Tesón y esfuerzo para recuperar la iglesia de Villaveta
Villaveta es uno de tantos pueblos pequeños de la provincia burgalesa. Pedanía del ayuntamiento de Castrojeriz, dista unos 40 kilómetros de Burgos y está situado en una suave terraza sobre el valle del río Odra. Con tesón e ilusión, sus habitantes han hecho posible que uno de sus sueños se haga realidad: que su sublime iglesia vuelva a lucir en todo su esplendor.
Todo comenzó hace seis años. Uno de los feligreses de la parroquia añoraba con volver a escuchar las notas de su majestuoso órgano, robado en 1952. En aquella época, los ladrones arrasaron con todo, respetando únicamente la caja de vientos y algunas de sus trompetas. El deseo de este vecino fue calando entre los habitantes de la localidad y poco a poco fueron recuperando su rico patrimonio. Al órgano sucedieron la rehabilitación de sus siete retablos –entre los que destaca el de Fernando de la Peña, del siglo XVII–, la restauración del llamado Santo Cristo de Coro y la reciente recuperación de sus dos puertas laterales, tapiadas hace años para hacer las veces de trastero.
Gracias a la colaboración económica de los fieles y a la generosa ayuda de Adeco Camino y la fundación Gutiérrez Manrique, la parroquia de la Inmaculada brilla hoy con nuevo resplandor. Se trata de una iglesia del siglo XVI obra del arquitecto renacentista Rodrigo Gil de Hontañón. Presenta planta de salón, resuelta con formas curvilíneas en elegantes bóvedas de rica tracería y luce unos interesantes retablos de estilo barroco. En la silueta de la iglesia sobresale una elegante torre herreriana añadida con posterioridad.
Bendición y fiesta
La ilusión de los vecinos por ver recuperada su iglesia les llevó hace unos días a solicitar al arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, que acudiera a visitar y bendecir los recién restaurados retablos. El pastor de la diócesis saludó a los vecinos, conoció las obras de rehabilitación y disfrutó con un pequeño recital de órgano.
Y es que el recuperado instrumento tiene gancho en la zona. Desde hace varios años, todos los veranos, se realizan varios recitales de órgano y conciertos que vuelven a llenar el templo de sus melódicas notas. Sin duda, un ejemplo más del cariño de los burgaleses a su rico patrimonio religioso.