Este pasado miércoles, 22 de enero, las parroquias del arciprestazgo de Burgos-Gamonal se han dado cita en la parroquia de San Pablo para orar juntas en clave de esperanza.
El encuentro se ha iniciado con una concentración previa por parroquias en distintos puntos asignados de la vía pública. Cada parroquia llevaba un cartel alusivo con el logo del jubileo y una vela encendida. Desde los distintos puntos, los grupos han peregrinado hasta la iglesia de San Pablo.
Tras el saludo del arcipreste, se ha proclamado y rezado la lectura del Libro del Éxodo: «Dios no defrauda a su pueblo». Seguidamente, han ofrecido sus testimonios, Manuela, que fue leído por Dulce, de San Adrián, y Juan, de La Real y Antigua, como signos concretos de la acción de Dios, mostrando cómo incluso en medio de las dificultades, la esperanza en Cristo ha sostenido sus vidas y les permite ser luz para otros.
Después de la lectura y meditación del pasaje evangélico del encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, representantes de cada una de las parroquias han presentado un signo de esperanza, testimonios concretos de cómo la gracia de Dios sigue sembrando vida en las comunidades. Todo ello simbolizado mediante unas velas encendidas en medio de aguas turbulentas.
Más adelante, el compromiso de sumarse a la Esperanza, que es Cristo, ancla de la vida de fe, se materializó en un gesto simbólico mientras se escuchaba el Himno del Jubileo, terminando con la Oración del Jubileo compartida por todos.
Prosiguiendo con su visita pastoral al arciprestazgo de San Juan de Ortega, el arzobispo ha visitado las unidades pastorales de Sedano y de La Vega-Mercedes. Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa ha comenzado esta etapa en Sedano, donde acompañado por el vicario Territorial, Julio Andrés Alonso Mediavilla, y por su secretario particular, Carlos Azcona Albarrán, ha revisado los libros parroquiales y ha compartido un café con el párroco, Maximiano Barriuso Vicario.
De allí, han partido a visitar el templo románico de Moradillo de Sedano. En el entorno de la iglesia les han recibido el alcalde y otras ocho personas. El arzobispo ha quedado encantado por la belleza del templo, y ha ofrecido una explicación sobre esta «maravillosa iglesia románica». Ya en su interior, se ha realizado una lectura bíblica, unas palabras del arzobispo y un responso por los difuntos de la parroquia.
La siguiente parada de esta visita pastoral la han realizado en Covanera, donde 22 personas, procedentes del mismo pueblo y de otros cercanos como Tubilla, Tablada y Bañuelos, los han recibido en el pórtico de la parroquia. Después del saludo, han pasado al interior de la iglesia para celebrar misa. En su homilía, Mons. Iceta les ha recordado que el sacramento del Bautismo compromete a vivir con fe, esperanza y caridad, siguiendo el testimonio de los apóstoles. En la celebración eucarística también ha habido un recuerdo para Penélope, una joven de 22 años conocida en la zona y recientemente fallecida de forma trágica en Orbaneja del Castillo.
Al concluir la celebración, los feligreses han invitado al arzobispo a participar de una forma relajada y distendida en el pequeño ágape que habían preparado para la ocasión.
Unidad pastoral de La Vega-Mercedes
Ya el domingo, 12 de enero, el arzobispo ha realizado la visita pastoral a las parroquias de la unidad pastoral La Vega–Mercedes, reunidas en dos sedes: en la ermita de Santa Isabel en Pedrosa de Valdelucio y en la iglesia parroquial de Montorio. La jornada ha comenzado a las 10:45h, en un encuentro previo con los sacerdotes que atienden estas parroquias: Carlos Saldaña Fontaneda, párroco, y el P. Augustin Duranson, vicario parroquial. Con ellos, el arzobispo ha compartido experiencias y objetivos pastorales.
Alrededor de las 11:15h han ido llegando de los distintos municipios de Valdelucio y del Tozo, que acoge el Santuario de La Vega. Mons. Iceta ha hablado con los agentes de pastoral y ha sido recibido por los feligreses. Minutos más tarde, la Iglesia se ha llenado y ha comenzado la celebración eucarística. El arzobispo ha comentado en la homilía la importancia y el significado del Bautismo. Al finalizar la celebración, los participantes se han hecho una fotografía y Mons. Iceta les ha agradecido a todos su acogida.
La segunda parada ha sido en Montorio, donde a las 12:45h el pueblo ha recibido al arzobispo con volteo de campanas y un fuerte aplauso. La celebración de la misa ha comenzado a las 13:00h con un mensaje del párroco recordando el sentido que tiene la visita pastoral. Mons. Iceta, además de la predicación sobre la solemnidad que estaban celebrando, ha felicitado a todos los presentes por la belleza, la conservación y el cuidado de su iglesia parroquial. La visita ha concluido con una instantánea para el recuerdo y con el cariño recibido durante toda la mañana al que el arzobispo correspondió
Vuelta a la unidad pastoral de Sedano
El domingo, 19 de enero, el arzobispo ha continuado su visita pastoral a las parroquias de la unidad pastoral de Sedano, esta vez reunidas en dos sedes: la ermita de Sedano y la iglesia parroquial de Pesadas de Burgos.
La jornada ha comenzado a las 11:50h en la Plaza Mayor de Sedano, donde el arzobispo fue recibido por el alcalde del Valle de Sedano. Allí han comentado la evolución de las obras en la cubierta de la iglesia parroquial. En el interior de la ermita le ha esperado el pueblo fiel, que le ha recibido y le ha felicitado en el día de su onomástica. Celebrada la misa, toda la comunidad reunida en torno a su prelado ha inmortalizado el momento fotográficamente.
En esta ocasión, la segunda parada ha sido en Pesadas de Burgos. Mons. Iceta ha llegado a este pueblo del Valle de Los Altos tras recorrer una sinuosa y helada carretera. Allí le esperaban numerosos vecinos de las parroquias de alrededor (Ahedo del Butrón, Dobro, los dos Escóbados, etc.). La celebración de la misa ha comenzado a las 13:30h y, tras la celebración eucarística, los presentes se han realizado una foto de recuerdo.
El arzobispo ha departido durante unos momentos con los presentes y les ha agradecido su acogida y cariño. En un aperitivo preparado por los vecinos de Pesadas, Mons. Iceta ha compartido un momento de encuentro, en el que ha saludado a todos y cada uno de los presentes, con los que ha charlado amigablemente. Todos le han manifestado la alegría por su presencia.
Este lunes, 27 de enero, ha fallecido el sacerdote diocesano Manuel Tobes Rojas a los 94 años de edad y tras 70 como presbítero. Era natural de Aranda de Duero.
Tras concluir sus estudios en el Seminario de la diócesis de Osma-Soria, Manuel Tobes Rojas fue ordenado sacerdote en septiembre de 1954 en La Vid, momento en el que se incorporó al presbiterio de la diócesis soriana. Cantó misa en la ermita de la Virgen de las Viñas.
Su primer encargo pastoral fue como vicario parroquial de San Esteban de Gormaz y, desde 1962 a 1975, fue misionero en Puerto Rico. En 1975 vuelve a Aranda de Duero, como vicario parroquial de San Juan de la Vera Cruz, aunque en el mismo año es nombrado vicerrector del Seminario del Burgo de Osma y se le asigna la atención pastoral de unos pueblos de Soria.
En 1985 se incardina en la archidiócesis de Burgos, por lo que cesa como vicerrector del seminario soriano y es nombrado capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Aranda. También es nombrado profesor del Instituto de Educación Vela Zanetti de la capital de la Ribera y párroco de Pardilla y Milagros.
En el año 2007, renuncia a todos estos encargos pastorales por jubilación, quedando como residente en la Casa Sagrada Familia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
La misa de exequias por el eterno descanso del alma de Manuel Tobes Rojas se celebrará este martes, 28 de enero, a las 11:30h en la capilla de la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Aranda de Duero. La comunidad diocesana, con el arzobispo, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, a la cabeza, lloran su pérdida y piden oraciones para que Dios lo colme con el don de la vida eterna. Descanse en paz.
El pasado sábado, el Seminario de San José acogió el XXXIII encuentro diocesano de Pastoral del Trabajo. Lo hizo bajo el lema «Sembradores de esperanza en el mundo del trabajo», en el que lema del Año Jubilar se da la mano con el 30º aniversario de la publicación del documento «La Pastoral Obrera de Toda la Iglesia» y la primera década de camino de la iniciativa ‘Iglesia por el trabajo decente’, dos hitos eclesiales que se consideran fundamentales para la reflexión sobre el mundo laboral desde la perspectiva cristiana.
Una treintena de personas, entre militantes, simpatizantes y amigos de la Pastoral del Trabajo, participaron en una jornada que conjugó momentos para la reflexión, la celebración de la fe y la convivencia. El encuentro comenzó con dos sencillas ponencias sobre el tema central de la jornada. A continuación, se ofrecieron cuatro testimonios breves que abarcaron diversas realidades donde la esperanza era el hilo conductor que las unía: el trabajo con jóvenes y adolescente, la colaboración internacional, los desafíos que enfrentan los inmigrantes y las luchas de los jubilados por unas pensiones dignas. Estos testimonios aportaron una visión amplia y cercana de los diferentes rostros de la esperanza en la sociedad actual.
Estas experiencias dieron paso a una reflexión en grupos, donde se profundizó en diversos textos de la Doctrina Social de la Iglesia. Bajo el formato de «conversaciones en el espíritu», se propició un diálogo abierto y enriquecedor que permitió intercambiar ideas y vivencias a la luz del magisterio social de la Iglesia. El encuentro concluyó con la celebración de la eucaristía, en la que se compartieron los puntos más relevantes de las reflexiones de los grupos, y una comida de hermandad, que permitió a los participantes seguir estrechando lazos y compartiendo la experiencia vivida durante todo el día.
Como explican desde la delegación diocesana de Pastoral del Trabajo, el encuentro «ha sido un testimonio de compromiso y esperanza en un mundo laboral marcado por retos y dificultades, pero también por el potencial de transformación y justicia social, en coherencia con los valores del evangelio». Para el nuevo delegado diocesano, José-Andrés Pérez, el trabajo debe ser una apuesta eclesial, porque «cuando éste se realiza en condiciones dignas, es motor de construcción de una sociedad más justa y fraterna». Según explica, «los agentes de pastoral del trabajo y todos los cristianos debemos poner una mirada misericordiosa y esperanzada en esta realidad, no sólo en el empleo, sino en toda actividad realizada por el ser humano para colaborar a la construcción de nuestra sociedad».
Hoy, cuando celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, recordamos a san Lesmes Abad, santo patrón de la ciudad de Burgos.
Natural de la ciudad francesa de Loudun, el abad benedictino llegó a Burgos en el siglo XI. Su encargo principal era llevar las riendas del monasterio de San Juan Evangelista, de la Orden de San Benito, así como de su hospital, que estaba destinado a atender a los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago. Merced a su encomiable labor espiritual y caritativa, siendo siempre un mediador entre el Cielo y la Tierra, entre Dios y los peregrinos que atendía, se convirtió en una persona muy querida por todos los que acudían a su encuentro.
Este monje nos recuerda la importancia de la hospitalidad para acoger, siempre y sin descanso, a todos los que llaman a nuestra puerta: no sólo a los que están cerca de nuestra propia casa sino, también, a aquellos que se ven obligados –por la miseria, el hambre o la guerra– a desplazarse de su lugar de origen en busca de una vida mejor y más digna.
La vida de este monje nos recuerda la importancia de ser refugio, compañía, fidelidad, lugar seguro y hogar para todos, sin excepción. Como lo es Dios y como lo refleja su Palabra.
Este VI Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el papa Francisco, nace para difundir el conocimiento de la Sagrada Escritura hasta el confín del mundo, de manera que cada página del Evangelio cale en nuestro corazón y lo conduzca hacia la vida eterna (cf. Sal 19).
Con el lema Espero en tu Palabra (Sal 119, 74), el Papa pone los ojos en un himno de esperanza que clama, en medio de la angustia, el miedo y la tribulación, a la misericordia de Dios. Si Cristo es nuestra esperanza (cf. 1 Tim 1, 1), como promulgaba una y otra vez la vida y obra de san Pablo, en ella hemos de morar sin despegar los ojos del Padre. Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el Autor de la Promesa. Y Dios, al contrario que nosotros, no se contradice nunca (cf. Heb 10, 23).
Dice la Palabra que «quien se frota los ojos saca lágrimas y quien hurga el corazón hace brotar sentimientos» (Sir 22, 19). Así, en ese abrazo perpetuo que no conoce la infidelidad ni la injusticia, germina la confianza de saberse querido, protegido y cuidado.
Me viene a la mente la figura del centurión romano, quien le suplicó al Señor que curase a su criado gravemente enfermo, mientras le decía que –aunque su casa no estaba a la altura de su dignidad– solamente bastaba una palabra de Jesús para sanarle (cf. Mt 8, 8). Únicamente necesitaba una palabra del Señor, solamente una de Aquel que hace nuevas todas las cosas, para que su criado no perdiese la vida.
Esto nos enseña que abandonarnos a la voz delicada del Verbo, la Palabra, como también lo hizo nuestro santo patrón, san Lesmes, es el camino más perfecto del amor.
Y si a veces nos cuesta el abandono y nos sentimos «débiles, pobres, incapaces delante de las dificultades y del mal del mundo», la potencia de Dios «actúa siempre y obra maravillas justamente en la debilidad. Su gracia es nuestra fuerza (cf. 2 Cor 12, 9-10)», desveló el Papa Benedicto XVI, durante una catequesis semanal, pronunciada en enero de 2013.
Hoy, con la materna intercesión de la Madre del Verbo y con el recuerdo siempre presente de san Lesmes Abad, le pedimos al Señor que haga arder nuestro corazón, hasta que la Palabra se haga carne de nuestra carne y habite para siempre entre nosotros (cf. Jn 1, 14).