundada en el amor del Redentor a la luz del Evangelio, no se cansa de concienciar sobre el sentido de la llamada. Por eso, el descubrimiento y la realización de la propia vocación es decisivo para que la persona se realice en plenitud y alcance la felicidad, porque «la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios» (Gaudium et spes, n. 19).

 

Es urgente, por tanto, promover una cultura vocacional para que cada bautizado descubra a qué tarea de la misión de la Iglesia ha sido llamado. Pero no como un privilegio, sino como un servicio: «La tentación quizá más grande es la de considerar la llamada recibida como un privilegio, por favor no, la llamada no es un privilegio, nunca», destacó el papa Francisco durante una audiencia pronunciada a finales del año pasado. «Nosotros no podemos decir que somos privilegiados en relación con los otros, no –continuó–. La llamada es para un servicio; y Dios elige a uno para amar a todos, para llegar a todos». No es ocasión, por tanto, para dar cabida a la vanidad, sino para agradecer a Dios todos los dones con los que nos ha bendecido y a tantos miembros de nuestra archidiócesis que han respondido con una generosidad inigualable.

 

Fiel a esta misión, la Iglesia que peregrina en España celebrará el próximo mes de febrero un Congreso Nacional de Vocaciones con el fin de que cada bautizado se pregunte si Dios le llama al matrimonio, a la vida consagrada, al sacerdocio, al compromiso misionero o a tantos carismas que el Espíritu Santo suscita cada día en la Iglesia.

 

El Día de la Iglesia Diocesana nos recuerda la corresponsabilidad de todos en su vida y misión. Y unidos por este lazo que brota del corazón de Cristo, quiero recordar a todos los hermanos nuestros, tanto fallecidos como familiares y amigos, que –impregnados por el más absoluto dolor– han sufrido las consecuencias de las inundaciones tras el paso de la DANA. Somos conscientes de que cualquier detalle que ofrezcamos nunca será suficiente para paliar vuestro sufrimiento, pero estamos con vosotros, acogiendo vuestra tristeza y haciendo nuestro vuestro calvario. Contáis con nuestras manos, con nuestras vidas, con nuestra ayuda, con nuestra oración. Pedimos a la Virgen María, quien ahora sufre a vuestro lado, que bendiga cada una de vuestras lágrimas hasta que una nueva tierra llena de esperanza vuelva a florecer bajo el barro de vuestros pies.

 

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

 

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos

Mons. Mario Iceta: «El Señor siempre responde con gran generosidad»

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El arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, ha presidido esta tarde la misa de clausura del Encuentro Pastoral Diocesano. Una cita celebrada en Lerma, que este año ha tenido como tema la pastoral en el mundo rural y que ha servido como celebración comunitaria del Día de la Iglesia Diocesana, que se celebrará mañana, domingo, 10 de noviembre.

 

Ante las cerca de 300 personas que han participado en el encuentro, congregadas en la iglesia de San Juan de la villa ducal, el arzobispo ha compartido con los fieles un mensaje de esperanza y renovación en la fe, inspirado en las lecturas del día. En su homilía, el arzobispo ha recordado la historia del profeta Elías, una figura «enviada fuera del pueblo de Israel» que, en medio de una época de idolatría, fue testigo de «cómo Dios es el único y gratuito Dios» y cómo siempre responde con generosidad.

 

Mons. Iceta ha destacado que la situación de Elías se asemeja a la que enfrentan los creyentes en la actualidad: «Podríamos aprender de esta historia, porque también pone en frase a muchos ídolos, a los que los hombres y mujeres de hoy brinden tributo». Estos «dioses que no generan libertad ni amor» provocan, según el prelado, «una profunda esclavitud y un profundo vacío en el corazón».

 

En su mensaje, el arzobispo ha llamado a redescubrir el valor de la confianza en Dios, recordando el ejemplo de la viuda de Sarepta, quien a pesar de sus escasos recursos, no dudó en compartir lo poco que tenía. Mons. Iceta ha expresado que «el Señor siempre responde con gran generosidad», y que, al igual que en el relato bíblico, «no se acabó el aceite, no se acabó la harina». Estas palabras han servido para ilustrar la promesa de Dios de cuidar a quienes confían en Él y a actuar generosamente hacia los demás.

 

Para finalizar, Mons. Iceta ha puesto de relieve la lección del Evangelio de hoy, que muestra cómo Jesús valoraba la entrega desinteresada de la viuda que «echó todo lo que tenía para vivir», en contraste con los que solo daban «lo que les sobraba». En este sentido, ha exhortado a los presentes a imitar ese espíritu de desprendimiento: «Tu gracia vale más que la vida», ha dicho, citando el Salmo 63, e instando a los fieles a vivir en el amor a Dios y al prójimo.

El mundo rural, eje del Encuentro Pastoral Diocesano de Lerma

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Cerca de 300 personas llegadas de todos los puntos de la archidiócesis han participado en el Encuentro Pastoral Diocesano que este sábado ha acogido la villa ducal de Lerma.

 

La jornada, coordinada por la Vicaría de Pastoral de la archidiócesis de Burgos, ha comenzado a las 10:45 horas con la llegada de los participantes al salón de actos de La Piedad, un antiguo templo reconvertido en sala de actividades. Allí se ha realizado una oración inicial y, tras ella, el saludo del arzobispo.

 

Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa ha comenzado sus palabras recordando que este encuentro es una oportunidad para celebrar todos juntos el Día de la Iglesia Diocesana, que celebraremos el domingo, 10 de noviembre. Ha explicado a los presentes el significado de la Iglesia Diocesana, aquella «porción del Pueblo de Dios unida en torno a dos elementos: uno es la eucaristía y otro la sucesión apostólica».


También ha apuntado que la cita de este sábado se trata de un encuentro sinodal centrado en la pastoral rural. Una pastoral con gran presencia en la archidiócesis, y no es para menos porque, como ha recordado, es una de las más extensas de España, con cerca de 14.000 kilómetros cuadrados.

 

El arzobispo también ha destacado el lema del Encuentro, extraído de las palabras que el papa Francisco dirigió a los seminaristas en la audiencia privada que les concedió el pasado mes de abril. «Jesús te quiere en esta tierra vaciada para llenarla de Dios», les recordó el Papa a los seminaristas de la comunidad del Seminario de Burgos.

 

Mons. Iceta ha señalado la importante labor que tiene la Iglesia de acompañar a tantas personas en el mundo rural, en los pueblos que conforman la archidiócesis. Unos pueblos que «no por poco poblados son menos queridos. Les acompañamos y son importantes para nosotros», ha afirmado.

 

Además, el arzobispo ha tenido un recuerdo en sus palabras para los afectados por la DANA, especialmente en Valencia. «Nuestro corazón se ensancha hoy para Valencia», ha asegurado, mientras recordaba que la colecta en toda la archidiócesis del próximo 24 de noviembre estará destinada a las víctimas de esta catástrofe natural.

 

El ejemplo de Aguilar de Campoo

Tras las palabras del arzobispo, ha llegado la bienvenida de la alcaldesa de Lerma, M.ª del Carmen Castrillo Pérez; del vicario de Pastoral, José Luis Lastra Palacios; del párroco de la localidad, José María Martínez; y de dos misioneros naturales de Lerma: Carmelo del Río, comboniano que desarrolla su misión en el norte de Uganda; y José Antonio Arroyo, misionero diocesano del IEME en República Centroafricana.

 

Tras ello, dos miembros de la unidad pastoral de Aguilar de Campoo, Valdivia-Barruelo –de la vecina diócesis de Palencia– han presentado su experiencia de trabajo conjunto en los más de 50 pueblos que la componen, de los que 48 no tienen más de 70 vecinos.

 

María José y Amparo han contado su principal iniciativa conjunta: la Semana de la Unidad Pastoral, una actividad que realizan cada año desde 2011 y que «crea muchos vínculos entre las personas que pertenecen a ella».

 

Se trata de una iniciativa nacida de la Asamblea de la Unidad Pastoral, que tiene como objetivo caminar hacia una unidad corresponsable, «creando lazos comunitarios entre los pueblos de la Unidad Pastoral».

 

Lo logran a través de diversas actividades que realizan a lo largo de esa semana, cada vez en lugar diferente de la unidad pastoral: tertulias, día de la oración, mesas redondas… y, el domingo, una misa con toda la unidad pastoral, la única que se celebra ese domingo en toda la unidad pastoral.

 

Para ello, hay un equipo animador, compuesto por 6 u 8 laicas, junto al párroco, que se encarga de elegir los temas, los lemas y organizar todo lo necesario para la Semana de la Unidad Pastoral.

 

Entre los logros conseguidos con esta iniciativa, los organizadores destacan la importancia de haber logrado la corresponsabilidad de los fieles laicos en la preparación de la Semana, así como haber logrado una mayor visibilidad en la sociedad, sobre todo a través de los actos celebrados fuera de los espacios de la Iglesia.

 

‘Orientaciones pastorales para el mundo rural’

Tras ello, se ha producido la presentación del documento diocesano Orientaciones pastorales para el mundo rural, a cargo de Julio Andrés Alonso Mediavilla, vicario territorial, y Saturnino Pardilla, uno de los miembros de la comisión que ha colaborado en la redacción del texto.

 

Entre ambos, han explicado la estructura del documento, en el que se ofrece una primera mirada a la realidad, tanto social como religiosa, y se ofrecen unas pautas de cómo debería ser la espiritualidad en el mundo rural. Finalmente, se ofrecen unas pequeñas propuestas resumidas en cuatro epígrafes: comunión, anuncio del Evangelio, celebración de la fe y caridad y justicia.

 

Entre ellas se encontraban iniciativas como fomentar la constitución de unidades pastorales, reagrupar a las pequeñas comunidades en torno a una sola celebración eucarística comunitaria, promover la atención a ancianos y enfermos y cuidar el ritual de las exequias que, en muchas ocasiones, puede ser una buena oportunidad para promover el primer anuncio. Tras ello, ha comenzado la exposición de algunas de las experiencias que se vienen realizando en la archidiócesis.

 

Cuatro experiencias diocesanas

La primera de ellas ha sido la de la unidad pastoral de Medina de Pomar, que ha presentado Víctor, uno de los laicos que participan en su coordinación. Él ha señalado cómo trabajan para hacerse presentes en las pequeñas comunidades, a través de cinco caminos: acercamiento entre los diversos grupos parroquiales y Cáritas, mantener encuentros con los ancianos de la residencia, ayudar a las cofradías a profundizar y vivir mejor la fe e iniciar procesos de evangelización siguiendo los métodos de primer anuncio (cenas Alpha o reuniones con los padres de los niños de catequesis).

 

La segunda de las experiencias la ha expuesto Concha Martín, religiosa del Niño Jesús Pobre que coordina grupos de Biblia en el arciprestazgo de La Sierra, en Salas de los Infantes. Ha señalado que tras el Concilio Vaticano II, ha nacido un gran interés por conocer la Sagrada Escritura. En concreto, en Salas los grupos bíblicos llevan varios años funcionando. Se reúnen, estudian la Biblia y preparan, entre otras cosas, oraciones bíblicas.


La tercera ha sido el coro de familias de Cardeñadijo, en el Alfoz de Burgos. Allí, Marta Allende, una de sus creadoras, ha narrado cómo nació esta iniciativa, que reúne a jóvenes y mayores en el coro parroquial, que ha llegado a tener cerca de 90 miembros. Un coro que ha salido del ámbito parroquial y ahora actúa también en otros foros, además de en misa, aceptando entre sus filas a todo tipo de personas. El objetivo es que las familias tengan un plan para realizar todos juntos, independientemente de su edad.

 

Por último, se ha presentado el Programa de Mayores ‘A tu lado’ de Cáritas, que se desarrolla en Espinosa de los Monteros. Ana, una de las participantes, ha explicado cómo acompañan todos los jueves, entre las 17:00h y las 19:00h, a cerca de 40 mayores de la comunidad, 10 de ellos, habitantes de la residencia de la localidad. Comienzan rezando, hacen manualidades, reciben la visita de los niños del pueblo, juegan –incluso a los bolos–, e incluso hacen excursiones por la provincia.

 

En definitiva, cuatro experiencias de lo que hace la Iglesia en el mundo rural. Tras ello, los cerca de 300 participantes en el Encuentro se han dividido en cinco grupos para el momento lúdico de la cita. Han tenido ocasión de visitar a las hermanas dominicas de Lerma, de conocer la colegiata de San Pedro, de visitar una bodega, de conocer el ex monasterio de carmelitas y centro de interpretación de la vida contemplativa o de patear las calles de Lerma con una explicación de los principales hitos de la villa.

 

Tras esto, se ha realizado una comida de hermandad en dos restaurantes de la localidad, antes de la obra de teatro que el grupo ‘La Hormiga’ ha ofrecido a los participantes:  El lindo don Diego. El Encuentro ha concluido con una misa presidida por el arzobispo, en la que ha invitado a los fieles a profundizar en el amor de Dios y en la generosidad que transforma corazones y vidas

Admitida la demanda de desahucio contra las exmonjas de Belorado

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clarisas Belorado burgos

 

  1. Con fecha de 6 de noviembre de 2024, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción N.º 1 de Briviesca ha dictado Decreto de admisión de la demanda de desahucio en precario contra las exmonjas (citadas nominalmente) y quienes permanecen en el monasterio sin título legal ni autorización (ignorados ocupantes).

 

  1. Este Decreto no afecta a las cinco monjas mayores que constituyen propiamente la comunidad monástica de Belorado y residen legalmente en el monasterio.

 

  1. El Decreto concede un plazo de diez días para contestar la demanda. También se concede la posibilidad de celebrar una vista el 19 de diciembre de 2024, y se señala el 23 de enero de 2025 para la práctica del lanzamiento, en el caso de no comparecer el demandado en legal forma.

 

  1. Así mismo, encomienda a la Guardia Civil la tarea de identificar a las personas que ocupan el inmueble, además de las propias exmonjas.

 

  1. El Decreto sigue afirmando que la oposición del demandado podrá fundarse exclusivamente en la existencia de título suficiente frente al actor para poseer la vivienda o en la falta de título por parte del actor.

 

  1. La Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu ha previsto la atención inmediata a las hermanas mayores en el mismo Monasterio de Belorado, desplazando hermanas procedentes de otros monasterios, en cuanto las exreligiosas no impidan su acceso.