«León XIV en el Domingo del Buen Pastor»

El papa León XIV, en la primera misa tras su elección como Santo Padre. VATICAN MEDIA.
Queridos hermanos y hermanas:
Este domingo del Buen Pastor, cuando celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada Mundial de las Vocaciones Nativas, volvemos nuestra mirada al Papa León XIV, nuevo sucesor de Pedro, y dirigimos el corazón a una imagen preciosa, la de Cristo, dejándolo todo, para buscar a la oveja descarriada, encontrándola y cargándola sobre sus hombros, con un amor inagotable e inexplicable a los ojos del mundo. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, las llama por su nombre, cuidándolas y protegiéndolas de cualquier peligro. Su amor es tan grande que si una se pierde, no le basta con hallarla, sino que la mira con ternura, ofreciéndole su auxilio para alcanzar el hogar que ha construido para ella.
El Pastor, personificado en la imagen de Jesús de Nazaret, nos recuerda la manera con la que Dios nos trata a cada uno de nosotros como hijos suyos que somos. Y ante esta imagen consoladora y compasiva, sentimos el peso del amor por encima de nuestras calamidades y caídas. El Señor Resucitado nos encuentra y nos salva una y otra vez.
El Papa, con imagen de Cristo Buen Pastor, sirve con amor a la Iglesia Universal y a una humanidad herida por tantos desencuentros, guerras, hambrunas. Su presencia es signo de esperanza y su vida se configura con la del Señor, que no vino a ser servido sino a servir en el amor, siendo visible como de comunión y unidad de Iglesia, impulso y fortaleza en la evangelización, sembrador de esperanza en las situaciones de pobreza, angustia, dolor y sufrimiento.
La Pascua nos conduce al Salmo 22, donde el Señor nos recuerda que con Él nada nos falta. «En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas». Él va con nosotros sosegándonos con su callado, una promesa que nace de sus manos misericordiosas para envolver nuestros corazones. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Este domingo nos introducimos en la fragilidad del cuidado con que Dios nos mira y nos custodia, y lo hace a través de una vocación concreta para hacernos felices y también suyos, llamándonos a gozar todos los días de su presencia, hoy de modo particular en León XIV, nuevo Sucesor de Pedro. Como buen samaritano, el Buen Pastor está deseando que volvamos nuestros corazones a él, para poner en nuestros silencios el don y la gracia que edificarán a su tiempo y a su modo el reino de Dios. Hoy, orando por el Papa León XIV y por las vocaciones sacerdotales y nuestros seminarios, descubrimos que la oración es una ventana abierta a lo más íntimo de Dios.
Por ello es la primera fuerza de la esperanza, como destacó el papa Francisco en una catequesis de mayo de 2020: «Mientras tú rezas, la esperanza crece y avanza. Es más, yo diría que la oración abre la puerta a la esperanza. La esperanza está ahí, pero con mi oración le abro la puerta». La Palabra de Dios se hace carne en nosotros cada vez que hacemos con nuestros hermanos lo que Él hizo con nuestra propia debilidad. Ahora, en la imagen evangélica del pastor y del rebaño, se elevan al Buen Pastor las oraciones para que suscite en nuestros jóvenes una respuesta generosa a la llamada a la vocación sacerdotal.
Hoy resuena la promesa que Dios hizo a su pueblo por medio del profeta Ezequiel: «Yo mismo apacentaré mis ovejas, las haré reposar, buscaré a la perdida, recogeré a la descarriada, vendaré las heridas, fortaleceré a la enferma, pero la que esté rusta y fuerte la guardaré». Que el Buen Pastor que nos busca para cargarnos sobre sus espaldas y pronunciando nuestro nombre, cuide del ministerio del papa León XIV.
Que su Madre le ampare y nos ampare, María Santísima, para estar siempre disponibles para ayudar a nuestros hermanos heridos en el abrupto camino de la vida.
Con gran afecto pido a Dios que os bendiga.