El Boletín Oficial del Arzobispado de Burgos de este mes de junio publica la carta de felicitación que el papa Francisco envía al arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, con motivo de sus cincuenta años de sacerdocio, a la vez que le agradece “estar rigiendo la archidiócesis burgalesa con denodado esmero”.
En la carta, escrita en latín, el papa Francisco manifiesta sus “congratulaciones y plegarias” al arzobispo por sus “diez fructíferos lustros” que, “por su condición e importancia”, “testimonian en qué medida el esforzado afán de la fe” le “impulsa y lanza a trabajar con ahínco tanto por el nombre y la gloria de Dios como por el fomento y el esplendor de la religión”. El Santo Padre detalla algunos de esos trabajos, como son fortalecer los Seminarios, promover las organizaciones católicas, apoyar el apostolado de los laicos en medio del mundo y sostener con ardor la vida consagrada. También le agradece especialmente sus años de servicio como secretario del Pontificio Consejo para la Familia y sus trabajos de investigación y difusión del concilio Vaticano II. El Papa concluye la carta impartiendo la bendición sobre el arzobispo, “así como al clero, a los religiosos y al laicado de la archidiócesis burgalesa al mismo tiempo que auguramos del Señor todo lo favorable, próspero y gozoso”.
Agradecimiento
Para celebrar de modo especial este aniversario sacerdotal, la diócesis invita a todos los burgaleses a participar en una solemne eucaristía de acción de gracias que tendrá lugar el próximo lunes 30 de junio a las 12:00 del mediodía.
Aunque Las Edades del Hombre ha contado con más de 15.000 visitantes el primer mes, el calado en la comarca está siendo muy desigual y se echa en falta una mayor promoción:
Tras el traslado de las reliquias de san Íñigo de Barreda al monasterio de Leyre, La Fundación Milenario de San Salvador de Oña en colaboración con la Diputación Provincial ha publicado el libro que recoge los manuscritos del santo:
La Virgen de Revenga llegó ayer hasta el Comunero desde Quintanar para recibir el homenaje que cada último fin de semana de mayo le rinden sus fieles en una de las romerías más antiguas de Castilla:
Todos los bautizados somos Iglesia. Todos estamos llamados a vivir en plenitud la vida cristiana. Todos somos apóstoles. Este es el principal mensaje que el concilio Vaticano II ha vuelto a recordar y proponer. Se acabó la idea de que la Iglesia son el Papa, los obispos, los sacerdotes y religiosos. Evidentemente, también ellos son Iglesia, pero no más que los seglares. Éstos participan realmente en la consagración y misión de Jesucristo gracias a su bautismo, por lo que están capacitados, habilitados y urgidos a encarnar el Evangelio y anunciarlo con su palabra y su vida.
Más aún, tienen un campo propio y específico. Así se lo recordaba el papa Francisco a los obispos de México, el pasado 19 de mayo: “Su apreciada labor intraeclesial no debería implicar merma alguna en el cumplimiento de su vocación específica: transformar el mundo según Cristo. La misión de la Iglesia no puede prescindir de laicos que vivan la fe en el corazón de la familia, de la escuela, de la empresa, del movimiento popular, del sindicato, del partido y aun del gobierno, dando testimonio de la alegría del Evangelio”.
Los seglares tienen, pues, su campo específico de acción no tanto en el ejercicio de funciones litúrgicas o catequéticas –en las que, ciertamente, pueden y deben participar- cuanto en la calle. Entendiendo por “calle” su familia, el lugar donde trabajan, el sindicato en el que militan, el parlamento en el que ejercen como políticos, la cátedra donde enseñan, el microscopio con el que investigan, la sanidad donde atienden a los pacientes, la cultura, el deporte, el arte, etc. Que cada uno de los bautizados sea consciente de ello y se ponga a actuar en serio, es la gran revolución pendiente. Mientras esto no ocurra, la Iglesia no dará un vuelco a su situación ni influirá a fondo en el cambio del mundo actual.
¡Bien caro estamos pagando que los seglares hayan ocupado un lugar secundario, cuando no mínimo, dentro de la Iglesia! No se trata de que haya grupos de seglares selectos o que todos los seglares deban estar encuadrados en un apostolado organizado.
Está bien. Pero no podemos caer en el reduccionismo de identificar el “apostolado seglar” con el apostolado seglar “organizado o cualificado”. Una abuela que enseña a rezar a su nietecito, un voluntario de Cáritas que gasta su tiempo en atender por Dios a los emigrantes, un profesor que da un buen consejo de vida a un alumno, un médico que trata con delicadeza cristiana y competencia a sus enfermos, un investigador que se quema las pestañas para encontrar remedio al cáncer, un político que es coherente con su fe a la hora de programar sus acciones públicas, un empresario que se esfuerza por crear puestos de trabajo, un sindicalista que defiende con tenacidad las causas justas de los trabajadores… estos son los seglares que pueden cambiar el mundo. Cada uno en su sitio, con sus cualidades y limitaciones, pero comprometido de verdad.
Ahora bien, esto requiere formación humana, espiritual y apostólica. Si se quiere iluminar a un mundo relativista que no cree en la verdad, hay que conocer y difundir la verdad; si se quiere ser sal que dé sabor y evite la corrupción a un mundo en bancarrota de ideales y valores humanos y cristianos, es preciso tener un bagaje adecuado de hombría de bien, de espíritu de servicio, de competencia profesional y de amor de Dios. Por desgracia, tantos seglares sólo tienen en su haber religioso la formación que recibieron en la catequesis y en el colegio. Es un bagaje a todas luces insuficiente. Por eso, todas las parroquias y realidades eclesiales promueven cursos, charlas, actividades, etcétera de formación. El próximo domingo, día del Apostolado Seglar, es una ocasión propicia para acercarnos a la parroquia, al movimiento o a la realidad eclesial en que participemos, para incorporarnos activamente a los medios de formación que nos ofrecen. ¡Es la hora de la ilusión, del entusiasmo por el Reino, de convertir los problemas en oportunidades!