En los diez días que duran las fiestas, desde el día de San Juan hasta el día de San Pedro y San Pablo, son diversos los actos que se llevan a cabo: el canto del Himno a Burgos, los bailes de Gigantones y Gigantillos en la Plaza Mayor, el desfile de carrozas, fuegos artificiales, feria taurina, conciertos musicales, actividades para los niños, danzas tradicionales, feria de la tapa… un sinfín de actos culturales y gastronómicos.
Entre los actos religiosos que tienen lugar el día de San Pedro destacan la misa solemne que se celebra en la catedral de Burgos y la tradicional ofrenda floral a Santa María la Mayor, siendo ésta la segunda más antigua de toda España por detrás de Valencia. Y la romería en el parque de Fuentes Blancas en la que se rinde homenaje a los burgaleses que emigraron y que regresan a la ciudad por las fiestas.
Misa Solemne
La catedral de Burgos acoge a primera hora de la mañana del día de San Pedro la tradicional misa solemne. Se trata de una eucaristía en la que interviene el Orfeón Burgalés.
Este año, al encontrarse don Fidel Herráez Vegas en Roma para recibir el palio arzobispal de manos del Papa, no podrá oficiarla. En su lugar lo hará don Ramón del Hoyo, burgalés y obispo emérito de Jaén que regresa ahora a Burgos.
Ofrenda floral a Santa María la Mayor
Tras la misa solemne en la catedral, la Virgen Santa María la Mayor, patrona de Burgos y de la diócesis, es trasladada en procesión desde la seo hasta la plaza del Rey San Fernando. Una comitiva popular parte desde las inmediaciones de la parroquia de San Lesmes para encaminarse hasta la catedral y depositar las flores a los pies de la Virgen. De este modo, cada año Santa María la Mayor recibe el cariño de los fieles de la diócesis a través de coloridos ramos de flores que conforman un precioso manto natural.
La Ofrenda Floral está amenizada por los cánticos de la coral Schola Cantorum y por la música de las dulzainas, tambores y castañuelas de las bandas burgalesas y de los grupos de danzas.
El homenaje a la patrona se remonta a los años cincuenta. En concreto al 1954, cuando se nombró a la primera Reina de las fiestas. Los grupos de danzas la agasajaron con tantos ramos de flores, que optó por depositarlos en el altar de Santa María la Mayor. Al año siguiente, se incluía un acto homenaje a la patrona en el programa festivo. En algunos años, esta tradición se ha visto interrumpida, retomándose en 1987.
Romería en Fuentes Blancas
El domingo 3 de julio se conmemora el día del Burgalés Ausente, una fiesta declarada de Interés Turístico de Castilla y León, que pone el punto y final a los festejos patronales de la ciudad de Burgos.
Tiene lugar en el Parque de Fuentes Blancas, para recordar a todos los burgaleses que están lejos de su tierra natal. La fiesta comienza con los tradicionales bailes de los gigantillos y danzantes que se pasearán por el parque a lo largo de todo el día.
Además, se celebra una Misa de Campaña ante la imagen de la Virgen del Álamo en la que participan autoridades locales y provinciales, así como representantes de las fiestas y numerosas personas desplazadas hasta este enclave.
Gigantillos y Gigantones
Estos personajes del folklore burgalés tienen su origen en la fiesta del Corpus Christi. El día del Corpus el «Capidiablo» –lo mismo que en otros tiempos la «Tarasca»– encabezaba la procesión solemne y representaba al diablo que huía ante la presencia del Santísimo Sacramento.
De aquel «Capidiablo» derivaron los «Tetines» que dirigen las danzas de los danzantes, haciendo guardar el orden manejando una cola de caballo. Desapareció el «Capidiablo», pues con la Reforma Protestante se generalizó, algunos años más tarde, la nueva costumbre de personificar en figuras burlescas la herejía luterana. Esto dio origen en Burgos a los «Gigantillos».
Los Gigantillos de Burgos son descendientes directos de las Gigantillas y de las antiguas Tarascas y Tarasquillas que existían desde muy antiguo en la procesión del Corpus. Se consideraban, desde que se instituyó tal festividad, vinculadas ineludiblemente al Día del Señor en la ciudad de Burgos.
En febrero de 1899, por acuerdo municipal, se aprobó un proyecto de reforma de los Gigantones y los Gigantillos con motivo del V Congreso Católico.